Gala Pin: “En estos tres años hemos aprendido que la policía es imprescindible para Barcelona”
Entrevista
La concejal de Ciutat Vella asume que el distrito vive una crisis de inseguridad y argumenta por qué no prevé dimitir
El aumento de la inseguridad y las recientes escenas de violencia en Ciutat Vella ha puesto en el centro del huracán político a la concejal del distrito, Gala Pin Ferrando (Valencia, 1981). Fue compañera de filas de Ada Colau en la PAH y se la considera una de las ediles más cercanas a la alcaldesa. Y es, también, portavoz de la ejecutiva de Barcelona en Comú.
En esta entrevista para La Vanguardia, Pin responde a las críticas de la oposición y de la conselleria de Interior y valora otros proyectos del mandato como la reforma del Moll de la Fusta, el retraso en Can Seixanta o la adquisición fallida de la Foneria de Canons.
Este verano los robos violentos en Ciutat Vella se han disparado un 50%. ¿Hay un problema de orden público en su distrito?
Sería absurdo negarlo. Vivimos una situación de excepcionalidad que requiere dejar el partidismo de lado y alinear a todas las administraciones para que la gente pueda vivir tranquila en su barrio y en su casa. El Ayuntamiento tiene competencias limitadas. La colaboración de Guardia Urbana y Mossos es ejemplar y en el conjunto de ciudad la policía municipal hace mucho trabajo, por ejemplo el 60% de las denuncias y detenciones por hurto. Pero los dos cuerpos policiales nos manifiestan que no pueden hacer más porque falta implicación de Judicatura y Fiscalía. No se pueden tardar ocho meses en juzgar a un detenido por hurto, hace falta un juicio rápido esa misma semana. Y la Generalitat debe admitir que hacen falta más efectivos en la calle.
La alcaldesa cifraba hace unos días en 1.000 agentes esta demanda, aunque reconocía que su incorporación solo puede ser progresiva porque antes hay que formarles. Aunque Interior accediera, sería una solución a medio o largo plazo.
Igual que nosotros hemos destinado 11 millones de euros a remunerar horas extra de la Guardia Urbana, Interior puede invertir en horas extra y recursos extra de los agentes que ya están formados. El plan de choque de este verano costó cinco millones de euros y gran parte fue para horas extra.
A propósito de este plan: se pactó en mayo como herramienta de intervención rápida y este agosto ha sido el más violento en una década. ¿Ha fracasado?
No, hace un abordaje integral. Por ejemplo habilitó un equipo que detecta pisos vacíos para evitar ocupaciones. También amplió el horario de la Sala Baluard y el número de educadores que trabajan con los consumidores. Pero no podemos perder de vista que hemos estado muchos meses sin Govern y que hay que recuperar el tiempo perdido. Un ejemplo ilustrativo son los almacenes de l’Hospitalet o Cornellà que subministran dosis pequeñas a los narcopisos del Raval, ahí no podemos actuar. Además de más agentes, hay que priorizar la investigación criminal.
Nuestro compromiso es mejorar la convivencia, no prometeremos que no habrá prostitución”
Entonces, si a pesar de los recursos municipales ya movilizados no remite la inseguridad, ¿qué piensa hacer el gobierno Colau para apaciguar las calles a corto plazo? ¿Cuándo se notará una tregua?
Ojalá el Ayuntamiento tuviéramos la llave. Si conseguimos que se habiliten más juzgados de guardia, haya más Mossos en la calle y más investigación de las redes criminales, que Fiscalia pida penas ejemplarizantes a quienes delinquen de forma reiterada en el distrito… Si logramos alinearnos las diferentes instituciones, sí que se podrían ver resultados. Ya hacemos todo lo que está en nuestras manos, como intensificar las inspecciones administrativas a clubes cannábicos y cerrar 61 en el último año, en vista de la saturación de las investigaciones penales por droga.
Las imágenes de violencia reiteradas –navajazos, machetes, batallas campales…– tienen un evidente desgaste electoral. Y los frutos de la colaboración institucional difícilmente llegarán antes de las elecciones.
Ciutat Vella siempre ha sido un ring electoral el último año de mandato. Espero que haya un cambio de actitud en la conselleria de Interior. Llamaremos a las puertas de todos aquellos que pueden mejorar la situación y mantendremos las horas extra de la Guardia Urbana hasta que mejore la situación.
Para el ciudadano resulta sorprendente oír ahora a Ada Colau reclamando más Mossos cuando en campaña electoral y el pasado mandato ICV y Barcelona en Comú criticaban frontalmente la presión policial en problemáticas con componente social. Dos relatos del todo opuestos.
La seguridad no es solo policía, claro, hay una parte de políticas comunitarias. Pero no podemos ser ingenuos, Barcelona es una gran ciudad muy codiciada. Y no tengo ningún problema en reconocer que hay gente [del gobierno municipal] que veníamos de los movimientos sociales y no conocíamos el ámbito de la seguridad. En estos tres años hemos aprendido que la policía es un servicio público imprescindible para que la ciudad vaya bien. Muchos mandos de Urbana han hecho un esfuerzo para acompañarnos y además tenemos un comisionado de Seguridad que sí venía del ramo. Hemos cambiado discurso y visión con madurez y responsabilidad.
De forma muy concisa: ¿Cuál es su receta contra los narcopisos?
Leyes que penalicen los pisos vacíos y la acumulación. Más investigación criminal: la droga no crece en el Raval y tenemos que saber por dónde entra y quién la entra. Y colaboración vecinal-policial para detectar los pisos y la de los jueces para obtener rápido órdenes de entrada.
El top manta se ha disparado en los últimos dos años, a pesar de que ya están operativas las salidas laborales alternativas (Diomcoop, Alencoop…) prometidas como solución. Y entre enero y agosto de 2018 se han impuesto un 21,5% menos de multas por venta ambulante que en 2017.
Hay que flexibilizar la Ley de Extranjería para conseguir más permisos de trabajo, porque muchos de los manteros no lo son por placer. Pasa en muchas poblaciones costeras catalanas y seguirán llegando migrantes en situación precaria. Hemos priorizado los decomisos de los objetos a la venta porque es mucho más efectivo que multar. Muchas veces el vendedor sancionado es insolvente y además se dificulta su proceso de regularización.
Precisamente al decomisar la mercancía es cuando se producen la mayoría de escenas de tensión entre policía y manteros.
Podemos haber tenido escenas puntuales, pero como en todos los mandatos. El decomiso es un mensaje de que esta actividad no está permitida en la vía pública.
Los vecinos de la Illa Robadors llevan muchos años reclamando orden en sus calles y señalando la prostitución callejera como desencadenante de peleas e incivismo.
No tengo claro que todo el incivismo tenga que ver con las trabajadoras sexuales, también procede del polo de ocio nocturno y el incremento de la delincuencia. Y no hemos escondido nunca que nuestra postura: hay que proteger los derechos de las mujeres que se dedican a la prostitución e intensificar la lucha contra la trata. La que decida libremente hacer uso de su cuerpo tiene que poder hacerlo manteniendo la buena convivencia, y ojalá que no en unas condiciones tan precarias. Hicimos una mediación con mujeres y vecinos y mantenemos nuestro compromiso de mejorar la convivencia y ayudarlas a dejar la calle. No prometeremos que no habrá prostitución.
Hace dos semanas cuatro de los siete grupos municipales pidieron su cese como concejal de Ciutat Vella y los otros dos grupos se abstuvieron. ¿Puso a disposición de Ada Colau su cargo, ese día?
La alcaldesa en ningún momento me lo pidió. En todo momento se me transmitió que mi cargo no estaba en duda y que relevarme no era una opción viable. Tampoco pensé en dimitir, tengo un compromiso con la ciudad. Y curiosamente al día siguiente tuvimos Audiencia Pública y las primeras intervenciones fueron de vecinos usualmente muy críticos que manifestaron que no querían mi dimisión.
¿Se vería un segundo mandato al frente de Ciutat Vella? ¿Qué caducidad pone a su paso por la política institucional?
En este trabajo hay un componente de amor y si tengo que volver a estar en el gobierno, el trocito de ciudad que más quiero es Ciutat Vella. El código ético de mi partido marca un máximo de ocho años: debe haber un límite para no acabar considerando que la institución te pertenece y tomando distancia de la calle. ¡Y para ser más felices!
No pensé en dimitir, tengo un compromiso con la ciudad”
Hace un año y medio anunció que quería remodelar el frente marítimo, en especial el Moll de la Fusta. ¿En qué punto está?
Dentro de un mes espero presentar ya el nuevo proyecto para el Moll de la Fusta, fruto de un acuerdo con el Puerto que revierte dinámicas de pleitesía municipal durante muchos años. Es la primera vez en muchos años que el ayuntamiento pone un pie en esta zona, que tendrá nuevos usos deportivos y de estancia comunitaria. Queríamos intervenir también en el muelle Bosch i Alsina, el que toca al mar, pero el Puerto no ha querido.
El Maremágnum ha quedado tocado con el cierre de los cines y del IMAX. ¿Qué futuro le espera?
Desgraciadamente es una concesión que hace la Autoridad Portuaria y seria un gran gesto que se pudieran pactar las condiciones. El modelo actual seguramente es caduco y habría que pensar qué necesita la ciudad que haya aquí. Yo me inclino por usos culturales y vinculados a oficios del mar.
Intentó comprar sin éxito dos inmuebles icónicos de la Rambla: la Foneria de Canons y el Teatre Principal. ¿Qué ha fallado?
La Foneria pertenece a la Generalitat e intentamos negociar su compra dentro del paquete de inversiones para la L9 del metro. Ofrecimos un precio, la Generalitat pidió otro superior, acudimos a un tercero que lo tasó en un importe aún menor y no hubo acuerdo. Espero que, aprovechando la reforma de la Rambla, la Generalitat priorice rehabilitarla y sea un espacio para la cultura contemporánea. En cuanto al Principal, ahora mismo la propietaria no tiene voluntad de venderlo pero en un futuro este teatro deberá ser público, sea del Ayuntamiento o de un consorcio.
En la lista de presuntos recortes están las rehabilitaciones de Can Seixanta y el Teatre Arnau. ¿Se atreve a ponerles fecha?
Los dos proyectos están en fase de redacción. No hemos puesto calendario al Arnau porque se está haciendo el trabajo arqueológico previo y ya sabemos que en Ciutat Vella cuando levantas una piedra encuentras de todo. Can Seixanta sí que se reprograma y en vez de empezar la obra en 2019 tendrá que empezar en 2020.
Al comprar y convertir en equipamiento Can Seixanta, los talleres y entidades que ‘salvaron’ tendrán que irse. ¿No es una incoherencia?
Desde la primera reunión les advertimos que si en algún momento la fábrica era pública no se podría mantener la actividad actual. Les hemos ofrecido acompañamiento para que las actividades se reubiquen en espacios públicos o privados. Pero hemos invertido seis millones en la compra y otros 10 en la rehabilitación y hay que hacer un uso responsable del dinero público. Debemos dar cobertura a las necesidades del Raval, como un casal de jóvenes, que no hay ninguno siendo el barrio con más jóvenes.
La Barceloneta está dividida sobre el Hermitage. ¿Cuál es la apuesta municipal?
Aún no conocemos a fondo el proyecto rehecho. Mi postura personal es que Ciutat Vella tiene 83 centros culturales y no nos interesa este museo en la Nova Bocana. Difícilmente será rentable a largo plazo y acabará siendo un gasto para la red de equipamientos de la ciudad.
¿El pacto entre Puerto y Ayuntamiento para redistribuir los muelles resuelve el flujo de cruceristas?
No, pero ayuda porque aleja los cruceros y reduce las terminales que preveía el Puerto. Lo que resolvería la movilidad es menos cruceristas, que solo pasan en la ciudad 4:30 horas de media.
Este verano tampoco ha sido fácil en la Barceloneta a causa de los apartamentos ilegales y del incivismo del turismo low cost. ¿Cómo se eleva la ‘calidad’ de los visitantes?
Hace falta sí o sí un compromiso de los operadores turísticos y precisamente el Plan Estratégico de Turismo está trabajando con ellos un plan de marketing para mejorar cómo promocionamos la ciudad. Seguramente tenemos que ir hacia una Barcelona más de eventos y menos de lugares: que la gente quiera venir a la bienal Barcelona Ciutat Oberta, al Festival Grec… También a algunos grandes acontecimientos. Otro factor en la Barceloneta es el polo de discotecas de la playa, que en su momento tuvo sentido pero ahora ya no. Nunca pediremos a los vecinos que no se quejen y protesten. Es un barrio muy frágil a nivel habitacional, con muchos desahucios, y tenemos que cohesionarlo para que la gente no deba irse.
¿Sigue viviendo en la Barceloneta?
Sí, y de hecho me han subido el alquiler 350 euros este mes. Estuve mirando en otros barrios de Ciutat Vella pero al final llegué a la conclusión que a nivel emocional no me salía a cuenta irme.
La pugna para ver quién tiene el maragallismo más grande olvida a la población migrada y joven”
¿Es maragallista, usted también?
En esta ciudad no puedes decir que no lo eres, pero esta pugna para ver quién tiene el maragallismo más grande olvida a la población migrada y a toda una generación de jóvenes. Habla de una ciudad de hace mucho tiempo. Reconozco la labor de la época de Pasqual Maragall, con puntos críticos, pero hay que hacer política del siglo XXI.
¿Y octubrista?
El 1 de octubre fue una demostración de autoorganización como no se había visto nunca, un clamor clarísimo y pacífico. Y estuve durmiendo en mi cole, el Mediterrània, uno de los que recibió más represión. Pero que de ahí no sale un mandato para proclamar la independencia. Y nos ha llevado al mayor ataque a la soberanía, que es el 155 por. Ahora lo que hace falta es un referendo pactado para ejercer nuestro derecho a decidir, con mucho orgullo del 1 de Octubre y mucha vergüenza y miedo de que el Estado sea capaz de reprimir de aquella forma.