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Chipre, la isla invadida una y otra vez

Antigüedad

Con su posición en el Mediterráneo, la isla en la que nació Afrodita no pudo impedir la invasión sucesiva de pueblos del Neolítico, fenicios, griegos, persas o romanos

Afrodita, la pasión desenfrenada

El súbito final de los templarios

Mina de cobre, material que fue una de las mayores fuentes de riqueza de Chipre en la Antigüedad.

Dominio público

Desde el III milenio a. C. Chipre fue famosa por sus riquezas mineras. Se había convertido en uno de los centros mediterráneos más importantes en la producción de cobre, y de ahí precisamente derivaba su nombre, del latín cuprum, cobre. El metal, importantísimo entonces y escaso en la zona, se extraía de sus montañas y se exportaba luego en lingotes.

Siguiendo los pasos de otros pueblos anteriores y atraídos por la riqueza cuprífera de la isla, los micénicos llegaron a ella hacia 1400 a. C. Procedentes de Micenas, uno de los mayores centros de la civilización griega antigua, establecieron sus centros comerciales a lo largo de la costa meridional chipriota.

A juzgar por la abundancia de bellísima cerámica, objetos de lujo y productos exóticos (como los huevos de avestruz, escarabeos o cilindro-sellos que se encuentran en las tumbas), puede hablarse de un período de gran prosperidad. La llegada de los micénicos estuvo también vinculada a la introducción del opio en la isla, cuya flor aparece representada en la decoración cerámica. El opio se utilizará aquí como narcótico y como excitante en los ritos de fertilidad.

Desaparecido el poder micénico, Chipre cayó bajo la órbita egipcia. En los archivos de Tell el-Amarna, la capital fundada por el faraón Akenatón, se ha hallado la correspondencia entre el rey de Alasia –identificada por los historiadores como la isla de Chipre– y el soberano egipcio, lo que revela que este debía de ejercer un dominio sobre la isla y seguramente sobre todo el Mediterráneo oriental. Como tributos chipriotas, los egipcios recibían cuero, cobre y madera de la isla.

Sitio arqueológico de Khirokitia con restos neolíticos, en un periodo temprano de presencia humana en la zona.

Klaus D. Peter, Wiehl, Germany / CC BY-SA-3.0

Por el contacto con estas avanzadas civilizaciones, Chipre entra en la historia aproximadamente hacia el año 1500 a. C. En esta fecha inventa su primer sistema de escritura sobre tablillas de arcilla –de unos cincuenta signos aún no descifrados–, que presenta notables similitudes con el de las tablillas de escritura lineal A de la también mediterránea isla de Creta .

Probablemente, esta invención va asociada a la gestión de un estado local, uno de los muchos que aparecieron por esta época en el mar Egeo, en el sureste africano ( Nubia ) o en Oriente Próximo. Estos territorios establecieron relaciones entre sí, que se debilitaron progresivamente a consecuencia de las guerras en las que todos ellos se comprometieron.

La helenización

Tres siglos más tarde llegan a la isla los primeros aqueos, procedentes de la Grecia continental, del Peloponeso. Instalados en los principales centros comerciales chipriotas, su potente civilización generará importantes cambios culturales. Las sucesivas oleadas aqueas irán impregnando Chipre de helenismo y completando su lento proceso de colonización. Aparece un nuevo tipo de fortificación ciclópea, se lleva a cabo una planificación urbanística y la metalurgia alcanza uno de sus momentos álgidos, con objetos de gran valor artístico y técnica muy avanzada.

Dios cornudo de Enkomi, siglo XII a.C.

Gerhard Haubold / CC BY-SA-3.0

Las oleadas invasoras no se interrumpen. Tras los aqueos les toca el turno a los Pueblos del Mar, que destruyen los centros más importantes de la isla antes de desembarcar en el delta del Nilo, donde serán vencidos por Ramsés III. Una segunda oleada de colonos aqueos llegará a Chipre en el siglo siguiente. Algunos de sus jefes fueron asimilados a los héroes de la guerra de Troya y se les atribuyó la fundación de ciudades como Salamina, Marion y Soli.

Queda poco claro en qué momento de estos confusos y violentos siglos se conoció la metalurgia del hierro en la isla. Posiblemente esté asociada a los Pueblos del Mar, puesto que Chipre nunca sería invadida por los dorios, que desde el noroeste de Grecia llevaron esta metalurgia al resto del país y a gran parte del Egeo. Algunos historiadores creen que un seísmo destruyó por estas fechas las principales ciudades chipriotas. Esto explicaría el largo período oscuro subsiguiente, en que la única información disponible procede de las necrópolis.

La huella fenicia

A mediados del siglo IX a. C. se inicia otra gran etapa para la historia y la cultura de Chipre: el momento en que los navegantes y comerciantes fenicios procedentes de Tiro se instalan y fundan su principal colonia, Kition, hoy Larnaca. Controlan las zonas mineras de la isla e introducen sus cerámicas de barniz rojo, que los ceramistas chipriotas imitan. Estos tienen la particularidad de hacer suyos los distintos estilos y modas cerámicos de los pueblos que llegan a sus costas. Pero en el caso fenicio, la huella fue más allá del arte. Sus factorías se convirtieron en florecientes reinos, como Tamassos, Idalion, Paphos, Amathous o Kition, en la que se llegó a fundar una dinastía propia.

Jarra proveniente de Chipre, de entre los años 800 y 600 a. C.

Dominio público

Cien años después, un nuevo estilo cerámico aparece no solo en la isla, sino en todo el Mediterráneo oriental, en parte extendido por la colonización griega. Se caracteriza por motivos típicamente orientales, que influirán en modelos de otras culturas. La expansión colonial de las polis griegas fue muy importante en esta parte del Mediterráneo. Los chipriotas participaron en las fundaciones al lado de los griegos, lo que explica la aparición en puntos de la costa sirio-palestina de su cerámica junto a la helena.

En estos años Chipre desarrolla su comercio tanto por el mundo griego como por las vecinas costas asiáticas. La prosperidad chipriota no se interrumpirá con la conquista asiria de la isla en el siglo siguiente, que durará cincuenta años. Bajo el dominio asirio se intensificarán las influencias orientales sobre el arte chipriota, como se pone de relieve en la decoración de marfiles, joyas y bronces. Es famosa la estela del Museo de Pérgamo en Berlín, procedente de Kition, que representa al rey Sargón II con una inscripción que menciona la conquista de Asiria sobre todos los reinos de Chipre.

A la caída de este imperio, es Egipto el que ejerce su dominio en el Mediterráneo oriental y Oriente Próximo, pero no será hasta mediados del siglo VI a. C. cuando el faraón Amasis haga efectivo el control político y militar sobre Chipre. Si bien este dominio será muy breve, la influencia egipcia se manifestará en la cerámica y la escultura.

Firmada la paz con los persas, los atenienses se desentenderán de la isla

Según Heródoto, historiador griego de la centuria siguiente, los reyes chipriotas se rendirán voluntariamente a los persas quince años después, lo que les valdrá un cierto grado de independencia y seguir, por ejemplo, emitiendo su propia moneda. Sin embargo, Chipre tuvo que pagar tributo al rey persa, y la isla pasó a formar parte de la quinta satrapía, división político-administrativa del Imperio.

En todo caso, este dominio no se refleja ni en el arte ni en la cultura de la isla, que mantiene sus contactos a todos los niveles con el mundo griego, y en especial con Jonia, en Asia Menor. La relación es bien patente en la escultura de Chipre, claramente influenciada por el arte jónico.

Contra el persa

Su simpatía por la causa independentista de las polis griegas de Jonia frente al imperialismo persa lleva a Chipre a participar en la sublevación de estas a principios del siglo V a. C. El fracaso del intento no hace más que acrecentar el yugo del invasor y provoca la división de los chipriotas entre partidarios de uno y otro bando.

De las diversas tentativas de las polis griegas para liberar a Chipre del control persa, la más importante tiene lugar en 450 a. C. En la lucha por liberar Kition murió el comandante de la flota ateniense, Cimón.

Firmada la paz con los persas, los atenienses se desentenderán de la isla, y habrán de pasar cuarenta años hasta que el rey de la ciudad-estado de Salamina, Evágoras I, intente unir todas las ciudades-estado chipriotas contra los persas. Fracasará en su propósito. La emancipación chipriota de Persia llegará únicamente con las conquistas que la casa de Macedonia, y en concreto Alejandro Magno , efectúe en el imperio oriental.

Chipre participa con entusiasmo en esta lucha. Sus reyes reúnen una flota de 160 barcos que ayudan a Alejandro a sitiar y conquistar la antigua ciudad fenicia de Tiro. En pago, Alejandro otorga a las ciudades-estado la libertad de la isla. Sin embargo, a la muerte del gran conquistador, Chipre pasará a ser disputada entre dos de los herederos de su imperio. Ptolomeo se alzará con el triunfo, lo que significa que la isla pasa de nuevo a manos de Egipto.

Santuario de Apolo, en Kourion, Chipre.

Wknight94 / CC BY-SA-3.0

La dinastía tolemaica no respeta sus ciudades-estado y unifica la administración de la isla bajo el mando único de un funcionario. Cambia su capital de Salamina a Pafos, mucho más cerca de Alejandría, la capital egipcia en aquel período, en el delta del Nilo. Gran parte de Chipre se desforesta durante el dominio tolemaico por su contribución a la construcción de los navíos egipcios, puesto que el puerto de Pafos constituía la avanzadilla de la flota militar egipcia fuera de su país.

A finales del siglo IV a. C., el último rey de Pafos, Nicocles, traslada la capital a Neapafos. La anterior, ahora Paleapafos, había sido el destino de peregrinaje más antiguo del mundo griego. Nicocles conservará el título de sacerdote del santuario de Afrodita, cuyos orígenes se remontan al siglo XII a. C. y que desempeñaba un importante papel en la vida política y económica de la isla.

A lo largo del dominio tolemaico Chipre se cubre de ciudades, templos dedicados a dioses egipcios y monumentos, muchos con una función cultural, como los teatros y gimnasios. Asimismo, crece el número de intelectuales, como el filósofo Zenón de Kition, fundador de la corriente estoica.

El cristianismo penetró pronto y en el Concilio de Éfeso reconoció la independencia de la iglesia de Chipre

Los conflictos entre los miembros de la familia de los Ptolomeos a propósito de Chipre propiciaron la intervención de Roma, y en 58 a. C., el último rey de la isla, conocido como Ptolomeo el Chipriota, se suicidó. La isla cayó en manos de los romanos, que la dejaron bajo el mando de un procónsul y vinculada a la provincia romana de Cilicia, en Asia Menor. Aunque los nuevos ocupantes intentaron introducir sus costumbres en la isla, esta siguió apegada a su larguísima tradición cultural griega.

Prestigio en Roma

Durante la etapa romana llegaron a tener gran reputación los vidrios elaborados en Chipre. Los mosaicos de las villas helenísticas y romanas de Neapafos, capital y residencia del procónsul, están considerados entre los mejores del Mediterráneo, y fue la única ciudad que conservó el derecho a seguir acuñando moneda.

En el año 77 de nuestra era, las urbes helenísticas de Chipre fueron destruidas por devastadores terremotos. Los emperadores romanos Trajano y Adriano contribuyeron de modo importante a la rehabilitación de las ciudades, así como del templo de Afrodita en Paleapafos, además de interesarse por la construcción de puertos y vías de comunicación. El cristianismo penetró pronto, a través de Antioquía, y en 431 el Concilio de Éfeso reconoció la independencia de la iglesia de Chipre.

Busto del filósofo estoico Zenón de Sitio.

Biblioteca Europea di Informazione e Cultura / CC BY-SA-4.0

Neapafos siguió siendo la capital de la isla, una ciudad muy poblada, con espléndidos edificios públicos, templos y fortificaciones, que celebraba los juegos atléticos césar-germánicos y que recibió en época de los Severos, entre los siglos II y III, el título de “metrópoli sagrada entre todas las ciudades chipriotas”.

En la primera mitad del siglo IV de nuevo los seísmos asolarán todas las ciudades de la isla y, si bien Neapafos se reconstruirá, no volverá a ser la capital. Incluida en el ámbito del Imperio bizantino tras la división de Teodosio, el futuro de la isla se verá determinado por su importancia geoestratégica.

Conocerá incursiones sarracenas, será punto de encuentro de mercaderes medievales y adquirirá un notable protagonismo en las cruzadas . Su condición de puente entre las grandes potencias mediterráneas y de centro de intercambio comercial se mantendrá, así, a lo largo de los siglos.

Este artículo se publicó en el número 449 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.