Este 2025 se cumplen 20 años desde que Dani lechuga (Barcelona, 1977) está al frente de su propio negocio, a cuatro pasos de la Sagrada Familia. Podría ser un lugar para turistas, poco conocido entre la clientela local. Pero Bardeni el meat-bar (València, 454), que cuando tuvo ciertas aspiraciones de alta cocina fue Caldeni, tiene devotos tanto entre los turistas bien informados, que repiten cada vez que regresan a la capital catalana (alguno incluso varias veces durante su estancia), como entre los barceloneses que saben que difícilmente encontrarán otro lugar en la ciudad donde trabajen la carne de un modo más interesante y con un resultado suculento.
Este nunca fue ni probablemente nunca será un sitio de chuletones. No es lo que le interesa cocinar a Dani Lechuga, que conoce como pocos la materia prima (hace décadas que su familia se dedica al sector de la carne); el trabajar sin seguir tendencias, buscando la excelencia a base de repetir y mejorar, como el cocinero japonés que puede pasar la vida entera tratando de mejorar día a día un mismo proceso de elaboración. Por eso hay preparaciones, como la picaña que curan en la casa, o como ese bocadillo de un solomillo que se funde en la boca (el Danito, que creó en el confinamiento), siguen ahí, sin moverse de la carta. Perfeccionismo y personalidad, son dos características que ayudan a entender a este personaje de la gastronomía catalana que siempre ha seguido su camino, sin tratar de seguir lo que se lleva y que necesita estar siempre en su cocina porque no podría soportar el sufrimiento de alejarse de ella.
Tiene pensado abrir en el local contiguo, ahora en desuso, un bar muy informal con sus suculentos bocadillos
Lechuga necesita pasarlo bien y trabajar del modo que le pide el cuerpo en un ambiente en el que se sienta confortable. Bardeni es su casa y no puede soportar clientes que no se comporten como él pide (no acepta grupos, ni malos tonos, ni largas sobremesas con copeo). Son las reglas del juego y a quien no le guste…
Ahora se plantea volver a poner en funcionamiento el local contiguo, que en su día ocupó el primer Bardeni, para ofrecer de modo muy informal algunos de esos suculentos bocadillos que no puede eliminar de la carta porque los clientes empuñarían los afilados cuchillos para la carne. Como el goloso taco mexicano a base de filete, con lechuga y piparras, como el sandwich de fricandó… Cruzamos los dedos para que no se lo piense dos veces.
Lechuga es uno de esos cocineros que contribuye a hacer de la oferta gastronómica barcelonesa un polo de atracción por su buen nivel y su variedad. No es de menús degustación, pero una misma se lo compone con preparaciones tan sabrosas como el huevo mollet con trufa; la picaña curada, un steak tartar que elegimos cubierto con trufa negra (el mejor steak tartar en mucho tiempo); el taco de filete, el sandwich de fricandó, el exitoso Denito, en el que el filete está cubierto con salsa café de París; probamos la ternera blanca, una pieza muy suave, que contrasta con la suculencia de las albóndigas de vaca madurada (nunca opta por maduraciones demasiado largas, y siempre en seco, huyendo de las notas de podredumbre a las que se recurre con frecuencia) y en la que se incluye romesco. Para acabar, el pistacho-coco.
Bardeni
DIRECCIÓNCarrer de València, 454
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https://www.bardeni.es/Dani Lechuga no es un cocinero al que le guste prodigarse. Prefiere trabajar sin ruidos junto a Maria Lluïsa Corvillo, su pareja, que dirige muy bien la sala y sus primos, que son sus otras manos en la cocina. Pero ese poco ruido que también busca en su acogedor comedor, sin más lujo que la propia propuesta y su tranquilidad, no debe hacernos olvidarlo en la lita de imprescindibles.