Megido, ¿la ciudad del rey Salomón?
La que muchos consideran prueba irrefutable del grandioso imperio de Salomón representa para la arqueología actual una fuente de incertidumbres e incluso de disputas.
Megido estuvo habitada desde época calcolítica (c 4000 a. C.), y ha llegado a acumular más de veinte estratos de población. Fue abandonada tras el período persa, alrededor de los siglos V y IV a. C. En los 4.500 años que estuvo habitada fue testigo de decisivas batallas y cambios de población, en especial el de la cananea a la israelita. Hasta no hace mucho, la mejor prueba de la existencia histórica de un gran imperio regido por Salomón se apoyaba principalmente en Megido y, como tal, el yacimiento era un poderoso argumento para los defensores del Antiguo Testamento y de la Torá.
No existe una forma clara de transcribir el nombre de esta ciudad. Las variantes que podemos encontrar van desde Megido hasta Megguiddó. Su etimología hace referencia al Apocalipsis de San Juan. En él se afirma que Megido es el lugar en que tendrá lugar la batalla final entre las fuerzas del Bien y del Mal: el término Armagedón es la contracción de Har Megido, la montaña de Megido, o, según otros, “el lugar de reunión de las tropas”, que vendría del hebreo. En realidad, se trata de una etimología debatible, como muchas de las teorías en torno a las ruinas de esta ciudad, escenario de múltiples conflictos, reales o imaginados.
La ciudad de las batallas
No aparecen documentos escritos de la historia de Megido hasta el reinado del egipcio Tutmosis III, que logró en esta ciudad cananea su mayor victoria en torno a 1479 a. C. y dejó constancia de su triunfo en los llamados “Anales” del templo de Karnak.
De acuerdo a la tradición bíblica, los reyes israelitas David y Salomón forjaron un gran imperio que tenía en Megido un importante cuartel.
Cananeo no es un término fácil de definir. En la Biblia está relacionado con Cam, hijo de Noé. En general, designa a la población anterior a los israelitas en la actual Palestina, aunque también puede aludir a toda la franja sirio-palestina, desde el III milenio hasta el siglo XIII a. C. En todo caso, Megido fue una de las ciudades cananeas más importantes.
Las estructuras más representativas de Megido se levantaron, según diferentes teorías, entre los siglos X-VIII a. C. De acuerdo con la tradición judía y bíblica, los israelitas, liderados por David y Salomón, formaron un gran imperio en el siglo X a. C., que tenía en Megido uno de sus cuarteles más importantes.
A la muerte de Salomón ocurrieron dos hechos destacados para la tradición bíblica. En primer lugar, la conquista de Megido por Sisac, un rey egipcio que se suele identificar con el faraón Sheshonq (c 926 a. C.), suceso todavía debatido. Y, en segundo lugar, una guerra civil, que conllevó la formación de dos reinos enfrentados: el de Israel, en el norte (con capital en Samaría), y el de Judá, en el sur (con capital en Jerusalén).
El declive de la ciudad de Megido coincide con la expansión del imperio de los asirios por Mesopotamia.
El primero fue gobernado por la llamada dinastía omrita, cuyo principal rey fue Ajab (s. IX a. C.), propietario de una gran fuerza de carros, según textos asirios. Este linaje fue suplantado por los últimos soberanos del vecino reino de Israel, como Jeroboán II (s. VIII a. C.), que llevó las fronteras de sus dominios a su máxima expansión.
La larga decadencia
El declive de Megido coincide con el ascenso de los reyes asirios, que derrotaron tanto al reino de Israel como al de Judá. En aquella época gobernaban en Egipto los últimos faraones nativos. Uno de ellos, Necao II, en su avance contra Asiria, libró batalla contra el rey judío Josías en Megido, a finales del s. VII a. C.
No mucho después, el Imperio persa se impuso sobre el asirio, y de esa época, mediados del s. V a. C., son los últimos hallazgos arqueológicos de Megido. En tiempos de Alejandro Magno, la temida ciudad del Armagedón era un pueblo abandonado. De no haber sido por la arqueología de finales del siglo XIX, seguiría enterrada a la espera del apocalíptico día.
El descubrimiento
Megido es tal vez el yacimiento más excavado y estudiado de Tierra Santa. Sin embargo, hace 150 años sólo los pastores nativos estaban interesados en la apacible colina. Este aislamiento comenzó a cambiar cuando el estudioso americano Edward Robinson visitó Tell el-Muttasellim en 1838 e identificó el lugar como el emplazamiento más verosímil de la bíblica Megido.
El arqueólogo Israel Finkelstein, en un polémico libro, rebatió las atribuciones bíblicas asociadas a la ciudad de Megido.
A finales del siglo XIX, la zona se encontraba controlada por Alemania. La primera excavación fue financiada por el gobierno del káiser Guillermo II, bajo la dirección de Gottlieb Schumacher, cuyas técnicas de excavación fueron denostadas en tiempos posteriores. Según él, todos los restos cananeos de Megido eran ejemplos de la idolatría pagana que condenaron los primeros profetas hebreos.
Acabada la Primera Guerra Mundial, fueron los estadounidenses quienes continuaron con la investigación. Los arqueólogos P. L. O. Guy y G. Loud descubrieron los establos de Salomón y la valiosa colección de marfiles del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, responsable de la campaña. Durante la expedición liderada por Guy salieron a la luz dos conjuntos de grandes edificios públicos. Guy los identificó como caballerizas de la época de Salomón. Su interpretación se basaba en la descripción bíblica de las técnicas constructivas salomónicas utilizadas en Jerusalén y en la mención de las ciudades salomónicas para carros y jinetes.
¿Castillos en el aire?
Tras la formación del estado de Israel en 1948, las excavaciones quedaron en manos del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea. Entonces, las aparentes pruebas de la grandeza del Imperio salomónico se reforzaron. En los años sesenta se descubrió la llamada “puerta de Salomón”. En la actualidad, Megido constituye el tercer yacimiento arqueológico más importante de Israel, después de Cesárea y Masada, con una media anual de cuatro millones de visitantes.
El último codirector de las excavaciones de Megido ha sido Israel Finkelstein, de la Universidad de Tel Aviv. En un libro polémico, La Biblia desenterrada, rebate muchas de las atribuciones bíblicas tradicionales de Megido. En su opinión, hay que adelantar en un siglo el período al que pertenecen los establos y la puerta de Megido, es decir, de la época de Salomón (s. X a. C.) a la de Ajab y Jeroboán II (ss. IX-VIII a. C.). Sus tesis siguen provocando enfrentamientos, algo que Megido parece atraer de manera natural.
Este texto se basa en un artículo publicado en el número 469 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com .