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Afrodita, la pasión desenfrenada de la diosa griega del amor

Antigüedad

La diosa madre de importación se vio desprovista en Grecia de su cargo original en Oriente Próximo y se le adjudicó el de diosa del amor

Mitología griega: la historia de los dioses olímpicos

La diosa madre de importación tuvo que cambiar su cargo por el de diosa del amor.  El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli, siglo XV.

Terceros

"Infunde amor y lujuria en dioses y mortales. Y en todas las criaturas que viven en la tierra y el mar". Así cantó Homero el poder de seducción de Afrodita. Existen muchas leyendas sobre su nacimiento, puesto que era una deidad prehelénica. Respetando esa antigüedad, Hesíodo lo situó antes que el de los demás olímpicos, pero lo adaptó a la mitología griega. 

Durante la primera lucha por el poder divino, Cronos cortó con una hoz el miembro viril de su padre, Urano, y lo arrojó al mar. Del falo cercenado nació, rodeada de espuma, Afrodita, que seguidamente se dirigió a Chipre. 

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En realidad, Afrodita no fue a Chipre, sino que los griegos la importaron de allí, donde era una deidad descendiente de las primitivas diosas madre de Oriente Próximo. En el santuario chipriota de Amathos, Afrodita lucía una barba como la de Ishtar, la diosa madre asiria. 

Cuando su culto se introdujo en Grecia, entró en conflicto con el de la diosa madre autóctona, Hera. No podía haber dos iguales, y la esposa de Zeus prevaleció. Los griegos convirtieron a Afrodita en diosa del amor y, posteriormente, en madre de Eros.

Júpiter y Juno, equivalentes romanos de los dioses griegos Zeus y Hera, en una representación del artista irlandés James Barry

Dominio público

El asunto de la concha

En El nacimiento de Venus, el cuadro con que Botticelli la inmortalizó (Venus era su homóloga en el panteón romano), aparece de pie sobre una concha. ¿No había surgido de la espuma? 

Praxíteles esculpió la primera estatua de la diosa en el siglo IV a. C. en Cnido, una ciudad de Asia Menor que rendía culto a la almeja por la creencia de que el caparazón de uno de estos moluscos protegió a Afrodita. Su templo en Cnido, como en otras ciudades y lugares de Grecia, estaba situado cerca del mar.

Afrodita era además, por derecho propio, diosa del mar, un atributo que suele pasar inadvertido

Y es que Afrodita era además, por derecho propio, diosa del mar, un atributo que suele pasar inadvertido. No es de extrañar, porque la mayoría de los mitos en torno a su figura relatan sus aventuras o maquinaciones amorosas.

Superestrella de culebrón

A Hefesto le fue infiel con Ares y se coló por Adonis, al que tuvo que compartir con Perséfone. Eterna rival de Hera, se vengó de ella induciendo a Zeus a enamorarse de mortales, aunque este le devolvió la moneda. No es que el mujeriego Zeus no lo agradeciera, pero debía dejar clara su autoridad. 

El juicio de Paris. Pintura de Enrique Simonet de 1904.

Dominio público

Liante por naturaleza, unas veces como castigo y otras como premio, Afrodita desataba pasiones y actuaba de celestina con tirios y troyanos. De hecho, fue la verdadera culpable de la guerra de Troya. Prometió a Paris la mano de Helena, que ya estaba casada con el rey de Esparta, si la elegía como la diosa más bella. Lo hizo por vanidad, pero también para fastidiar a Hera.

Este artículo se publicó en el número 509 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

Este artículo se publicó en La Vanguardia el 12 de septiembre de 2019