Dictadores en democracia

'El boletín del director'

Netanyahu y Erdogan hacen trumpismo

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El primer ministro israelí Beniamin Netanyahu 

Yair Sagi / Ap-LaPresse

Buenos días,

El mundo está pendiente de Donald Trump. Se trata de saber por dónde nos va a sorprender con sus decisiones y sus repentinos cambios de opinión. Y mientras tanto, por debajo del radar, otros dirigentes que, como él, han accedido al poder gracias a los votos de la ciudadanía, se comportan como si vivieran en una dictadura. Beniamin Netanyahu, en Israel, y Recep Tayp Erdogan, en Turquía, están tomando decisiones muy discutibles y se aprovechan de que el foco de la actualidad está en Washington para actuar con total impunidad. El trumpismo exporta su forma de hacer política a otros lugares del globo.

Netanyahu ha vuelto a atacar Gaza y se ha cobrado la vida de medio millar de palestinos con una mano, mientras que con la otra trata de eliminar a sus enemigos internos sean jueces o responsables de sus equipos de espionaje. El presidente israelí cesó a Ronen Bar, el jefe de la inteligencia interior, el Shin Bet, justo cuando trascendió que esta agencia estaba investigando pagos irregulares de Qatar a asesores de Netanyahu para mejorar la imagen del país árabe. Con anterioridad este mismo servicio ya había detectado como Qatar había financiado a Hamas con el apoyo de Israel. Asimismo, prepara una moción de censura contra la fiscal general del país, Gali Baharav-Miara, por considerar que se excede en sus competencias y obstaculiza las labores de su gobierno.

Netanyahu ha frenado a los equipos de investigadores que debían esclarecer las causas de los fallos de seguridad de la inteligencia israelí que no detectó el ataque de Hamas del 7 de octubre. A pesar del tiempo transcurrido, no existe aún ninguna conclusión definitiva. Este fin de semana ha nombrado a un equipo “externo” formado por militares reservistas para evaluar las investigaciones realizadas hasta la fecha. El presidente israelí gana así más tiempo para evitar que se conozcan unas conclusiones que le afectarían directamente por su responsabilidad gubernamental.

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Blindados israelíes en Gaza hace unos días 

JACK GUEZ / AFP

Antes de la masacre perpetrada por Hamas en territorio israelí, Netanyahu iba a ser juzgado por corrupción y trataba de evitar la acción de la justicia con una polémica reforma para que una mayoría simple del Parlamento pudiera anular decisiones de la Corte Suprema. Su valoración en las encuestas estaba bajo mínimos y todos los expertos preveían ya su definitiva caída después de tantos años en primera línea política. Sin embargo, la guerra contra Hamas y la invasión de Gaza le permitieron recuperarse en los sondeos. Por ello, es fácil pensar que su última decisión de romper la tregua y volver a bombardear a las poblaciones gazatíes ha sido debido únicamente a un impulso por mejorar su deteriorada imagen y seguir adelante al frente del Gobierno. Así lo creen un 46% de los ciudadanos israelíes frente a un 40% que considera justificados los nuevos ataques a Gaza, según una encuesta del diario Ma’ariv. Esta división es total en la sociedad israelí, según explica Ofer Laszewicki, que recoge opiniones de expertos que advierten incluso sobre una posible guerra civil en el país.

En este contexto de huida hacia adelante, el gobierno de Netanyahu aprobó durante la madrugada del domingo la creación de un nuevo organismo para facilitar la deportación de gazatíes fuera de la Franja. La ONU ya advirtió en numerosas ocasiones que está prohibida la deportación de cualquier ciudadano de un territorio ocupado. Pero ¿quién es la ONU para amedrentar a un presidente sobre el que pesa una orden de arresto del Tribunal Internacional de la Haya por crímenes de guerra y actúa como si nada?

El turco Erdogan no ha llegado tan lejos como Netanyahu, pero tras el intento de golpe de Estado que sufrió en 2016 ha forzado los pliegues de la democracia en su país hasta unos límites insospechados. El miércoles por la mañana, el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, era detenido cuando salía de su casa acusado de corrupción y de colaboración con grupo terrorista. Es el principal rival de Erdogan y favorito para ganarle, según coinciden todas las encuestas. Junto a él, otros 100 cargos políticos vinculados a su formación, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), fueron detenidos. Un tribunal de Estambul decretó ayer prisión preventiva contra Imamoglu y el ministerio del Interior de Turquía anunció su destitución como alcalde de Estambul. Fue detenido bajo la acusación de fraude en las cuentas municipales y de colaboración con el PKK kurdo. Al final, el juez solo incluyó el supuesto desfalco económico como causa de su encarcelamiento. Muchos ciudadanos han salido a la calle a manifestarse estos días por considerar que esta detención se ha producido para evitar que pueda presentarse como candidato a las próximas elecciones. Más de 300 personas han sido detenidas por participar en estas concentraciones.

Astana (Kazakhstan), 13/10/2022.- Turkish President Recep Tayyip Erdogan attends a meeting with Russian President Vladimir Putin (not pictured) on the sidelines of the 6th Summit of the Conference on Interaction and Confidence Building Measures in Asia (CICA) in Astana, Kazakhstan, 13 October 2022. (Kazajstán, Rusia) EFE/EPA/VYACHESLAV PROKOFYEV / KREMLIN / SPUTNIK POOL MANDATORY CREDIT

No es descartable que Recep Tayip Erdogan opte a un nuevo mandato  

VYACHESLAV PROKOFYEV / EFE

Los comicios están previstos para 2028. Aún queda mucho tiempo y habrá que ver si Erdogan se vuelve a presentar. En teoría ya ha alcanzado su límite de dos mandatos como presidente, pero en Ankara se especula con que el mandatario turco va a volver a la carrera electoral. Para ello debería convocar unas elecciones anticipadas y alegar que no terminó su segundo mandato o, como otra alternativa, modificar la Constitución para que se le permitiera un tercer mandato. En cualquier caso, la decisión está en su mano.

Lo que es evidente es el auge del partido de Imamoglu que ganó las últimas elecciones municipales celebradas en abril de 2024 y donde, por primera vez desde que fuera fundado hace 23 años, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan cayó derrotado. La crisis económica y las acusaciones de corrupción que envuelven a su gobierno han hecho que el líder turco pierda apoyos en su país. Su discurso cada vez más nacionalista e influido por el islamismo tradicional le ha alejado de la imagen más renovada y europeísta de sus antecesores.

La detención de Imamoglu ha provocado estupor en las cancillerías europeas, pero poco más. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se limitó a hacer una declaración de libro. “Creemos que el arresto del alcalde es profundamente preocupante. Como un miembro del Consejo de Europa que es Turquía y un país candidato a la Unión Europea, Turquía debe respetar los valores democráticos, especialmente los derechos de los cargos electos” afirmó.

Así las cosas, entre la guerra de los aranceles, las amenazas de invadir Groenlandia o las negociaciones con Rusia y Ucrania, la política europea apenas tiene tiempo para reaccionar sobre lo que sucede en Israel y Turquía. El mundo está entrando en una espiral en donde las democracias se debilitan a pasos agigantados. 

Buena semana.

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