Cinco años de covid: la pandemia aún afecta a la hostelería

Restauración

Los restauradores todavía arrastran grandes deudas de aquellos meses en que se paralizó el mundo y también sus ganancias 

Bittor Arginzoniz: “Todo es negocio. Falta sensibilidad en todas partes”

Restaurante cerrado por la pandemia

Muchos restaurantes tuvieron que bajar la persiana a causa de las deudas causadas por los meses de cierre

Getty Images/iStockphoto

Han pasado cinco años desde que la covid paralizó el mundo, pero sus efectos siguen todavía presentes en la hostelería. Son muchos los restauradores que continúan pagando los créditos que tuvieron que solicitar para sobrevivir, tanto a nivel empresarial como personal. Para muchos, mantenerse a flote ha supuesto endeudarse y afrontar una presión financiera que, a día de hoy, sigue marcando su operativa diaria. “Y eso que somos de los afortunados que hemos podido seguir abiertos, porque muchos compañeros se quedaron por el camino y tuvieron que cerrar sus locales, con el coste personal y económico que eso supone”, afirma Dani Roca, de los restaurantes Barra Alta Barcelona y Barra Alta Madrid.

El restaurador recuerda aquellos meses como un auténtico drama: “Nos obligaron a cerrar sin compensación alguna. A ningún hostelero se le ocurre un escenario así ni en la peor de sus previsiones. Hubo una fiesta económica en otros sectores y no se pagó a medias: nos tocó asumirlo a nosotros, con préstamos personales, créditos ICO y financiación bancaria”, explica Roca, que justo acababa de firmar el contrato de alquiler del local de Madrid hacía apenas tres meses.

Ni en el peor de los supuestos te imaginas que tu facturación va a ser igual a cero

Borja CortinaGrupo Varsovia

Para Borja Cortina, de Grupo Varsovia, en Gijón, la situación no fue distinta. En aquel momento, gestionaba el restaurante El Palace, la coctelería Varsovia y el proyecto Varsovia on the Road, enfocado en eventos, además de un bar de tapas en la estación de esquí de Breckenridge, en Colorado. “El día que anunciaron el cierre, lo primero que hice fue salir corriendo al banco a negociar un préstamo. Luego vinieron los ICO, que aún sigo devolviendo. Y, para colmo, una de las entidades con las que tenía un ICO me obligó a liquidarlo de golpe el año pasado: 30.000 euros de un solo pago. Un golpe durísimo para una pyme”. Cortina coincide con Roca en que el escenario que dibujó la pandemia era imprevisible para cualquier hostelero. “Ni en el peor de los supuestos te imaginas que tu facturación va a ser igual a cero y que vas a tener que seguir haciendo frente a numerosos gastos. Incluso en la más mala de las situaciones que puedas anticipar siempre facturas algo”, apunta el bartender.

Las dificultades no fueron solo económicas. Roca firmó el contrato de alquiler de Barra Alta Madrid tres meses antes del confinamiento y sus arrendadores no le perdonaron ni un euro: “En Barcelona, además, tuve que adelantar sueldos porque los ERTE tardaban en llegar y mi equipo es mi familia. No podía dejarlos tirados. Acabé pidiendo un préstamo tras otro porque no había margen para planificar nada. Si cierras, te quedas con las deudas. Si sigues, te endeudas aún más”, afirma.

Coctelería Varsovia, en Gijón

Coctelería Varsovia, en Gijón

Instagram

Hoy, cinco años después, el impacto sigue latente. “Del 2020 al 2023 perdimos dinero. En 2024 lo hemos acabado en tablas, porque ya he liquidado algún crédito. En 2025 esperamos a recuperar, pero seguimos devolviendo lo que debemos”, dice Roca. “Ahora trabajo para pagar. Y tal y como están las cosas, doy las gracias por ello”, explica. Esta situación —asegura— supone un desgaste personal muy alto. “No puedo permitirme tener ni tres días flojos en un mes, porque eso echa a perder las cuentas”, asegura.

Por su parte, Leo Chechelnitskiy, CEO del grupo No Hay Mañana, con locales en Barcelona, estaba en plena expansión cuando llegó la pandemia. “Acabábamos de hacer una inversión enorme en Babula Bar y después de dos años complicados habíamos tenido un gran invierno. Eso fue lo que nos salvó. Si el cierre hubiese sido en 2019, habría tenido que cerrar todo”. Con 25 empleados en Babula, 10 en Sasha Bar y la idea de abrir Madre, su situación financiera era delicada. “Metí dinero de mi propio bolsillo para ayudar a mis trabajadores. Montamos un delivery y sacamos del ERTE a nuestro cocinero. Iba yo mismo de rider. Hicimos un crowdfunding con los vecinos, que luego cobraron en cenas. Y pasado el tiempo puedo decir que si sobrevivimos fue gracias a la comunidad: a los vecinos que se volcaron en venir a ayudarnos y a un equipo que se comprometió para que pudiésemos salir del bache”. 

Lee también

¿Por qué está tan de moda la uva godello?

Laura Conde
Viñedo de godello situado justo delante de la bodega

Un bache que todavía tiene coletazos en forma de préstamos, desde personales a empresariales e ICO. “Los créditos ICO fueron una trampa, ya que no todas las empresas tenían acceso a ellos. Tienes que acreditar una solvencia y una antigüedad. Nosotros llegamos por los pelos”, explica Chechelnitskiy, que en total tuvo que endeudarse por un valor de 150.000 euros.

Uno de los platos de Babula Bar

Uno de los platos de Babula Bar

Instagram

Todos ellos destacan la dificultad de previsión. “Pedí el ICO a ocho años, de manera que aún lo estoy devolviendo, porque era imposible prever qué iba a ocurrir”, señala el responsable de No Hay Mañana. Roca coincide: “Tenías que ir renovando créditos porque de repente volvían a cerrar otra vez. Las deudas iban en aumento y no se facturaba lo suficiente porque seguía habiendo muchas restricciones de horarios”. El restaurador también critica la gestión política: “Se tomaron medidas de país rico en un país pobre. Y, al final, como siempre, lo pagamos las pymes, tirando de recursos propios, si tenías la suerte de tenerlos, y de préstamos que en muchos casos aún estamos devolviendo. Hay un punto en el que o pides o cierras. No hay más”.

Cortina también destaca el duro golpe que supuso la pandemia para el sector de las pymes, que en hostelería, a su parecer, no recibieron el apoyo necesario. “De todos nuestros proyectos, el que más sufrió fue Varsovia on the Road, un servicio de coctelería para eventos, sobre todo muchas bodas, que paralizó su actividad por completo con seis personas en nómina. Nos denegaron una ayuda para pymes porque a nivel administrativo les constaba que teníamos más de 50 trabajadores en nómina, porque son personas que contratamos de forma puntual para eventos. No hubo manera de revertir la situación”, recuerda.

Confiábamos en lo público y fue duro ver cómo en momentos importantes nos dejaba tirados

Borja CortinaGrupo Varsovia

Además, en aquellos momentos Grupo Varsovia gestionaba también un bar de tapas en la estación de esquí de Breckenridge, en Colorado. “Mientras en Colorado recibíamos ayudas de la comunidad, muy bien organizada, aquí no nos llegaban las del estado. Una paradoja que, como defensor de lo público, me dio qué pensar. Dado que en Estados Unidos no se confía en el estado, los vecinos se organizan para ayudarse entre ellos. Ya saben que no pueden contar con ayudas públicas. Aquí confiábamos en lo público y fue duro ver cómo en momentos importantes nos dejaba tirados”, termina.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...