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Remedios Sánchez, la cocinera que asesinaba ancianas en Barcelona

Las caras del mal

‘La mataviejas’ fue condenada a 144 años de prisión por matar a tres mujeres e intentarlo con otras cinco

Remedios Sánchez, la cocinera que asesinaba ancianas en Barcelona

efe

Dolores, una anciana de Barcelona, daba un paseo cuando Mari se le acercó desesperada. Le pidió ayuda porque había perdido las llaves de su casa y, como la encontró tan nerviosa, la invitó a la suya a tomar una manzanilla. Poco después llegó Pepita, su amiga del alma y también octogenaria, le presentó a la desconocida y quedaron en verse en otro momento. Cuatro días después, Pepita apareció muerta: fue asesinada de forma violenta. Cuando Mari se enteró, acudió a visitar a Dolores pero esta rehusó ver a nadie, tan solo intercambiaron unas palabras a través del interfono. Aquello le salvó la vida. Su nueva amiga en realidad se llamaba Remedios Sánchez y era una asesina en serie.

Durante un mes, esta cocinera puso en jaque a los Mossos d’Esquadra: asfixió y mató a dos ancianas más, lo intentó con otras cinco y perpetró ocho robos con violencia. Gracias al olfato de Josep Lluís Trapero, por entonces jefe de investigación criminal del cuerpo, fue detenida portando la dirección de una de sus víctimas. Acababan de atrapar a la ‘mataviejas’.

Adicta al juego

Remedios Sánchez Sánchez, más conocida como ‘La Reme’, nació el 22 de julio de 1957 en Dormeá, una parroquia de Boimorto, provincia de A Coruña, en el seno de una familia con once hermanos. Dada las carencias económicas familiares, a los dieciséis años la joven emigró a Barcelona en busca de un futuro mejor. Era una muchacha “cariñosa y amable”, recordaba su prima Beatriz. Ya en la Ciudad Condal trabajó como cocinera, se casó, tuvo dos hijos gemelos y, con los años, terminó separándose debido a sus problemas con el juego. Tras salir con Rafael, taxista de profesión, este puso fin a su relación por su adicción a las tragaperras.

Poco antes de cometer el primero de los tres crímenes, Remedios trabajaba como cocinera en un bar de la calle Balmes y tenía importantes problemas económicos derivados de su ludopatía.

Josefa (más conocida como Pepita), a la derecha de la imagen, primera víctima de Remedios Sánchez

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Era principios de junio de 2006 cuando Dolores, viuda de 80 años, caminaba por el paseo de Maragall. De repente, se topó con una mujer de unos 50 años que “nos dijo que no se sentía bien y que no encontraba las llaves de su casa, así que la invité a la mía a tomar una manzanilla”, recordaba Dolores en una entrevista. “Como tenía comida de sobra, se quedó a almorzar. Era muy amable, me contó que tenía dos hijos”, explicó la mujer.

Antes de marcharse, llegó Pepita, entablaron una animada conversación, le dio su dirección y Mari quedó en visitarla alguna vez. El 10 de junio de 2006, la mató.

Remedios Sánchez, el día de su detención

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Remedios, haciéndose pasar por la tal Mari, acudió al domicilio de Pepita, de 83 años, cogió un cuchillo y trató de apuñalarla. La anciana pudo defenderse pero al ser la agresora más joven y “con una fortaleza física importante”, finalmente redujo a la víctima y la asesinó. Le colocó un tapete de ganchillo alrededor del cuello y, mientras la estrangulaba, empujó su cabeza contra el sillón. La fuerza que empleó para asfixiarla fue tan descomunal que le rompió la nariz. Una vez muerta, Remedios le robó todas las joyas y el dinero que encontró en la casa.

Cuatro días después, intentó lo mismo con Dolores, pero esta no quiso abrirle la puerta: se sintió indispuesta para recibir a nadie. Aquello salvó su vida.

Los ataques

El día 18 de junio, Rosa Rodríguez, de 80 años, sufrió un violento asalto. Tras abrir la puerta a la supuesta novia de un vecino que necesitaba una tirita, la desconocida se abalanzó sobre ella y comenzó a patearla y golpearla con saña. Lo hizo con tal dureza que tras agarrarla por el cuello y estrangularla, la anciana perdió el conocimiento. Por suerte, no murió.

Tres días más tarde, Rosario Márquez, de 87 años, fue apaleada y asfixiada hasta el desmayo. Remedios, como en los anteriores casos, se inventó una excusa para poder acceder al domicilio, atacar a la víctima y robarle las joyas y el dinero. Lo mismo le pasó a Pilar, Alicia o Remedios, que sufrieron el mismo tipo de asalto y que, afortunadamente, sobrevivieron para contarlo.

Una de las ancianas que sobrevivió al ataque de Remedios Sánchez

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No así Adelaida Geranzani, de 96 años, a quien el 28 de junio, Remedios golpeó reiteradamente y estranguló con una toalla hasta la muerte. Una vez fallecida, la asesina se llevó unos pendientes, cerca de 1.2000 euros y se dirigió a un local recreativo para jugar a las máquinas tragaperras.

El tercer crimen lo cometió el 1 de julio cuando estranguló a María Sahún, de 76 años. También utilizó una toalla. Tras llevarse las alhajas pertinentes, monedas antiguas, libretas bancarias y 500 euros, ‘La Reme’ volvió a refugiarse en un local de juego. Siempre seguía el mismo patrón en sus ataques: se ganaba la confianza de mujeres de edad avanzada para, después, asaltarlas y golpearlas en sus domicilios, perpetrar los robos y cometer los asesinatos. Si hubo alguna superviviente fue porque la agresora creyó que estaban muertas.

A la caza de la ‘mataviejas’

Montserrat e Isabel, de 85 y 79 años respectivamente, fueron sus últimas víctimas. A la primera la dejó inconsciente y con el dinero robado terminó jugando en un bingo cercano; y a la segunda, le sisó el monedero. Tan solo llevaba cinco euros.

A lo largo de ese verano, los Mossos d’Esquadra buscaron a la asesina en serie quien, según las testigos, tenía unos cincuenta años, un marcado acento gallego y una cicatriz en la mano. Fue gracias a Dolores, la amiga de Pepita, la que puso a los investigadores sobre la pista. Mencionó a Mari, una amiga reciente que también conoció a la fallecida días antes del crimen y que quedó en visitarla. Cuando explicó a los agentes el lugar exacto donde coincidieron, localizaron la cámara de seguridad de una sucursal bancaria en cuyas imágenes aparecía la susodicha. Con la impronta de la sospechosa, los Mossos empezaron a rastrear las cámaras del metro y dieron con ella, pero aún faltaba encontrarla.

Remedios Sánchez, detenida

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Otro dato que ayudó en la investigación fueron los robos: la Policía concluyó que la asesina necesitaba dinero, seguramente para el juego. Así fue como indagaron en locales de juegos y bingos cercanos a las zonas de los ataques hasta que dieron con una mujer que encajaba con el perfil. Era Remedios Sánchez, sin antecedentes penales. Procedieron a buscarla en la dirección que constaba en su DNI, aunque ya no vivía allí. Siguieron el rastro de la señal de su teléfono móvil y 200 agentes peinaron la zona señalada.

Al cargo de la investigación se encontraba Josep Lluís Trapero (excomisario de los Mossos hasta 2017 y que, en aquella época, ejercía como jefe de investigación criminal del cuerpo) quien se unió a la búsqueda y decidió entrar en un bingo de la calle Provença para probar suerte. La tuvo. Delante de una tragaperras estaba Remedios jugando de forma compulsiva.

El mayor de los mossos Josep lluis trapero a su salida de la audiencia nacional

Emilia Gutiérrez

Al detenerla, Trapero explicó que la presunta asesina de ancianas “reaccionó sorprendida al momento, pero después se mantuvo como si no hubiera pasado nada”. Pese a encontrar en su bolso una agenda con la dirección de Pepita, ‘La Reme’ se mantuvo tranquila. Sin embargo, cuando registraron el domicilio, la mujer cambió de actitud: “Chillaba, gritaba, pedía explicaciones, tuvo varios ataques de nervios”.

Durante las seis horas que duró el registro, hallaron más de 250 joyas de todo tipo (anillos, collares, pendientes, relojes, monedas antiguas) y libretas bancarias de las víctimas, además de dinero. Mientras la Policía inspeccionaba la casa de la detenida, esta repetía sin cesar que era un error. Ya en comisaría se negó a declarar y ante el juez instructor número 16 de Barcelona repitió la misma jugada dando la callada como respuesta.

La culpa fue de Mari

En realidad, no necesitaban su testimonio porque con las pruebas recabadas hasta entonces y las declaraciones de las testigos, el juez pudo acusarla de tres asesinatos, entre otros delitos, y decretar su prisión provisional. Fue a través del escrito de la defensa donde, por primera vez, Remedios habló y explicó que la única autora material de los asesinatos era una mujer llamada Mari a quien alquiló una habitación de su piso y que, según ella, le pagaba con joyas. “Estaba muy mal, bebía mucho y mezclaba medicamentos”, se excusaba la acusada.

Llegado el momento del juicio en junio de 2008, la defensa sacó a relucir un posible trastorno de personalidad múltiple para exonerarla de toda culpa. Pero según el informe pericial psiquiátrico que le realizaron, la asesina en serie “no presenta signos de enfermedad mental activa” y que su personalidad está “libre de patología”. Es decir, que no padecía ningún trastorno mental y que no existían indicios de que los hubiese sufrido. Por otro lado, en cuanto a sus facultades mentales “se hallan conservadas” y que “se considera egoísta, un poco terca y con mal genio”, además de “cerrada y un poco autoritaria”. La presunta asesina, sin embargo, consideraba que “se implica en las cosas que hace” y que era “demasiado buena, no nerviosa y poco impulsiva”.

Remedios Sánchez durante el juicio

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En cuanto a la fiscal, acusó a Remedios de ser una mujer “fría y calculadora” que “conocía, sabía y quería hacer lo que hizo” y de actuar como “un depredador buscando a su pieza”. Ante estos calificativos, la acusada ni pestañeó. De hecho, cuando tuvo la oportunidad de hablar y defenderse, rehusó a su turno de palabra y entregó a su abogado otra carta manuscrita. En ella espetaba: “Yo sería incapaz de hacer algo así”.

Pero las pruebas la señalaban y las supervivientes también. Tres de ellas la reconocieron: “Está más delgada, con el pelo más largo, pero esos ojos son el alma. Lo siento, es ella”. La excusa de Remedios ante estos testimonios: la reconocieron porque salió en televisión.

Imagen de Remedios Sánchez durante el juicio

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El 3 de julio de 2008, la Audiencia de Barcelona condenó a Remedios Sánchez a 144 años, cinco meses y 29 días de prisión por el asesinato de tres ancianas, por cinco delitos de asesinato en grado de tentativa, siete delitos de robo con violencia y uno de hurto. Tenía 48 años.

En la sentencia, el tribunal explicó que la condenada cometió todos sus ataques y asesinatos, que fueron “especialmente violentos y contra ancianas que no podían defenderse”, y a las que intentaba asfixiar o estrangular con diversas prendas. Dichos actos merecían “una gran repulsa social” porque “todas las víctimas eran ancianas, especialmente vulnerables, por las limitaciones físicas y psíquicas propias de su edad” por lo que Remedios “aprovechó la bondad e ingenuidad de las mismas para acceder a sus domicilios y realizar los hechos”.

Buscó deliberadamente a sus víctimas y planeó sus agresiones con el fin de eliminar cualquier defensa y asegurar la ejecución de su propósito”

La sentencia

Además, la acusada “asumió conscientemente que podía causar la muerte de las tres ancianas, con los agresivos ataques que desarrolló”, y que “conocía el peligro concreto que creó con su conducta para la vida de las víctimas, a pesar de lo cual ejecutó la acción, aceptando la producción del resultado”. En este sentido, el tribunal apreció que Remedios “buscó deliberadamente a sus víctimas y planeó sus agresiones con el fin de eliminar cualquier defensa y asegurar la ejecución de su propósito”, lo que añadía la circunstancia agravante de la alevosía.

Sin embargo, en la sentencia se descartó que sufriese enfermedad mental o trastorno de la personalidad, ya que, como manifestaron los peritos, presentaba una inteligencia dentro de la normalidad sin ninguna alteración psíquica. Ni siquiera le diagnosticaron ludopatía.

Remedios Sánchez no quiere hablar durante el juicio

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Tras la condena, ‘la mataviejas’ fue trasladada a la cárcel barcelonesa de Can Brians desde donde en 2009 interpuso un recurso de casación ante el Tribunal Supremo. En él alegaba que hubo un error en una prueba, quebrantamiento de forma, contradicción de hechos e, incluso, hizo referencia al principio ‘in dubio pro reo’. Es decir, que en caso de insuficiencia probatoria se favorecerá al imputado. Finalmente, el alto tribunal descartó el recurso y no lo admitió a trámite.