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La Barceloneta lanza un grito desesperado ante el incivismo

Repunte de la inseguridad

El barrio carga contra la permisividad del Ayuntamiento y dice sentirse olvidado

Masificación. Es uno de los barrios con las viviendas de menor superficie que se desbordan cada día por el paso continuo de turistas

Llibert Teixidó

Dos chicos jóvenes se acercan a una pareja de turistas que peinan canas, sentados en un banco próximo a la plaza del Mar de la Barceloneta. Uno les pregunta en italiano cómo ir a la Rambla, mientras que un tercer joven, poco a poco, se acerca por detrás a la pareja. Ella tiene el bolso despistado. Es una presa fácil. “¡Largaros de aquí!”, irrumpe de pronto un vecino septuagenario con toalla al hombro, haciendo aspavientos. Los tres chicos se marchan gesticulando ante la sorpresa de los turistas. “Esto es cada día... Y estos porque eran mayores y me sabe mal, pero si llegan a ser turistas mochileros no hago nada. Casi son peores que los ladrones”, confiesa el vecino.

La Barceloneta es desde hace años un termómetro del estado del incivismo y de la inseguridad en Barcelona y este verano el medidor está a punto de estallar. El barrio es la punta enorme del iceberg de un problema por el que fue reprobada la alcaldesa Ada Colau el pasado miércoles: el repunte de la inseguridad, el incivismo y la inacción de la administración ante los problemas. “Con todos los respetos, pero esto a veces parece Magaluf. Turismo de borrachera creando incivismo y vandalismo, coches rotos, gritos y peleas a toda horas”, denuncia el vicepresidente de la asociación de vecinos de la barriada, Manel Martínez. “Lo que denunciamos no es un ataque contra Ada Colau, más bien se trata de un grito de supervivencia”, añade.

Y lo cierto es que, tras varios paseos por la zona, ningún otro vecino le desmiente. Tampoco el paisaje que se observa, compuesto casi a cualquier hora por turistas borrachos y drogados, quinquis y ladrones de medio pelo campando a sus aires o vendedores ambulantes que parecen supermercados de la droga. Un ecosistema caótico y sucio ante el que la Guardia Urbana, según aseguran los vecinos, no da abasto: igual que su paciencia.

Los habitantes de la Barceloneta se sienten olvidados por el Ayuntamiento y lo peor es el pesimismo. No ven ningún indicio de que la cosa pueda ir a mejor. Quizás, porque ya hace años que advierten lo que padecen ahora.

En el 2014, durante la etapa del alcalde Xavier Trias, los residentes ya tomaron las calles para alertar del caos que vendría derivado del turismo de borrachera. Y desde entonces, los pisos turísticos ilegales han crecido como setas: ninguna manzana de viviendas se libra de acoger varios. De hecho, el paso de turistas que suben y bajan de las viviendas, que entran y salen, algunos armados con jarras de cerveza, es continuo. “El gobierno municipal nos engaña. Es cierto que inician procesos pero nunca nos responden cuando preguntamos si las multas se han puesto o no”, reprocha Martínez.

Vendedores ambulantes en la barceloneta playa

Llibert Teixidó

La asociación de vecinos suscribió a principios de este mes, como avanzó La Vanguardia, un manifiesto con el Gremi d’Hotels de Barcelona en defensa del turismo de calidad que consideran clave para sustituir al incívico. Cargaban contra el desarrollo descontrolado de los apartamentos turísticos ilegales y la inacción del Ayuntamiento. Oficialmente en la Barceloneta hay una setentena de apartamentos turísticos legales, pero los vecinos calculan que pueden ser más de 700 los ilegales. De hecho, a fecha de 20 de julio el Consistorio reconoció tener 840 expedientes abiertos contra alojamientos irregulares, aunque en lo que va de año tan sólo han hecho 15 precintos.

“El turismo se ha degradado mucho, es de muy baja calidad”, certifica Luis Bara, que regenta un estanco en la calle La Maquinista y que no olvida cuando llegó al barrio a principios de los años ochenta. “Al poco me di cuenta de que esto era como un pueblo, ahora los vecinos de toda la vida se van por el aumento del precio de los alquileres”.

Sale más rentable alquilar los pequeños pisos a grupos de turistas borrachos –a razón de 800 euros o más a la semana– que a vecinos que han crecido allí. Existe burbuja y descontrol. Porque además nadie controla cuántas son las personas que se acaban alojando en estas polémicas viviendas.

Si bien ya ni siquiera es necesario tener un techo para pasar la noche en la Barceloneta. El más claro ejemplo son las decenas de turistas que han acampado, literalmente, en el parque de la Catalana desde hace semanas. Unos van y otros vienen. Beben, se drogan y vomitan o hacen sus necesidades donde sea. Aunque no sólo se micciona allí. Durante la reciente ola de calor algunos puntos del barrio apestaban.

Los trabajos mantendrán cortada la calle Urgell entre Tamarit y Floridablanca toda esta próxima semana

Mané Espinosa

Y está la droga. Cada vez preocupa más. Después de muchos años se vuelven a ver jeringuillas en las calles, según explican los vecinos. Diversos colectivos del barrio han llegado a indicar a la policía los pisos en los no sólo se consume, sino que también que se venden estupefacientes. “Hay pisos ocupados desde los que se distribuye la droga”, apunta Miquel Palou, junto a Margarita Roca, responsable del Cafés Salvador, uno de los pocos comercios de alimentación históricos que se conservan.

“Está siendo un verano muy malo, hay muchos robos, muchos tirones... y luego están las drogas”, dice también Margarita. “Es que todo está relacionado, si hay una masificación del turismo, vienen más ladrones”, argumenta Miquel. “Barcelona se le fue de las manos. El Ayuntamiento debe abrir los ojos. No puede haber tanta permisividad ante estos problemas”, sentencia ella.

El turismo que se aloja en apartamentos ilegales se ha disparado en tres años”

“¿Cerveza? ¿ Cold beer? ¿Marihuana? ¿ Cocaine?”, pregunta uno de los muchos lateros que también campan por el barrio, por la arena de la playa y pisando asfalto. Los hay que por la mañana venden pareos y por la noche droga, a pie o compatibilizando el servicio con el paseo en el bicitaxi. “A los lateros se les puede pedir lo que quieras, pueden conseguir hasta caballo”, asegura Arturo, que está celebrando un cumpleaños infantil en la plaza del Llagut. Globos de agua, niños corriendo y jugando, mesas de camping, algo de picoteo... “Cuando yo era crío íbamos a la playa desde casa con la toalla a cuestas, ahora prefiero ir con mis críos a Castelldefels”, añade Arturo. “Incluso hemos pillado a gente practicando sexo en plena calle en diversas ocasiones,”, tercia Marta, que se ha tenido que ir de la barriada debido al estallido de los precios del alquiler causado por el turismo descontrolado.

En la Barceloneta, cuando los clientes se sientan en la terraza de un emblemático restaurante del barrio lo primero que hacen los camareros es advertirles: “Ojo con los bolsos, vigilad bien, últimamente hay muchos robos”. “Todo se está degradando, necesitamos más control, se mueve mucha droga, entiendo que los buenos clientes se vayan a otros barrios, no es normal que un borracho se ponga a orinar al lado de las mesas”, reniega uno de los responsables de uno de estos locales de siempre.

Las jeringuillas vuelven a la calle y aparecen pisos en los que se vende droga”

Mientras tanto un camarero muestra una foto de un turista echándose la siesta en un colchón en plena calle justo al lado de la terraza. “Aquí se han superado épocas muy duras, una vez el Ayuntamiento nos pidió instalar una terraza para mejorar la imagen, ahora las persiguen, no tiene sentido”, critica el restaurador.

Y por si fuera poco todo lo anterior, la Barceloneta este año está más sucia que en otras ocasiones. Algunos vecinos definen la playa a primera hora de la mañana como un estercolero. Hay también una plaga de ratas y de cucarachas.

“Existe una total asincronía entre el gobierno municipal y la gente”, lamenta el vicepresidente de la asociación de vecinos.

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