Descubriendo las villas marineras de la costa catalana
Pueblos con encanto
12 localidades con sabor a mar
Catalunya posee más de 500 km de litoral costero, la parte norte o costa de levante es abrupta y de aguas bravas, mientras que la parte septentrional o costa de poniente es mucho más plana y calmada. Y es precisamente este contacto con el Mediterráneo el que ha hecho que nos encontremos con encantadoras villas marineras a lo largo de toda la costa. Localidades que conservan viva su cultura ligada al mar y a las tradiciones pesqueras.
Estas poblaciones se encuentran, ahora, reunidas bajo el distintivo de Barris i Viles Marineres (barrios y villas marineras) que otorga la Agència Catalana de Turisme, y que tiene como eje central la conservación del patrimonio marinero, ya sea a través de la gastronomía, el paisaje o la historia. Te recomendamos un paseo por el litoral catalán para que te sientas como un navegante.
12 villas marineras
Sant Carles de la Ràpita (Montsià)
Es la puerta de entrada al delta del Ebro y se extiende a lo largo de la bahía de los Alfaques formando playas de arena fina, poca profundidad y poco oleaje. Destacan la playa de Garbí y de les Delicies. La bahía está delimitada por la península de la Baña que está unida a la tierra a través del istmo del Trabucador (con las últimas tormentas ha desaparecido) que está considerado un espacio natural protegido.
También es interesante el puerto pesquero que tiene una actividad frenética. Los pescadores descargan su mercancía por la tarde que se venderá posteriormente en la lonja. Un pescado que se puede degustar junto con otro de sus productos estrella, el arroz que tan cuidadosamente cultivan.
Les Cases d’Alcanar (Montsià)
No muy lejos se encuentra un antiguo pueblo marinero convertido en un barrio de la localidad Alcanar. Su apariencia no ha variado con el tiempo, solo hay que darse una vuelta entre las casas de pescadores para darse cuenta de ello. También destacan sus tranquilas playas, fuera de la masificación, como l’Estanyet, la Platjola, Sòl de Riu; y el paseo marítimo del Marjal, que recorre la costa hasta la desembocadura del río Sénia. La visita no estaría completa sin probar alguno de sus platos típicos: el arroz con ‘espardenyes’ o el ‘arrossejat’.
L’Ametlla de Mar (Baix Ebre)
A l’Ametlla de Mar también la llaman ‘La Cala’. Está situada en el centro del golfo de San Jorge, entre pequeñas calas y playas de arena fina blanca y aguas transparentes, como cala Llobeta, cala Vidre, playa de l’Estany, entre muchas otras. En su fondo marítimo se puede encontrar un extenso prado de posidonia, por lo que es un buen lugar para bucear.
Como pueblo marinero, la actividad pesquera se ha mantenido hasta la actualidad, así que todavía es posible ver a los barcos faenar desde su bonito paseo. El atún rojo es el producto estrella, pero no el único: la galera, el salmonete, la cigala... están presentes en su rica gastronomía.
Sitges (Garraf)
Ubicada entre el mar y el macizo del Garraf, Sitges posee un casco antiguo que rememora su carácter marinero. Entre sus calles podemos encontrar casas pintadas de blanco y azul que pertenecían a los pescadores, y casas modernistas de gente más pudiente, como la casa Bartomeu o la casa del Reloj. Además posee un precioso paseo marítimo repleto de villas coloniales de los antiguos indianos.
Y aunque ahora el turismo sea la principal actividad, todavía es posible escaparse a alguna de sus 17 playas o visitar el puerto de l’Aiguadolç, que es el que posee el ambiente más marinero. También cuenta con un gran número de restaurantes en los que probar recetas tan ricas como el arroz a la ‘sitgetana’, la fideuá o el xató.
Vilanova i la Geltrú (Garraf)
No muy lejos se encuentra esta villa de pasado marinero con un largo paseo frente al mar que va desde el cerro de Sant Gervasi hasta el de San Cristòfol. Al final del mismo se encuentra el puerto pesquero, uno de los más importantes de Catalunya, aquí se puede ver la llegada de las barcas a puerto.
También posee un bonito centro histórico lleno de palacetes y jardines construidos por los enriquecidos indianos a su regreso de La Habana. Y entre su patrimonio cultural no hay que perderse el Museo del Mar y l’Espai Far que difunden difunde su tradición marinera.
Arenys de Mar (Maresme)
Una localidad que cuenta con 400 años de historia ligados al mar y a la pesca. Se encuentra situada entre la riera del valle de María y la de Caldetes, y posee un litoral que está bordeado por extensas playas que quedan enmarcadas por colinas que llegan hasta la orilla. Son famosos sus platos marineros que pueden degustarse en los restaurantes del puerto, no sin antes pasar por la subasta de pescado en la lonja.
Entre su patrimonio arquitectónico destaca la iglesia parroquial de Santa María (un monumento nacional) que tiene uno de los retablos barrocos más importantes de Catalunya, realizado a inicios del siglo XVIII por el escultor Pau Costa; tres torres de defensa que protegía a la localidad de los piratas en el siglo XVI, y sobre todo, merece la pena subir al cementerio municipal, situado en un promontorio, que ofrece unas vistas magníficas sobre el mar.
Sant Pol de Mar (Maresme)
Sant Pol de Mar es un ejemplo de pueblo marinero de calles estrechas y casas blancas que se asientan de forma escalonada sobre la montaña. Entre sus edificios se pueden ver fachadas modernistas realizadas por el arquitecto Ignasi Mas Morell para la burguesía catalana del siglo pasado. Posee una costa con ocho calas rocosas y playas de arena granulada, como Roca Grossa o Roques Blanques.
Casi se puede oír la música de las habaneras en un lugar imperdible, el paseo de la Punta , un mirador de la playa construido entre los acantilados y el mar.
Tossa de Mar (La Selva)
Tossa de Mar es un antiguo pueblo de pescadores que se ha convertido en un destino turístico muy conocido en la Costa Brava por estar situada en un entorno natural de gran belleza entre acantilados, aguas turquesas y calas escondidas. Sobresale su imponente castillo alzándose sobre el mar, en la parte vieja. La Vila Vella se compone de calles estrechas y empedradas en un entorno medieval donde todavía hay parte de sus murallas, se pueden ver cuatro torreones y tres torres de vigilancia de forma cilíndrica. A través de sus muros se llega a la playa donde los pescadores dejan sus barcas.
Begur (Baix Empordà)
Begur es uno de los pueblos más bonitos de la Costa Brava, situado en pleno corazón de l’Empordà, sobre el conjunto de cerros del macizo de su mismo nombre. Sus playas y calas se encuentran protegidas por la vegetación, y bañarse en sus aguas es como estar en el paraíso. Algunas de estas calas acogen antiguos barrios de pescadores reconvertidos en urbanizaciones frente al mar, como Sa Riera, Aiguafreda, Sa Tuna y Aiguablava.
Su núcleo histórico –coronado por el castillo medieval– conserva su trazado medieval, donde se pueden ver las fantásticas casas indianas del siglo XIX, y las torres de defensa del s.XVI construidas para protegerse contra los piratas.
Palamós (Baix Empordà)
Situada entre el mar Mediterráneo, Les Gavarres y la llanura del Aubí, se encuentra Palamós que, por efecto del viento y el mar sobre la roca, ha creado playas y calas preciosas. Entre su patrimonio histórico se encuentra el Museo de la Pesca, algunos vestigios arqueológicos de origen íbero en la playa del Castell, el castillo medieval de Sant Esteve en la playa de la Fosca, y un centro histórico de aire medieval, una auténtica red de callejuelas estrechas y de pendientes pronunciadas en la que encontrar restaurantes donde degustar su famosa gamba.
Y los aficionados al submarinismo pueden realizar una inmersión hasta el fantástico barco hundido el Boreas.
l’Escala (Alt Empordà)
Su nombre es de origen romano, proviene de la palabra en latín ‘scala’ que significa lugar donde atracar o escala. Una pueblo marinero que ha crecido gracias al turismo, sobre todo, en verano. En su término municipal se hallan las ruinas de la antigua ciudad greco-romana de Empúries. También posee paseo marítimo de casi siete kilómetros, que se puede recorrer a pie hasta llegar al centro del pueblo donde las conservas de anchoas son la estrella de los escaparates. Recomendamos una visita al Museo de la Anchoa y de la Sal. Además sus playas son amplias, de arena fina y poca profundidad, perfectas para relajarse.
Llançà (Alt Empordà)
Llançà es un pequeño pueblo de pescadores situado al norte de la Costa Brava, a 15 km de la frontera con Francia. Posee un paisaje salvaje de calas escondidas y playas de arena fina en siete kilómetros de costa. Además, se encuentra rodeado de unos espacios naturales únicos: el Cap de Creus y la Albera.
El pueblo se organiza alrededor de su plaza Mayor donde se sitúa el centro histórico. Aquí permanecen la iglesia barroca de Sant Vicenç del s. XVIII y la torre románica del s. XIV., y por otro lado, el barrio del puerto está presidido por un islote, denominado el Castellar, al que se puede acceder a través de un camino, en la parte alta se obtienen unas vistas impresionantes. No hay que dejar de comer en los restaurantes del puerto, son una delicia.