Hace un tiempo que albariño y verdejo han dejado de reinar en solitario en las cartas de los restaurantes. Poco a poco, la godello se ha ido haciendo un hueco entre las uvas blancas preferidas del público. Los motivos son diversos, tanto que probablemente no tengamos todavía la suficiente perspectiva como para discernir a qué responde el auge de esta variedad propia de la zona de Valdeorras, en Galicia (aunque también la encontramos en Ribeira Sacra i Monterrei), y del Bierzo, en Castilla y León.
“No hay duda de que la godello está de moda, pero es difícil saber cuáles son los motivos. No hay que descartar que se trate de un fenómeno aleatorio, que a la gente le haya dado por ahí”, apunta Santi Rivas, crítico de vinos y miembro de Colectivo Decantado. Sin embargo, Rivas argumenta que existen numerosos motivos para que esta variedad haya conectado tan bien con las necesidades del consumidor contemporáneo.
Para empezar, este prefiere los blancos a los tintos por primera vez en la historia. Así lo certifican datos como los que hizo público recientemente el Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI), que asegura que en el año 2023 las ventas de vinos blancos amparados por alguna DO catalana superaron por primera vez las de tintos. Este fenómeno afecta también al global de los consumidores españoles, que tienden a consumir vinos cada vez más ligeros. Esta tendencia se traduce también en el incremento de ventas de vinos tintos jóvenes y frescos frente a opciones con crianza, más propias de otras épocas.

Uvas Godello
En este contexto, la godello ha encontrado el mejor de los escenarios para colarse en las cartas de vinos de restaurantes y vinaterías. “Por un lado, la gente se aburre de pedir siempre lo mismo, que si hablamos de blancos hasta ahora han sido albariño y verdejo. Por el otro, la godello tiene la ventaja de que al ser una uva de menor producción no te encuentras vinos tan banales, malos y lacerantes como lo pueden ser muchas veces algunos verdejos de batalla. Es decir, hay suficiente godello para que la gente se flipe, pero no tanta como para que se degrade”, opina Rivas, aunque alerta de que si la cosa sigue por este camino “tal vez sea solo cuestión de tiempo que la godello se acabe corrompiendo”.
Otro punto a favor de esta variedad es su versatilidad. “Funciona bien con madera, sin ella, con más o menos estructura… Además, su acidez es media-alta y tiene un cuerpo singular, que deja vinos muy glicéricos que se distinguen bien de los otros dos blancos estrella: albariño y verdejo”, señala Rivas.
Las dos caras del éxito
El auge de la godello ha sido acogido con alegría, pero también con ciertas reservas, por un sector que lleva desde los años 70 trabajando una uva que hasta entonces había sido minoritaria. Lo explica Araceli Fernández del Palacio, directora de Bodegas Godeval, en Valdeorras, que elabora únicamente monovarietales de godello. La bodeguera lamenta la deslocalización de una uva a la que le une un sólido vínculo sentimental, ya que fue su padre, Horacio Fernández Presa, el impulsor de la recuperación de esta variedad en la zona de Valdeorras y el responsable del primero godello que se produjo en España en 1975.

Racimos de uva Godello
“Lo dicen los franceses: te puedes llevar una uva donde quieras, pero la expresión nunca va a ser la misma. Se puede exportar la variedad, pero nunca el terroir”, opina. Por este motivo, “es urgente que la gente sepa qué está pidiendo cuando pide una godello, que puede ser del Bierzo o de Valdeorras, y que será diferente en ambos casos”, asegura, y hace un paralelismo con la verdejo: “la gente confunde Rueda con verdejo, no sabe bien qué está pidiendo. Sería una pena que nos acabase ocurriendo lo mismo”. Dicho de otra manera: “lo mismo que ocurre con la albariño o la verdejo, la godello se pide por la uva y no por la zona. No pasa con ninguna otra variedad”, resume Rivas, de Colectivo Decantado.
Las consecuencias de esta tendencia ya se están dejando ver. Desde hace unos meses la Junta de Castilla y León permitió la inclusión de ocho nuevas variedades de uva en la DO Rueda, entre ellas la godello. Para Rivas, esto abre la puerta “a la posibilidad de que empiecen a darse producciones salvajes de vinos baratos, de manera que la godello se acabe degradando y, de alguna manera, muera de éxito”. Por su parte, la D.O. Rueda respondió a la polémica asegurando que esta variedad “lleva plantada en la D.O. desde 1996 y ya han sacado al mercado vinos elaborados con godello sin el marchamo de la D.O. Rueda”.
Es urgente que la gente sepa qué está pidiendo cuando pide una godello, que puede ser del Bierzo o de Valdeorras
Para Fernández del Palacio, la mejor manera de evitar confusiones es “explicar bien la vinculación de esta uva con el territorio, así como el compromiso de muchísimos viticultores que han trabajado duro desde los años 70 para recuperarla y traerla al lugar donde está ahora”.
Uno de ellos fue su padre, Horacio Fernández Presa, que hace más de medio siglo tomó la determinación de revitalizar la godello prácticamente en solitario. Esta variedad de uva totalmente minoritaria, eclipsada en aquella época por la palomino y la garnacha tintorera, representaba apenas el 1% de la masa vitícola en la región. “Entonces se decía que el mejor blanco era un mal tinto, y la tendencia era consumir vinos de batalla, que mucha gente elaboraba en sus casas”, señala Fernández del Palacio. Fue tras un viaje a Alemania cuando Fernández Presa descubrió variedades como la gewürztraminer y la riesling y regresó a Galicia decidido a impulsar el desarrollo de la godello. Estaba convencido de que no era posible competir con Rioja en la elaboración de tintos y que las particularidades del suelo en Valdeorras eran óptimas para elaborar blancos de gran personalidad, amables y de buena acidez.

Vino blanco con variedad de uva godello
Fue así como convenció a la cooperativa para que pusiese a su disposición “la poca godello que se producía” y elaboró el primer monovarietal en 1975, “que salió al mercado por 300 pesetas”, recuerda Fernández del Palacio. Un precio muy elevado teniendo en cuenta que el estándar eran unas 25 pesetas. Fue así como nació el Programa REVIVAL, un proyecto que consistía en la recuperación de esta variedad autóctona, que más tarde dio lugar al nacimiento de Godeval.
Hoy en día, Valdeorras cuenta con 43 bodegas, mientras que el Bierzo tiene 72. Todas ellas, según vaticina Fernández de Palacios, se enfrentan a un reto del que probablemente dependa el porvenir de sus vinos durante los próximos años. “Tenemos que aprender a manejar una buena comunicación para poder revertir la situación actual. Es importante que se empiece a hablar de zonas y no tanto de variedades. Las variedades se pueden llevar al mundo entero, como ocurre con el albariño. Los territorios no”, concluye la responsable de Bodegas Godeval, y recuerda con una sonrisa algo que un compañero le dijo a su padre cuando elaboró su primer monovarietal: “Horacio, isto está moi bo, mais non é viño”.