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‘El Mataviejas’: “Todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madre”

Las caras del mal

José Antonio Rodríguez Vega fue un asesino en serie que mató a dieciséis ancianas tras ganarse su confianza

José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas' se presta a que los medios le fotografíen y graben tras su detención

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La historia negra de la criminología en España tampoco se libra de los asesinos en serie. Y aunque siempre se ha señalado a Estados Unidos como la cuna de esta clase de criminales, a lo largo de los años nuestro país también se ha topado con personas que han dejado una tétrica impronta en nuestras retinas. El del ‘Mataviejas’ es uno de los casos que más impactaron en nuestra sociedad debido principalmente a las víctimas que eligió: ancianas. ¿Matar a una persona mayor para después robarle? A la mayoría de nosotros nos parecen incomprensibles esta clase actos. ¿Qué tipo de persona es capaz de asesinar a mujeres de la tercera edad en el interior de sus casas y después campar a sus anchas? José Antonio Rodríguez Vega fue una de ellas.

Su apariencia bonachona, casi rozando lo místico, le sirvió para ganarse el favor de dieciséis mujeres. Pero como todo criminal que se precie, ya en sus inicios apuntaba maneras, algo que la policía pasó por alto. Ahora entenderán el porqué de esta afirmación.

Eximido de toda culpa

Santanderino de nacimiento, José Antonio nació el 3 de diciembre de 1957 en el seno de una familia en la que su madre decidió echarle de casa un día. Tenía un buen motivo: su hijo había agredido a su padre, que estaba postrado en la cama con una grave enfermedad. Aquel suceso provocó en él un sentimiento de odio y temor hacia su progenitora, a la vez que un deseo inexplicable por mantener relaciones sexuales con ella. La incestuosa idea de hacer el amor con su madre lo perturbaba, lo frustraba completamente. La única vía de escape que encontró para liberarse de dicha atadura fue la agresión y violación de otras mujeres.

Pasó parte de su juventud viviendo como un agresor sexual y violando en innumerables ocasiones. A pesar de su detención el 17 de octubre de 1978, la policía nunca logró determinar el número total de abusos que perpetró.

Detención de José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas'

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Le identificaron como el célebre “violador de la moto” y fue condenado a veintisiete años de prisión, de los cuales solamente cumplió ocho. Gracias a su capacidad de persuasión y encanto personal logró que todas sus víctimas menos una le perdonasen. Esto provocó una notable reducción en la condena, algo impensable con la ley actual, pero posible según el Código Penal Español anterior al de 1995, que eximía al preso de responsabilidad penal en según qué delitos. Su buen comportamiento hizo el resto.

En el momento de su detención José Antonio está casado, pero Socorro, su mujer, lo abandona nada más enterarse de lo ocurrido y se lleva al único hijo de la pareja. Una vez en libertad, vuelve a casarse en segundas nupcias. La “afortunada” esposa sería una mujer con discapacidad mental que jamás sospechó de la doble vida de su marido. De hecho, llevaba una relación conyugal aparentemente normal, en la que José Antonio se mostraba el hombre y marido perfecto. La realidad era bien distinta. Si de día todo el mundo le veía como una buena persona, trabajador y honrado, al caer la tarde se transformaba en un despiadado violador.

Tétrica confianza

Ninguna de las dieciséis ancianas a las que violó y asesinó podían imaginarse que aquel joven alto, bien parecido, tan educado y amable, e incluso seductor, se iba a convertir en su verdugo.

Desde abril de 1987 hasta abril de 1988, el Mataviejas seleccionó con rigor a sus víctimas. Todas eran mujeres que vivían solas en sus domicilios y de las que podía ganarse fácilmente la confianza. Una vez elegida la anciana, empezaba su minucioso estudio. Apuntaba todo lo que hacían: horarios, personas que las visitaban, si salían a comprar, aficiones, etcétera. Después de ese tiempo prudencial de observación y ya con los suficientes datos como para no ser pillado in fraganti, las asaltaba.

José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas' junto a una de sus novias

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No le fue muy difícil que le abriesen la puerta, ya que al ser albañil sabía muy bien qué decir para cruzar el umbral. A veces se “aprovechaba” de su profesión y otras se hacía pasar por el técnico de televisión o el revisor del gas. Una vez dentro del domicilio y con la galantería que le caracterizaba, se ofrecía como chapuzas para solventar los problemas caseros, como recadero para subirles la compra y sobre todo, como acompañante.

Insistía en que le encantaría visitarlas regularmente para que no se sintieran tan solas. Ése fue el punto flaco de todas ellas, la soledad. Así que, cuando estas ancianas bajaban la guardia, José Antonio las atacaba sexualmente.

José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas' una vez detenido

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Primero con tiento, es decir, las acariciaba con suavidad buscando una reacción apasionada por su parte. Pero cuando lo rechazaban, se abalanzaba sobre ellas sin ningún escrúpulo y las violaba salvajemente. Tras la agresión las asfixiaba tapándoles la nariz y la boca, provocándoles un edema pulmonar con parada cardíaca. Era su manera de manipular y engañar a los médicos, ya que la autopsia concluía que habían fallecido de muerte natural.

Rodríguez Vega explicó cada uno de los hechos referidos, y así fue recogido en el amplio sumario del caso: “Me lancé sobre ella y empecé a meterla mano, empezó a chillar, me notaba excitado, me lancé, nos caímos y es cuando la tapé la boca, me parece que hubo penetración, pero no notaba yo excitación en ese momento, no me corrí, ella chillando, la tapé la boca, me asusté y la dejé con quejidos salteados…”. Antes de marcharse del domicilio se llevaba algún objeto de la víctima a modo de recuerdo. Ése era su particular fetiche.

¿Fallos premeditados?

Durante ese largo año, los asesinatos de ancianas se fueron sucediendo. La policía empezó catalogando la serie de muertes como naturales, pero con el tiempo se dio cuenta de que algo raro estaba sucediendo. No era normal que hubiera tantos fallecimientos en tan pocos meses. Tal era la minuciosidad con la que el Mataviejas llevaba a cabo sus crímenes que los investigadores se hallaron en un callejón sin salida.

Sin embargo, cuando todo parecía perdido, descubrieron una relación entre algunos de los domicilios de las víctimas: en varios de ellos se habían producido reformas de albañilería. Este dato fue esclarecedor. El cerco se iba estrechando.

Noticia sobre la detención de José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas'

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Pero lo crucial en esta trama fueron los errores que José Antonio acabó cometiendo. Aunque, ¿fueron equivocaciones o en realidad quería que lo pillasen? Pasó de ser cuidadoso en sus acciones para no levantar la liebre a dejar sangre en alguna de las víctimas, la dentadura postiza en la garganta de otra de ellas, la tarjeta de visita con su nombre y dirección...

No era casualidad que los últimos crímenes del Mataviejas se hubiesen salido de lo “normal”. Imaginamos que él, en su fuero interno, quería que lo parasen. Ésta es una de las principales razones que lleva a la captura de determinados asesinos en serie como Rodríguez Vega.

El museo de los horrores de José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas'

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Su detención se produjo el 19 de mayo de 1988 en plena calle. Ya en dependencias policiales, José Antonio confesó sin dilación todos sus crímenes. Cuando se registró su vivienda, se encontró una habitación decorada de color rojo. Allí tenía expuestos todos los objetos que había “cogido prestados” de sus víctimas. Aquel museo de los horrores contenía joyas, porcelanas, estampitas, televisores, etcétera. Cada uno de esos objetos estaba colocado escrupulosamente.

Un psicópata en potencia

Una vez en el juicio -celebrado en 1991- y a pesar de su confesión previa, José Antonio se declara inocente de los cargos de violación y asesinato de las dieciséis mujeres. Se mantiene en la teoría de que todas ellas murieron por causas naturales y que él no tuvo nada que ver. Pero su egocentrismo no tardó en aflorar.

Su afán de protagonismo provocaba en él un deseo de ser reconocido, de tener fama. Ni siquiera se ocultaba cuando aparecían las cámaras de televisión. Al contrario, miraba fijamente al objetivo con una actitud altiva, sonriendo cínicamente incluso cuando los familiares de las víctimas le insultaban a su llegada a la sala.

Madre de José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas'

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Cuando recordaba a mi madre y a mi suegra me entraba una especie de excitación”

Además, se jactó de su poder de seducción cuando recordó que todas las mujeres -menos una- a las que había violado le habían perdonado, y negó que tuviese problemas sexuales. De todos modos, cuando el fiscal hurgó en el tema, José Antonio confesó que todo lo había hecho movido por el odio que sentía hacia su madre y su suegra: “Cuando recordaba a mi madre y a mi suegra me entraba una especie de excitación, de vergüenza inconsciente, de agresividad, pensando en lo que me habían hecho. Tenía un temblor y escalofríos y me sentía llevado”.

La labor de los psicólogos y psiquiatras que le trataron fue imprescindible para catalogar sus acciones. O bien había matado a causa de un problema de índole mental, o bien lo había hecho completamente consciente.

José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas' escoltado por la policía al entrar en la sala donde se celebra el juicio

Getty

Conserva inalterado su sentido de la realidad y es capaz de gobernar sus actos, siendo resistente a los tratamientos, lo que ensombrece su pronóstico: su peligrosidad es muy alta”, determinaban los informes. Y los expertos, entre ellos dos psiquiatras y cuatro médicos forenses, finalizaban diciendo: “Llegamos a la conclusión de que su imputabilidad era plena, porque su inteligencia era absolutamente brillante. Era un psicópata, con esa característica de ese grupo de psicópatas, esa frialdad clásica, sin remordimientos, no se conmueven, es un personaje verdaderamente hecho para el crimen...”.

Dichas conclusiones no gustaron nada al acusado que juró venganza, en especial hacia el ya desaparecido doctor José Antonio García Andrade: “Ese hijo de puta hizo un informe mío sin conocerme ni hablar nada conmigo. Por eso voy a por ese cabrón cuando salga”.

Ejecutar al violador

Pervertido sexual, sin remordimiento alguno, un auténtico psicópata, una verdadera máquina de matar, sería el resumen de dichos informes. “La persona más ruin, cobarde, desalmada que me haya encontrado jamás”, llegó a decir el fiscal Lucio Valcarce durante la vista. Hasta sus propios hermanos llegaron a decir: “José parece un animal sin sentimientos y merece la pena de muerte; no la pena de muerte, sino una muerte directa”.

El 5 de diciembre de 1991 la Audiencia Provincial de Santander lo condenó a 440 años de prisión por los asesinatos y abusos deshonestos de dieciséis ancianas, cumpliendo la pena máxima. Durante los años posteriores fue de cárcel en cárcel, estudió derecho y concedió múltiples entrevistas. Se empeñó en demostrar su inocencia.

Manuel Delgado Villegas ," El Arropiero"

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“No soy una persona de callar, de bajar la cabeza ni de esconderme, y mi caso no va a quedar así parado, porque responsables de justicia van a tener que responder ante unas muertes naturales...”, aseguraba. Pero su testimonio no se sostenía de puertas para dentro de la prisión. Allí tenía que demostrar quién mandaba, lo que le llevó a enfrentarse a otro asesino, el Arropiero, con quien competía describiendo sus respectivos crímenes. Los funcionarios contemplaban atónitos aquellas escenas.

Durante los diez años siguientes el Mataviejas siguió forjando su ególatra personalidad y alardeando de lo que había hecho. Ese comportamiento le costó la vida. Fue asesinado por otros reclusos el 24 de octubre de 2002 mientras paseaba por el patio de la cárcel.

Enrique Valle 'El Zanahorio', uno de los asesinos de José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas'

Archivo

Una disputa en la que él tomó parte junto con otros tres compañeros hizo que lo acuchillasen con un estilete. Según el testimonio de uno de los funcionarios de la cárcel salmantina de Tropas, José Antonio recibió dos puñaladas, una en la nuca y otra en la cabeza, le sacaron los ojos y la masa encefálica. Sufrió ciento trece puñaladas.

“¡Qué quieres, ¿defender a un violador?! ¡Vete, que te meto!”, gritaba uno de los agresores al funcionario. Una vez terminada la reyerta, los presos –Enrique del Valle González ‘El Zanahorio’ y Daniel Rodríguez Obelleiro- se entregaron y fueron llevados a la celda de aislamiento. Cuando fueron a auxiliar a José Antonio, su cadáver estaba envuelto en un gran charco de sangre.

José Antonio Rodríguez Vega 'El Mataviejas' durante el juicio

Telemadrid