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Fenicios: quiénes fueron los señores del Mediterráneo

Antigüedad

Pese a ser poco numerosos, estar políticamente divididos y no contar apenas con fuerzas de guerra, los fenicios se convirtieron en dueños del Mediterráneo. ¿Cuál fue la clave?

Preguntas y respuestas sobre los fenicios

El rey Luli de Sidón huye de su ciudad, atacada por Sargón II, en un barco de guerra fenicio

Dominio público

Durante la primera mitad del milenio I a. C. las naves fenicias surcaron sin descanso el Mediterráneo desde su lugar de origen, en la franja litoral sirio-libanesa, hasta llegar al estrecho de Gibraltar. En su momento hicieron posible un intercambio económico y cultural sin precedentes entre los pueblos de Oriente y Occidente. 

Para dar apoyo a sus recién estrenadas rutas, crearon factorías y asentamientos a lo largo de la costa, desde Chipre hasta Cádiz, pasando por Sicilia, Cerdeña y el norte de África, que con el tiempo se convirtieron en auténticas ciudades. 

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Cuando Fenicia decayó, una de estas colonias, Cartago, tomaría el relevo y mantendría vivo, aunque con personalidad propia, el espíritu fenicio varios siglos más.

Ciudades-estado

La costa de Canaán, en el actual Líbano, estuvo habitada desde la prehistoria, y en ella se habían formado ciudades desde muy antiguo. Los primeros restos de Biblos, por ejemplo, datan de 2700 a. C. Pero su desarrollo conoció el mayor impulso después de las violentas migraciones de los llamados Pueblos del Mar, que hacia 1200 a. C. acabaron con la civilización micénica, con epicentro en Grecia, y causaron una fuerte inestabilidad en el Mediterráneo oriental. 

Los supervivientes de la gran crisis resurgieron con vigor y formaron lo que se conocerá como Fenicia, nombre griego que significa país de los hombres de púrpura, en alusión al característico tinte utilizado en sus tejidos.

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Los fenicios vivían en ciudades independientes y, si bien tenían en común una serie de elementos aglutinadores, como el idioma, las costumbres, la religión y la cultura, Fenicia no existía como entidad territorial y nunca constituyó un estado unificado. 

Las urbes fenicias a menudo estaban enfrentadas por rivalidades comerciales, y ninguna de ellas llegó a imponer su hegemonía sobre las demás. Estaban situadas en penínsulas, como Biblos y Sidón, o bien en islas, como en el caso de Tiro. 

La ciudad de Biblos, fundada hace 7.000 años

Terceros

Cada una de ellas poseía un territorio en tierra firme que le permitía obtener los productos de la agricultura y la ganadería necesarios para su subsistencia. Su economía, sin embargo, se basaba sobre todo en la industria y el comercio, especialmente el marítimo.

A fines del milenio II a. C., los fenicios disponían de los conocimientos necesarios para lanzarse a la navegación de grandes distancias

Políticamente, estas ciudades-estado eran monarquías hereditarias. Estaban gobernadas por un rey al que asistía un consejo de ancianos, en el que se hallaban representadas las grandes familias de la poderosa clase social mercantil. De hecho, se trataba de un régimen a medio camino entre la monarquía y la oligarquía, que contaba también con un nutrido cuerpo de funcionarios.

A diferencia de otras culturas vecinas, los fenicios nunca tuvieron la ambición de conquistar territorios y someter a otros pueblos para aumentar el poder de sus gobernantes. Por eso no se preocuparon en destacar en el terreno militar. Basaban su defensa en la ubicación de sus ciudades en lugares de difícil acceso y en la protección de sus murallas. Y respecto a sus poderosos vecinos asirios y babilonios, prefirieron, antes que luchar, pactar y convertirse en sus tributarios.

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Navegar y explorar

La situación de las ciudades fenicias, rodeadas de montañas que hacían difíciles las comunicaciones por tierra y casi acorraladas por imperios poderosos, como el asirio, el hitita, el egipcio y más tarde el persa, hizo que el mar fuera su salida natural. 

A fines del milenio II a. C., los fenicios disponían ya de los conocimientos técnicos suficientes y de los materiales necesarios para lanzarse a la navegación de grandes distancias. Construían sus naves con la preciada madera de los cedros y cipreses de los bosques libaneses. 

Un barco fenicio sepultado en el fondo del mar en Murcia

Terceros

Una vez ensambladas las embarcaciones, las calafateaban con betún, una extraordinaria innovación que garantizaba su impermeabilidad. Poseían dos tipos de barcos: los de guerra, a los que incorporaron un invento que en su momento fue revolucionario, el espolón, con el que podían embestir a las naves enemigas; y los de carga, más anchos y lentos, pero con mayor capacidad.

La audacia de sus marinos les impulsó a emprender rutas hasta lugares alejados y desconocidos. Aprendieron a navegar también empleando como referencia la Osa Menor, lo cual hacía innecesario recalar en un lugar protegido para pasar la noche. De este modo podían alejarse de las costas, navegando a mar abierto, y cubrir grandes distancias en poco tiempo.

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Llegaron a ser tan buenos en esto que en numerosas ocasiones otros pueblos solicitaron sus servicios. El faraón egipcio Necao II patrocinó en el siglo VII a. C. una navegación llevada a cabo por barcos fenicios alrededor del continente africano, que se prolongó por espacio de tres años, tal como lo relata el historiador griego Heródoto. Este narra la sorpresa de los marineros al ver que durante gran parte de la ruta el sol salía por su izquierda y, a partir de un determinado momento, por la derecha, elemento que da credibilidad al relato del periplo.

Otro importante viaje del que tenemos noticia, en este caso a través de la Biblia, fue el impulsado por el rey Salomón de Israel. Llevó a los navegantes fenicios al país de Ofir, un lugar que no se ha podido identificar con exactitud. Según algunos estudiosos podría situarse en las actuales Etiopía y Somalia, aunque otros opinan que se hallaría en la península arábiga, concretamente en Yemen.

Dadas las enormes distancias, los fenicios iniciaron el establecimiento de factorías a lo largo de la costa del Mediterráneo central y occidental

En general, sin embargo, los viajes tenían propósitos comerciales. Inicialmente, los fenicios solían vender productos de lujo fabricados por sus artesanos y destinados a las elites a cambio de materias primas. Poco a poco fueron convirtiéndose en los grandes intermediarios del Mediterráneo. 

El comercio de intermediación les resultaba verdaderamente rentable: una nave partía de una ciudad fenicia cargada de mercancías, llegaba al primer puerto, vendía sus productos y a cambio cargaba otros, pero entonces no regresaba a su ciudad de origen, sino que se dirigía a un tercer lugar donde vendía los productos del segundo, y así sucesivamente. 

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De su propia producción, los fenicios ofertaban madera de cedro, tejidos (entre ellos los célebres de color púrpura), marfiles tallados, muebles de maderas nobles, colgantes, cuencos y jarras de oro y plata, y en general productos de artesanía de alto valor añadido. Intercambiaban la plata, el plomo y el estaño que obtenían en España, el trigo y el lino de Egipto, los bálsamos y la miel de Israel, los caballos y mulos de Anatolia, el marfil y los esclavos de África, el aceite y los cereales de Grecia...

Más que colonias

Pronto se vio que, dadas las enormes distancias, resultaba conveniente poseer bases repartidas por la costa, y los fenicios iniciaron el establecimiento de factorías en el Mediterráneo central y occidental. Los emplazamientos en los que se ubicaron los nuevos asentamientos reunían, por lo general, los mismos rasgos que caracterizaban a las ciudades de Fenicia: islotes muy cercanos a la costa o promontorios que pudieran defenderse con facilidad. No siendo beligerantes, los fenicios evitaron instalarse en lugares en los que la población local podía responder violentamente.

Las factorías, constituidas por almacenes y algunas casas y pobladas por pequeños grupos, eran visitadas periódicamente por las naves fenicias. Permitieron la apertura de rutas comerciales hacia el interior de las regiones en las que estaban situadas y se convirtieron en la base que coordinaba los intercambios con los habitantes de cada zona. Así, Chipre, Malta, Sicilia, Cerdeña, el sur de la península ibérica y el norte de África vieron nacer numerosos asentamientos fenicios. 

Pintura que muestra la obtención del púrpura fenicio, uno de los tintes más preciados de la antiguedad

Terceros

Estos a menudo han dejado escasos restos arqueológicos, lo que hace que resulte difícil datarlos. Así, mientras las fuentes literarias sitúan la fundación de Gadir (Cádiz) en el siglo XII a. C., no se han hallado vestigios anteriores al VIII a. C. En opinión de algunos expertos, este hecho no desmiente que Gadir pudiera existir desde el XII a. C. Se trataría sencillamente de que tal vez tardó varios siglos en convertirse en un asentamiento lo suficientemente desarrollado como para dejar rastro.

Chipre, primera etapa del movimiento colonial fenicio, se convirtió en el principal mercado internacional de la cuenca oriental del Mediterráneo

A partir del siglo IX a. C. las metrópolis fenicias experimentaron un considerable crecimiento demográfico sin que se produjera un aumento paralelo de recursos agrícolas, con lo que resultaron insuficientes para cubrir sus necesidades. También tuvieron lugar una serie de crisis políticas y cambios dinásticos, y al mismo tiempo se intensificó la presión de los asirios. El resultado fue que un numeroso grupo de población se vio obligado a abandonar sus ciudades y decidió dirigirse a las colonias o factorías para establecerse en ellas de forma permanente.

En Chipre, primera etapa del movimiento colonial fenicio, se instalaron sobre todo gentes procedentes de Tiro y Sidón, convirtiéndola en el principal mercado internacional de la cuenca oriental del Mediterráneo. Se trató de la única colonia fenicia que tuvo una dinastía propia de reyes, basada en la ciudad de Kitión. 

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En Sicilia los fenicios se asentaron por toda la isla. Cuando llegaron los griegos, sus grandes competidores en el comercio y la navegación, prefirieron replegarse en la zona de Motya. Las relaciones entre ambos pueblos, sin embargo, parecen haber sido buenas. La arqueología da indicios de ello: hay numerosos vestigios de presencia griega en la colonia fenicia de Motya y de presencia fenicia en la ciudad griega de Selinonte. 

Será mucho más adelante, a partir del siglo V a. C., cuando el expansionismo de las colonias griegas de Sicilia les lleve a duros enfrentamientos con las ciudades fenicias, por entonces ya en la órbita de Cartago. Las colonias de Cerdeña, por su parte, desempeñaron un importante papel en el comercio con el Tirreno, y en particular con los etruscos, con los que mantuvieron un intenso intercambio. En el sur de la península ibérica, además de Gadir, se fundaron Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra).

El momento de Cartago

En los siglos sucesivos los fenicios vivieron períodos de esplendor que se alternaron con otros de grandes dificultades, debido a la presión ejercida por Egipto, Asiria, Babilonia y finalmente Persia, antes de caer en manos de Alejandro Magno en 332 a. C. El rey macedonio tomó la ciudad de Tiro, hizo crucificar a todos los hombres y vendió a las mujeres y a los niños como esclavos. A la vista de la consideración, las demás ciudades fenicias se rindieron de inmediato. Más tarde Fenicia pasó a la órbita de Roma, que incorporaría su territorio a la provincia de Siria.

Poblado fenicio Sa Caleta, Baleares

Otras Fuentes

Mientras tanto, una de las colonias del norte de África, Cartago, cuya fundación, en el siglo IX a. C., se atribuye tradicionalmente a la mítica reina Dido y que había sido poblada por colonos de Tiro, se había convertido en el centro de poder de la presencia fenicia en el Mediterráneo central y occidental. Llegó a ser una gran potencia, que se disputó la isla de Sicilia con los griegos y se enfrentó, en las guerras púnicas, a aquella Roma que terminaría por aniquilarla.

Este artículo se publicó en La Vanguardia el 21 de julio del 2020

Este artículo se publicó en el número 475 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.