Hace tiempo se pusieron de moda los escape room. Ya saben, meterse en una habitación y pasar la tarde buscando pistas, resolviendo acertijos, desenredando enigmas para encontrar la salida. Una experiencia al parecer la mar de divertida. Luego, con la pandemia, durante esos días en los que mirábamos avizores por la ventana para asegurarnos de que las cosas no habían cambiado de sitio, el negocio pareció sufrir una lógica parálisis. Nada más lejos de la realidad. El escape room se estaba metiendo dentro de nosotros, ensanchándose por la lontananza hasta crear un universo de esquinas y tabiques. Nuestro domicilio primero y todo lo circundante después fueron convirtiéndose en un claustrofóbico recinto sin perspectiva. El planeta entero se nos fue llenando de ángulos muertos, de enigmas virtuales y de cerraduras de ocho caracteres con mayúsculas, minúsculas, números y símbolos especiales. No hay duda. La economía, las empresas y nosotros mismos vivimos desde entonces atrapados en un enorme escape room, intentando descubrir la solución mágica que nos permita escapar de esta caverna digital y tomar el aire. Y el rompecabezas se complica cada vez más entre Trumpantojos y jeroglíficos geoestratégicos.
El 'escape room' europeo. Bruselas busca a toda prisa una forma de escapar, en su caso de Estados Unidos, de Rusia y de su antológica compulsión reguladora. La historia observa estos días de cerca con su estrábica mirada esta anodina ciudad. Estrábica y también daltónica, porque el verde del Green Deal adopta ahora un tono marrón, como de camuflaje militar. “Bruselas parece la Viena de los años treinta”, comentaba en un restaurante esta semana de manera informal un eurodiputado español mientras pasaba las manos por debajo de la mesa. Hoy es más verosímil encontrar allí debajo un micrófono que un chicle pegado.
La cláusula de escape de la UE. Un año después de crearla, la UE acaba de activar la conocida como cláusula de escape que permite a los países incumplir las reglas fiscales. Se trata de forzar la cerradura para salir de la habitación de la disciplina presupuestaria e invertir 800.000 millones de euros en defensa, de los que 650.000 millones de euros irán con cargo a las cuentas públicas. Los países podrán exceder durante cuatro años en un 1,5% del PIB el déficit público si es para rearme militar. Una gran oportunidad para el ramillete de empresas del sector, como escribe aquí Fernando H. Valls. El acuerdo de gobierno en Alemania entre democristianos y socialdemócratas es histórico, como comenta aquí María-Paz López, y pasa por lo que Manel Pérez califica de keynesianismo militar.
Estados Unidos tiene su propio 'escape room'. Trump se encuentran mientras tanto girando a un lado y a otro la cerradura en busca de la combinación que permita salir a Estados Unidos de la habitación de su autodiagnosticada decadencia. Hay que abrir el candado acabando con el déficit comercial con China e impulsando la producción nacional, asegura convencido. El método es rudimentario, pero parece claro: desregulación, bajadas de impuestos y recortes del gasto público. Sin embargo, los primeros movimientos han sido bruscos y el nuevo cerrajero en jefe muestra un manejo nervioso de las ganzúas, a juzgar por la forma con que manipula el llavero de los aranceles. Mientras, la OCDE avisa de daños para la economía estadounidense e incertidumbres para la mundial, señala aquí Piergiorgio Sandri. Y la UE toma represalias, anuncia un plan para proteger su industria del acero y lanza su propio plan de rearme al margen del socio atlántico, informa Anna Buj.
La teoría de la devaluación del dólar. El plan de Trump --lo dicho, aranceles, menos impuestos, desregulación-- ocasiona inflación, conforme al mecanismo de ruedas dentadas de la economía. Impide por tanto a la Reserva Federal bajar los tipos, como ha quedado patente esta semana, informa Francesc Peirón. Eso implica a su vez un dólar fuerte, que es lo que menos desea la Casa Blanca, ya que dificultaría las exportaciones y avivaría esas mismas importaciones que intenta impedir a golpe de aranceles. He aquí el gran dilema del escape room americano. ¿Intenta la Administración Trump presentar un crecimiento débil para convencer a la Reserva Federal de que baje los tipos? ¿En eso consiste el truco de la Casa Blanca cuando habla de “periodo de transición”? Es la doctrina de Stephen Miran, asesor en jefe de Trump, que clama por un dólar débil a toda costa. Financial Times habla abiertamente de una “terapia de shock” --bajo crecimiento-- para lograrlo. Mientras, empresas españolas como Acerinox disfrutan de su audacia al anticiparse y ejercer de productores locales en Estados Unidos.

El presidente de Naturgy, Francisco Reynés
Y llegamos por fin al gran escape room empresarial, el de los fondos de inversión atrapados en las habitaciones sin ventanas del capital.
Porque los fondos de inversión que en la última década han tomado posiciones en las grandes empresas españolas se dedican a entrar en el accionariado, extraer rentabilidad e irse completando lo que en el argot se conoce como home run. Quedarse atrapado demasiado tiempo en el frasco de los ebitda les provoca ataques de ansiedad.
La autoopa de Naturgy. El mayor escape room empresarial es el que se plantea en esta compañía, en la que CVC y BlackRock claman por marcharse. Estos dos fondos suman el 40% del capital, como para no preocuparse los directivos de Naturgy con el relevo accionarial. Tras el intento fallido de Criteria de dar entrada a la emiratí Taqa, la solución pasa ahora por una autoopa por el 10% del capital, en una operación valorada en más de 2.300 millones de euros. La propia compañía adquirirá los títulos a los accionistas que deseen venderlos y luego los irá vendiendo para elevar la liquidez y facilitar la salida a los fondos atrapados. Un mecanismo ordenado para que CVC y BlackRock dejen de agitar los barrotes. Según informa Gabriel Trindade, todos los accionistas relevantes ya avalan el plan. Otro accionista, el fondo australiano IFM, que tiene el 16%, se prepara para sumar un segundo consejero. Este juego de porcentajes y representantes se desarrolla en una empresa de alto valor estratégico que negocia los principales contratos de abastecimiento de gas de España. Criteria ejerce de garante de españolidad.
La puerta árabe se abre en Tendam. Si los fondos confinados en Naturgy lo intentaron sin éxito con un grupo emiratí, otros lo han logrado. Dos firmas internacionales de capital riesgo, CVC y PAI, han acordado la venta de casi 68% en el grupo de moda Tendam, propietario de Cortefiel, a la familia real de Abu Dabi, informa Noemi Navas. Encuentran así la salida después de idas y venidas a despachos de banqueros de inversión para tantear una salida a bolsa. CVC y PAI conservarán cerca del 32% del capital, una participación minoritaria que les deja tranquilos.
Talgo, la habitación del pánico ferroviario. Las urgencias del fondo Trilantic por salir del capital --tiene el 40% junto a los Oriol-- y su pobre manejo de los acertijos políticos han ocasionado un antológico entuerto empresarial de resonancias continentales, del que ha venido informando Pilar Blázquez. Tras el portazo del Gobierno a los húngaros de Ganz-Mavag y su educado desplante a la polaca Pesa, la palabra que abre la cerradura es Sidenor. Ya hay un acuerdo para la compra del 29% de Trilantic, pero tarda en materializarse. La compañía acaba de anotarse pérdidas millonarias para afrontar la multa a Renfe --la mala planificación de los gestores ha dejado a los trabajadores sin el plus anual-- y se prepara para acoger ya al nuevo propietario en jefe, que es el dueño de Sidenor, José María Jainaga, un empresario vasco interesado desde hace tiempo por impulsar iniciativas industriales.
Europastry sigue sin encontrar la salida. Con el fondo MCH en el capital, el fabricante de masas congeladas intentó sin éxito el salto a bolsa en octubre. Como no ha dado con la palanca que abre la puerta secreta para la salida del fondo, ha decidido volver al principio, cuenta aquí Maite Gutiérrez. Regla número uno del buen jugador de escape room: desandar el camino cuando te halles en un callejón sin salida. El grupo, que tiene también a la familia Gallés como principal accionista, ha dado marcha atrás en los cambios de gobierno corporativo con los que se preparó para cotizar en bolsa.
El dueño de Cirsa ya mira al exterior. El fondo estadounidense de capital riesgo Blackstone compró hace siete años la empresa de juego a Manuel Lao y se prepara ya para venderla. Quiere hacerlo a través de una salida a bolsa, para lo que ya ha contratado a tres bancos, que son Deutsche Bank, Barclays y Morgan Stanley, informa Gabriel Trindade. Blackstone ha endeudado a la empresa por encima de los 2.200 millones, entre otras cosas repartiéndose un dividendo de bienvenida, y ahora quiere abrir el capital para rebajar el pasivo. Ya existe el precedente de una empresa de juego cotizada en bolsa, Codere. Acabó con la familia fundadora defenestrada y controlada por fondos oportunistas.
En fin, ¿quién no ha tenido alguna vez el deseo o la necesidad de escapar? Hacerlo por cierto a pie de Madrid es una aventura que requiere atravesar túneles y puentes. A la huida de la alienación, de la neurosis colectiva o de la negación de la naturaleza se dedicaron con éxito los filósofos de la sospecha, ya saben, Marx, Freud y Nietzsche. Los encierros carcelarios han colmado el cine y la literatura de planes de escape, desde la mortaja con la que el conde de Montecristo se evadió de la isla de If hasta los ensayos ante la gran pantalla de La fuga de Alcatraz, La gran evasión y Evasión o victoria. De manera consentida, caminamos ahora hacia la esclavitud de las pantallas, hacia la dopamínica condena de vídeos cortos, como si nos hallásemos atrapados en un recinto invisible. La vida es también un intento continuo de evasión en el que cavamos túneles con una cucharilla, coleccionamos objetos punzantes y atamos sábanas para desprendernos por las ventanas. Las huidas exitosas siempre tienen algo de genial, de juego de manos, de truco de magia. Por cierto, hace ya tiempo se publicó esta noticia: Un hombre encierra a los trabajadores de un escape room y les da instrucciones para salir.
Otras noticias de la semana

Josep Oliu y César González-Bueno, Banc Sabadell
- No será la última junta de accionistas del Sabadell. El banco celebró ayer su primera junta en la ciudad que da nombre a la entidad desde que hace unos meses anunciase su decisión de regresar a Catalunya. Sus directivos dejarán previsiblemente el cargo si triunfa la opa del BBVA, pero no está tan claro que sea la última junta. Su pronóstico es que, pese a comprar el banco, el BBVA tardará un tiempo en fusionarlo. Recibieron una ovación de los accionistas presentes, cuenta Eduardo Magallón.
- Juego de tronos en Versace. El grupo italiano atraviesa un momento delicado. Al relevo al frente de la dirección creativa, de la que saldrá Donatella Versace, se suman las informaciones sobre su posible venta a Prada y los problemas del lujo. Lo cuenta Elisenda Vallejo en su Sin Burbujas.
- El Santander cierra oficinas en Reino Unido. El Santander ha abordado una drástica reestructuración de su negocio en Reino Unido para situar el banco en condiciones de “invertir para el futuro” y mejorar su alcance digital. Cerrará el 21% de sus oficinas en el país, lo que dejará a unos 750 trabajadores “en riesgo de redundancia”.
- Cambios en la cúpula de Acciona. El presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales, ha abordado un amplio relevo en puestos de máxima dirección del grupo que afectan también a Acciona Energía y que concederán un papel más relevante a su hijo mayor, José Entrecanales. Arantza Ezpeleta será además la nueva consejera delegada de Acciona Energía.