Los nuevos aranceles del 25% al acero y el aluminio de la Administración Trump han encontrado a Acerinox en el lugar adecuado. El fabricante de acero inoxidable y aleaciones de alto rendimiento es una de las pocas compañías estrictamente industriales del Ibex. Lleva años tomando posiciones en Estados Unidos y hace pocos meses compró una empresa para crecer en los productos de mayor valor añadido. Su empeño le ha convertido en un fabricante local y, con ello, en una de las compañías llamadas a sacar provecho del plan de Trump de hacer a América grande de nuevo. Lo hace tras templar los ánimos en su planta de Algeciras, sometida el año pasado a un largo conflicto laboral.
Acerinox tiene una capacidad de producción de 3,5 millones de toneladas de acero inoxidable y aleaciones al año, lo que no está nada mal, a la vista de que la producción mundial ronda los 50 millones. Cuenta con quince fábricas, entre las que sobresalen cuatro, ubicadas en Estados Unidos, España, Alemania y Sudáfrica; y sus productos se venden en 80 países.
Bernardo Velázquez, consejero delegado de Acerinox
Sin embargo, en todo este despliegue destaca la fábrica de North American Stainless, ubicada en Kentucky, a orillas del río Ohio. “Es el referente de la industria”, indican en la propia empresa. Acerinox empezó a construirla en 1990 y allí genera ahora cerca de la mitad de los ingresos del grupo, que en el año 2023 –en breve se presentarán los resultados del 2024– ascendieron a 6.608 millones de euros.
A finales del año pasado, Acerinox cerró la compra de la empresa de aleaciones de alto rendimiento Haynes International, también en Estados Unidos. El valor de empresa, deuda incluida, es de 970 millones de dólares (unos 930 millones de euros), pero a Acerinox le merece la pena el esfuerzo. Según explica, este grupo de 113 años de historia cumple con una ambicionada triple A: América, Aleaciones de alta calidad y Aeroespacial, lo que significa alto valor añadido. “Mejor posición mundial en aleaciones de alto rendimiento y oportunidades de crecimiento”, fue como resumió la compra el consejero delegado, Bernardo Velázquez.
La compra de Haynes le refuerza en Estados Unidos en aleaciones de alta calidad y en el sector aeroespacial
“Estados Unidos es el mercado que nos ofrece mayores oportunidades del crecimiento”, señalan desde la empresa. Otro ejemplo del interés de Acerinox por el país son las inversiones de 244 millones de dólares que el grupo está abordando. Con este esfuerzo, es capaz de responder a demanda interna sin tener que exportar desde España.
Estos movimientos han puesto a la empresa a salvo del reciente anuncio de Trump de nuevos aranceles en la conocida como Sección 232, la del acero y el aluminio. En su anterior mandato, el actual presidente de Estados Unidos ya levantó una barrera comercial en este lugar que Biden no llegó a retirar del todo. “El proteccionismo viene de atrás”, recuerdan las fuentes, antes de recordar que Obama ya implantó medidas para defender la producción local.
El año pasado vendió su fábrica de Malasia y tuvo un conflicto laboral de cinco meses en la de Algeciras
La empresa considera un “acierto estratégico” haber entrado en el sector de aleaciones de alto rendimiento, ya que “ha permitido alcanzar un nuevo umbral de rentabilidad en un entorno de gran caída de la demanda”. En el 2023, el consumo de acero descendió un 20% en Estados Unidos y en Europa, y normalizó los resultados de una empresa que había logrado resultados récord en el 2021 y en el 2022.
La redoblada apuesta americana ha exigido también una reordenación de mercados. Acerinox vendió el año pasado su fábrica de Malasia Bahru Stainless por 95 millones de dólares, a lo que se suman los serios problema laborales en la planta de Algeciras, donde el año pasado la plantilla estuvo cinco meses en huelga. El grupo firmó el nuevo convenio para la fábrica andaluza en junio, en el que se incluyen medidas de flexibilidad. La huelga provocó un impacto negativo de 43 millones el año pasado.
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En el 2023, Acerinox ganó 228 millones y repartió 150 millones en dividendos. La principal beneficiaria es la familia March, cuyo holding cotizado Alba tiene un 18,9% en la empresa. Le sigue con un 5,7% la Fundació Daniel Bravo Andreu, creada por el empresario catalán del mismo nombre, fundador de Prodesfarma y fallecido el año pasado a los 94 años.
