Las grandes compañías tecnológicas –todas ellas de Estados Unidos– se sienten excesivamente penalizadas por la rígida normativa que les impone la Unión Europea (UE) y piden ayuda a Donald Trump, que mañana toma posesión como presidente de Estados Unidos, para que defienda sus intereses. La UE, en verdad, es la única potencia mundial que intenta plantar cara al enorme poder de las grandes compañías tecnológicas con la regulación de su actividad para evitar abusos contra la competencia, y con la vigilancia de las redes sociales para perseguir la manipulación de la información y otras conductas inadecuadas. Hasta la fecha, Bruselas les ha impuesto ya sanciones totales por importe de 30.000 millones de euros, según la valoración que ha hecho el propio presidente y fundador de Meta, Mark Zuckerberg, que equipara en la práctica estas multas a aranceles proteccionistas para limitar su actividad.
El principal contencioso que actualmente mantiene abierto la UE es con el magnate Elon Musk, propietario de la red social X (antes Twitter), que tiene más de 105 millones de usuarios en el continente. La red social X ha sido la primera en ser investigada por presuntas infracciones bajo la luz de las nuevas regulaciones europeas sobre los servicios digitales (DSA) que han entrado en vigor hace un año.
Bruselas investiga la red social X del millonario americano por diversas irregularidades
La citada investigación comenzó en el 2023 por presuntas irregularidades en el acceso de los investigadores independientes, en los anuncios y en la verificación de los usuarios. Pero dicha investigación se ha ampliado esta semana por haber detectado posibles infracciones relacionadas con el sistema de algoritmos de la plataforma. Si al final la UE concluye que X viola las reglas europeas, podría sancionarla con multas de hasta el 6% de la facturación.
Lo cierto es que no hay equivalencia entre X y el resto de redes sociales ya que, según algunas investigaciones, tiene un 50% más de contenidos tóxicos por un algoritmo que impulsa la difusión de los contenidos más insultantes y más polémicos que recibe, sin medida, de la extrema derecha americana. Pero ahora lo más grave es que se acusa a Musk de pretender influir abiertamente en el voto hacia la extrema derecha en Europa. Las próximas elecciones alemanas, en este sentido, son el nuevo campo de experimentación. El propio canciller germano, Olaf Scholz, ha acusado directamente a Musk de ser una amenaza para la democracia en Europa por su abierto apoyo a la extrema derecha. “Es algo inaceptable”, ha dicho. El Gobierno francés se ha quejado de lo mismo, al igual que un grupo de treinta eurodiputados que han escrito a la Comisión Europea para pedir medidas más duras contra las interferencias políticas de Musk a través de X, ya que las investigaciones en curso todavía no las contemplan. El pleno del Parlamento europeo del martes tiene previsto debatir esta cuestión.
El canciller alemán denuncia que Musk apoya la extrema derecha y amenaza la democracia
Joe Biden, presidente de Estados Unidos justo hasta hoy, lanzó en su discurso de despedida una dramática advertencia sobre el poder de las tecnológicas. “Los estadounidenses –dijo– están siendo sepultados bajo una avalancha de desinformación, lo que permite el abuso de poder. La prensa libre se desmorona. Los editores están desapareciendo. Las redes sociales renuncian a comprobar los hechos. La verdad es sofocada por mentiras contadas para ganar poder y beneficios. (...) Estoy preocupado por el auge de un complejo industrial tecnológico que plantea peligros reales para nuestro país”. La situación de la UE corre el mismo peligro. Por eso harán bien los dirigentes europeos en no bajar la guardia.
Las plataformas digitales y las redes sociales tienen una importancia considerable en la vida cotidiana de las personas, con una enorme influencia social, económica y política. Henna Virkkunen, la nueva vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, encargada de la soberanía tecnológica comunitaria, lo tiene claro: “En Europa, nosotros queremos un entorno digital basado en la equidad; nuestra tarea es que los derechos de los ciudadanos sean respetados y que nuestra legislación sea aplicada para garantizar un marco en línea que sea seguro para todos”. Pero nadie duda de que eso será una tarea larga y dura. De momento, sin embargo, con Elon Musk hemos topado. Hay que tener en cuenta que, además de ser el hombre más rico del mundo, es la mano derecha del que mañana tomará posesión como nuevo presidente de la primera potencia del planeta, Donald Trump. La batalla de la UE para lograr que la red social X de Musk respete las normas europeas entra, por tanto, en una dimensión desconocida de incalculables consecuencias.