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Barcelona busca en las urnas una nueva minoría mayoritaria

Más pluralidad en el pleno y pactos constantes, protagonistas del próximo mandato

La capital catalana, en democracia, nunca ha sido gobernada con mayoría absoluta

Barcelona acude a las urnas este domingo en busca de una nueva  minoría mayoritaria  a quien confiar el gobierno de la ciudad los próximos cuatro años. Los resultados de absolutamente todas las encuestas preelectorales han dibujado un pleno municipal que ganará en pluralidad política, por la entrada de dos partidos más (CUP y C's), pero que deberá asumir un reto mayúsculo de gobernabilidad por la constante necesidad de pactos entre los siete partidos que tendrían representación tras estas elecciones municipales 2015. La fragmentación, sin embargo, no es nueva en la ciudad y parece que llegó para quedarse. Hace un año las elecciones europeas ya arrojaron un escenario político insólito, en el que ningún partido alcanzó el 40% de los votos en ninguno de los 73 barrios. Los antiguos feudos se difuminan.

La política municipal barcelonesa, recordaba Enric Juliana hace unos días, tiene una larga tradición de acuerdos, puesto que en democracia nunca ha gobernado la capital catalana una mayoría absoluta. Según la tradición, no escrita pero hasta ahora siempre respetada, la fuerza más votada tendrá preferencia para ocupar la Alcaldía y para buscar el apoyo de parte de la oposición en la aprobación de los presupuestos y la hoja de ruta municipal. Durante 32 años los alcaldes socialistas optaron por formar gobiernos de coalición que les proporcionaran una mayoría estable, en especial con ICV-EUiA y durante dos mandatos también con ERC. Estos cuatro años Xavier Trias ha preferido la geometría variable, con la que ha podido gobernar solo pero que le ha obligado a negociar cada documento que requería el visto bueno del pleno. Con una fórmula u otra, quien reciba la vara de mando municipal este junio tendrá que buscar un pacto a dos o incluso a tres bandas. Si los pronósticos se cumplen, los candidatos que están más cerca de ocupar este puesto son Xavier Trias (CiU) y Ada Colau (Barcelona en Comú). En función del reparto de regidores, el resto de partidos –ERC, PSC, PP, C's y CUP– podrá condicionar de forma muy decisiva el rumbo del mandato, incluso los que obtengan menos representantes.

Las incógnitas del 24M
La identidad del ganador o ganadora, por supuesto, será la principal incógnita de la noche electoral. Si el liderazgo está reñido, es posible que la gran pregunta no quede claramente respondida hasta que el escrutinio esté ya muy avanzado. Una vez aclarado quién ocuparía la Alcaldía, habrá que prestar mucha atención a la aritmética resultante. ¿Qué sumas de partidos llegan a los 21 concejales? El reparto definitivo de los 41 asientos de la cámara entre siete siglas distintas puede ofrecer múltiples combinaciones de pacto. Si se vislumbra una mayoría alternativa sin la lista más votada, podría plantearse una ruptura de la tradición. Tampoco puede descartarse, además, que el consistorio barcelonés viera por primera vez en su historia una moción de censura a medio mandato. La estabilidad difícilmente estará garantizada en un pleno tan fragmentado y con un horizonte plagado de convocatorias electorales.

Y, con los resultados definitivos, otra lectura de la aritmética aflorará pronto. Con el telón de fondo del proceso independentista –del que han tratado de desmarcarse Trias, Colau, Fernández y Collboni–, la existencia o no de una mayoría soberanista en el pleno barcelonés no será baladí. La capital catalana será el escenario de una nueva movilización multitudinaria el próximo 11 de Septiembre, convocada por la ANC en la avenida Meridiana, a la que al menos un partido (C's) ya ha anunciado que se opondrá. Además el consistorio tiene sobre la mesa la incorporación a la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), un paso muy simbólico en clave interna e internacional. En caso de convocarse un referéndum de autodeterminación sin consentimiento estatal, como sucedió el 9N, el papel de Barcelona sería también decisivo. Y, no menos importante, el peso del independentismo en el nuevo consistorio de la capital será atentamente escrutado fuera de Catalunya y de España como señal de la fortaleza o debilidad del Procés.

Territorios
Para los más ávidos de análisis electoral, el desglose de los resultados por distritos, barrios y mesas –que se publicará el lunes o el martes– permitirá una interpretación más detallada de las tendencias de voto. Permitirá ver, por ejemplo, si Xavier Trias ha sido capaz de movilizar voto útil entre el electorado de derechas, o si Ada Colau lo ha conseguido entre los votantes de izquierdas. El actual alcalde ya logró en 2011 la victoria por el aumento de participación en sus distritos fuertes: Eixample, Sarrià-Sant Gervasi y Les Corts. Será también interesante observar en qué barrios han cosechado mejores resultados las nuevas formaciones que aspiran a estrenarse en el Ayuntamiento, CUP y C's. La izquierda independentista tiene buenos pronósticos en Sants y Gràcia, pero aún mira de reojo la barrera electoral del 5%. Ciutadans amenaza con ganarle terreno al PP en los barrios conservadores, pero habrá que ver también si su auge no erosiona igual o más al PSC en la periferia.

Y es que la fortaleza del PSC se medirá, en gran parte, por la resistencia en sus feudos tradicionales, en especial Nou Barris, un distrito castigado por los desahucios en el que Ada Colau, exlíder de la PAH, podría obtener muchas papeletas. De hecho, la gran esperanza de la candidatura que encabeza, Barcelona en Comú, es dar la campanada gracias a electores desmovilizados de barriadas donde el abstencionismo suele superar el 50%, como el Raval, La Marina de Port, Torre Baró, Besòs-Maresme o Baró de Viver. En las últimas municipales la media de participación en la ciudad apenas llegó al 53%. Por otro lado, en Sant Andreu y Horta-Guinardó, que también fueron plazas fuertes socialistas, quien podría captar nuevos votos es Esquerra, que se ha presentado a las municipales junto a MES y Avancem, las dos principales escisiones del PSC por el flanco soberanista. ERC, que fue la fuerza más votada de Barcelona en las pasadas europeas, confía en que la mayoría de sondeos la han situado tercera en intención directa de voto, pese a bajarla luego al quinto o sexto lugar en la cocina de la asignación de concejales.

El Eixample podría volver a apoyar a Xavier Trias tras vistosas obras en varios de sus espacios más emblemáticos –paseo de Gràcia, Diagonal, Glòries, Sant Joan, Mercat del Ninot... –, pero también es el distrito botiguer por antonomasia y podría castigar los debates sin cerrar sobre liberalización de horarios, protección de comercios emblemáticos y ampliación de centros comerciales. La zona alta (Sarrià-Sant Gervasi y Les Corts), tradicionalmente cercana a CiU y PP, puede bascular por las promesas de los populares en materia de fiscalidad y en especial por el voto útil a Trias para evitar que Colau sea alcaldesa.

La gestión del turismo pesará en Gràcia y Ciutat Vella, que contienen zonas saturadas de visitantes y alojamientos –como La Barceloneta, el Gòtic, el Park Güell, la Vila de Gràcia...– y donde el voto ya tenía tendencia a la dispersión. Sants también puede dar la sorpresa por su carácter ya de por sí poliédrico, pero también por la polarización de opiniones sobre Can Vies. Y finalmente está Sant Martí, un verdadero laboratorio político en el que conviven polígonos obreros de corte tradicional, el polo liberal del 22@, una fachada marítima de alto standing, una fluvial con bolsas graves de pobreza y un importante núcleo nacionalista en el Poblenou. Ojo con Sant Martí, porque promete multitud de matices.

A partir de las ocho de la tarde, las urnas –más de 1.700 en un total de 265 colegios electorales– disiparán las dudas.

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