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Inquietud por el vaciado asociativo de Can Seixanta

Raval

Los artesanos que lucharon para salvar de la piqueta a la histórica fábrica no tienen cabida en el futuro equipamiento municipal

Tras la rehabilitación, que no tiene fecha oficial, acogerá dos bibliotecas y un casal de jóvenes

Interior de Can Seixanta, el último gran reducto de talleres creativos del Raval sur

David Airob

Un runrún de malestar se cuece en los precarios talleres de la casa-fábrica Can Seixanta, en el corazón del Raval. Los artesanos y colectivos que habitan este edificio catalogado no aparecen en los planes de futuro del Ayuntamiento de Barcelona, que compró la histórica finca por seis millones de euros para evitar que se demoliera y convirtiera en pisos de lujo. Dos años después, la nueva etapa va tomando forma: el edificio albergará pisos sociales, dos bibliotecas asociativas y un casal de jóvenes. Muy probablemente los locales para entidades y artistas desaparecerán. O lo que es lo mismo: aquellos que batallaron para salvar Can Seixanta de la piqueta han quedado excluidos de su futuro.

La burocracia para la conversión en equipamiento público se puso en marcha el pasado mayo, cuando se aprobó en comisión la modificación urbanística que avala el cambio de usos. El trámite iba acompañado de un detallado pliegue de informes de BIMSA previos a la rehabilitación de la finca, que por ahora no tiene fecha. En ellos se especifican los derribos previstos y a qué se destinará cada una de las cuatro plantas del inmueble. Un gráfico de colores lo deja meridianamente claro: de la decena de inquilinos actuales solo podrá quedarse uno.

La exclusión del resto de colectivos levanta ampollas entre los afectados. A mediados de septiembre tienen prevista una reunión con el distrito de Ciutat Vella en la que expresarán su reivindicación de quedarse en Can Seixanta. Y la posibilidad de volver a movilizarse, esta vez en víspera de elecciones, si no les ofrecen una solución. Se trata de espacios de trabajo diario, que en muchos casos constituyen el modus vivendi de sus inquilinos: una sala de capoeira, un coworking de creadores, un estudio de escultura, otro de cerámica, una plataforma de intercambios culturales…

Plano de los futuros usos de la antigua casa-fábrica 'Can 60' del Raval tras la rehabilitación

Ayuntamiento de Barcelona

“Hemos pedido que nos reubiquen en el barrio, pagando un alquiler por supuesto, pero con estabilidad para poder seguir ganándonos la vida con nuestras actividades”, resume la ceramista Isolda Piñol, que regenta el atelier CanFanga. Lamenta que han quedado “en un limbo legal” desde la adquisición municipal, puesto que ahora carecen de contrato y de licencia: “Querían mantenernos el mismo alquiler pero no lo vemos justo en las condiciones tan precarias en las que estamos, sin calendario de futuro ni el más mínimo mantenimiento”. “Antes cuando había una gotera, una avería eléctrica o lo que fuera, llamábamos a la propiedad y nos lo arreglaban”, compara.

“No nos dicen nada concreto, han hecho su proyecto sin contar con nosotros”, critica otro inquilino, que prefiere no ser citado. “Dicen que todo es muy participativo pero solo nos ofrecen direcciones de email para que nos busquemos un local”, protesta. Los que llevan más años en el edificio –en algunos casos tres décadas– no conciben tener que irse del Raval, donde sus proyectos se desarrollan en red con los de otras entidades sociales, culturales y deportivas. “Si no nos reubican bien en el barrio, estarán haciendo lo mismo que iba a hacernos la inmobiliaria”, acusa.

Gráfico de los derribos previstos en la antigua casa-fábrica 'Can 60' del Raval: solo se suprimirán las remontas del siglo XX sin interés patrimonial

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Piden, por ello, una cesión de uso provisional hasta que empiecen las obras y pactar caso por caso reubicaciones justo antes de la rehabilitación. El encadenamiento de fases es relevante, además, porque la labor artística tiene una función preventiva sobrevenida: “Estamos rodeados de narcopisos, hay días que nos encontramos a toxicómanos en el portal… Al Ayuntamiento no le interesa que Can Seixanta quede vacío”, advierte Piñol.

Una de las fórmulas que les han propuesto, revelan, es el programa de Bajos de protección oficial, que cede locales en desuso a proyectos de interés social y a emprendedores. Sin embargo, la duración del contrato es de solo dos años, lo que para algunos artesanos no compensa la inversión de trasladar todo el equipo y herramientas.

Dos bibliotecas asociativas únicas

La única entidad que podrá quedarse en Can Seixanta, según el proyecto municipal, es la Factoría Heliográfica. Su valiosa biblioteca sobre los albores de la fotografía abrirá al público general, igual que su archivo fotográfico de Martí Llorens sobre la evolución arquitectónica y urbanística de Barcelona en los últimos 30 años. “Ya estamos trabajando un programa de actividades de divulgación, creación y docencia para que la nueva etapa tenga más retorno social”, avanza Rebeca Mutell, de la Factoría Heliográfica. Aún así, reconoce que tampoco les han comunicado “ninguna fecha para la rehabilitación” y que les “inquieta” que salte al próximo mandato por si cambiara el gobierno municipal.

También tendrá su sede en Can Seixanta otra destacada colección documental, la del centenario Ateneu Popular Enciclopèdic. La cesión dará cumplimiento al acuerdo firmado en 2009 con el consistorio de Jordi Hereu y ofrece al fin unas instalaciones dignas para la custodia y consulta pública del mayor archivo sobre el obrerismo barcelonés.

Probables sorpresas arqueológicas

Los informes técnicos previos a la rehabilitación ya advierten que el subsuelo esconde restos arqueológicos, que se han detectado mediante georadar. Es muy probable la aparición de vestigios de una noria y balsas de agua, procedentes del pasado agrícola de la zona. También aflorarán los cimientos de la sala de máquinas de vapor y la chimenea de la etapa industrial (s. XIX), cuando esta fábrica de hilaturas de la familia Tarruella dio origen a la expresión popular “esto parece Can Seixanta” por su frenética actividad. No se descartan restos romanos o prehistóricos, aunque no hay indicios por ahora.

Según los planos, buena parte de los usos ya estarían decididos. Así, el edificio contaría por ejemplo con un auditorio, una sala de actos y camerinos de uso común; un estudio de radio y una cantina para el Ateneu Enciclopèdic; tres laboratorios y dos platós de fotografía para la Factoría Heliográfica; y varias salas para jóvenes, como un vivero de entidades, locales de ensayo para músicos y un aula de informática.

La rehabilitación afecta a las tres fincas en que se divide Can Seixanta, con fachada en la calle Riereta, más una cuarta pequeña en Sant Pacià

Google Earth

Las obras también comportan ajustes de calificaciones urbanísticas. Los pisos públicos se concentrarán en la fachada de la calle Sant Pacià número 9, mientras que los usos de equipamiento se aglutinarán en la gran finca que da a la calle Riereta 18-22. La zona verde ‘sobrante’ se ha trasladado a dos plazas del barrio, Joan Amades y Folch i Torres. A priori se mantendrá el pasaje semicubierto que hay en el centro del recinto, que conserva los grandes adoquines originales de piedra de Montjuïc. Su trazado da continuidad a la calle Sant Martí y a corto plazo servirá solo de patio, pero la idea es que algún día sea un acceso indirecto al jardín proyectado en el interior de manzana –en el actual parking de la calle Carretes–.

Los recortes podrían retrasar la rehabilitación

Aunque el ayuntamiento organizó este julio una fiesta de “rebienvenida” dentro de la fiesta mayor del Raval para visualizar la “recuperación para el barrio” de la fábrica, lo cierto es que no hay calendario para la rehabilitación. Los informes de BIMSA planteaban el inicio de obras en mayo de 2019 –es decir, justo antes de las elecciones– y una duración mínima de dos años. Sin embargo, la crisis en los presupuestos del consistorio amenaza con postergar la intervención.

El Plan de Barrios del Raval sur, al que está vinculada la reforma, consta en el listado de inversiones a “reprogramar” para cuadrar las cuentas municipales tras la caída de ingresos que destapó esta primavera el PSC. El ejecutivo de Ada Colau siempre ha negado que vaya a hacer “recortes”, como sostiene la oposición, pero ha admitido que tendrá que retrasar algunas partidas. No se han concretado por ahora qué proyectos se verán afectados y cuáles no. BIMSA estima que la rehabilitación cuesta unos 7’5 millones de euros más IVA.

En el caso de Can Seixanta, el retraso permitiría al distrito ganar tiempo para afinar el puzzle de reubicaciones. Portavoces municipales, consultados por La Vanguardia, han rehuido poner fecha a la rehabilitación del inmueble. “Después de la adquisición se incorporó el proyecto al Pla de Barris para definirlo de forma participada y ahora se trabaja para elaborar un plan de rehabilitación, que deberá ser ejemplar y servir de modelo para futuras recuperaciones de otras casas-fábrica”, sostienen.

En cuanto al vaciado de entidades, las mismas fuentes zanjan que “de momento ya se ha recuperado este edificio para el tejido asociativo del barrio, con las actividades de ‘Kn60Lab’ para que los jóvenes de Ciutat Vella se lo hagan suyo”. Se refieren a la caseta instalada en la Rambla del Raval, a la que se acercan niños y adolescentes para proponer actividades y servicios del futuro Casal de Joves. Esta recogida de ideas “se ha alargado ahora hasta finales de año y la idea es que continúe hasta que esté acabado el proyecto de rehabilitación”, agrega el consistorio.