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6 calas de la Costa Brava: una para cada tipo de viajero

Rincones

El litoral gerundense nos ofrece, desde Blanes hasta Portbou, auténticos paraísos terrenales

Seis playas (casi) desiertas para evadirse este verano

Cala Aiguablava. Begur

Vicky Pirata / Arxiu PTCBG

Antes de entrar a fondo en la materia, es básico dejar clara la diferencia entre una cala y una playa. Porque no son lo mismo. Las calas son ensenadas, pequeñas bahías donde se cuela el mar; suelen ser más recónditas, discretas y, sobre todo, bastante menos accesibles que las playas. En cierto modo, son algo así como hallazgos naturales.

Para encontrarlas, hay que quererlo y, por supuesto, intentarlo. Se requiere para un cierto espíritu aventurero que te lleve a explorar, caminar y dejarte sorprender. Cuando las descubres te das cuenta de la auténtica diferencia con una playa.

Una ruta de sur a norte

La Costa Brava empieza en la localidad de Blanes (70 kilómetros al norte de la ciudad de Barcelona) y finaliza en Portbou, en la frontera francesa. Son 214 kilómetros de carretera. Lo ideal es recorrerla en coche o en moto e ir parando en sus pueblecitos, contemplando sus extraordinarios paisajes, comiendo en sus restaurantes... Y ¿cómo no? conociendo las calas más tentadoras con las que te tropiezas en el camino.

El sendero GR 92, también llamado el camino de ronda, que antiguamente era transitado por los carabineros para controlar el contrabando, es una excelente manera de hacerlo. Está muy bien indicado con una raya roja sobre otra blanca. Solo hay que seguir la señal y desembocar en la cala que más te interese. Hay cientos de opciones. Todo depende de lo que te guste.

Cala Bona para ‘snorkel’

Cala Bona. Tossa de Mar

Ajuntament Tossa de Mar / Arxiu PTCBG

También se la conoce como Cala de San Francesc. Está ubicada a las afueras de Blanes, a unos dos kilómetros concretamente. Es una de las preferidas por los residentes de esta localidad. Eso sí, en verano se juntan los turistas, se masifica y es algo complicado encontrar plaza para el coche (es gratis). Tiene aproximadamente 200 metros de longitud y está protegida de los vientos del norte, por lo que la mayoría de las veces el oleaje es moderado y no molesta al baño. Las aguas son cristalinas y está rodeada por pinos y rocas.

Precisamente ese paisaje rocoso que sobresale en su orilla la convierte en una cala muy recomendable para aquellos a quienes les guste ponerse gafas y tubo y contemplar el paisaje subacuático. Es una zona de poca profundidad, algo que se agradece si vas con niños pequeños, pero muchos aficionados se adentran un poco más en el mar (en dirección punta S´Agulla), hacia unos escollos denominados Niells de Cala San Francesc, con unos fondos excepcionales y una variada vida bajo sus aguas, con meros, besugos, pulpos, morenas o caballitos de mar.

Nudismo en Cala del Senyor Ramon

Cala del Senyor Ramon

Ajuntament de Santa Cristina d'Aro / Arxiu PTCBG

Un poco más al norte, un cartel en la carretera -en el kilómetro 35- entre Tossa de Mar y Sant Feliu de Guíxols marca el desvío hasta esta preciosa cala, conocida también como de la Corcollada. Con unos 350 metros de longitud, consta en todas las listas entre las calas más bonitas de la costa catalana. Es posible dejar el coche en la carretera y descender a pie por un sendero largo y sinuoso. A medida que te aproximas, su belleza se va haciendo mayor y más evidente.

Amplia, de arena fina y aguas aturquesadas, la envuelven unos acantilados que la dejan completamente apartada del mundanal ruido -no tiene duchas ni chiringuito-, lo que le da un aspecto salvaje y exótico. Es perfecta para evitar aglomeraciones de bañistas y para hacer nudismo (o no, es libre). Si no te importa caminar un poco, incluso durante el verano es una de las pocas calas donde encuentras un espacio íntimo para la toalla.

Cala Sa Conca en plan familiar

Cala Sa Conca

Ajuntament Castell-Platja d'Aro / Arxiu PTCBG

Es una de las calas predilectas para ir con niños. A escasa distancia de Platja d´Aro y pegada a la urbanización de S´Agaró, es accesible desde camino de ronda; cuenta con una playa de arena dorada y es bastante extensa. Tiene de todo para las familias: parking para el coche a pocos pasos, un chiringuito para comer, duchas y lavabos, alquiler de sombrillas o tumbonas, puesto de vigilancia.

El entorno es muy natural y está rodeado por un frondoso bosque de pinos que produce zonas de sombra que se agradecen cuando el sol impone todo su poder. La cala realmente está dividida en dos partes, puesto que el Illot de Sa Conca marca una clara separación entre Cala Sa Conca, que es la más grande, y Cala dels Oriços, que es más menuda y que, como su nombre indica, cuenta con fondos rocosos y erizos de mar. En ese sentido, es un excelente sitio para bucear.

Aventura en Kayak entre Cala Montgó y Cova de la Sal

Cala Montgó, l'Escala

Maria Geli - Pilar Planagumà / Arxiu PTCBG

En este caso, la propuesta consiste en subirse a un kayak -o una tabla de paddle surf- y remar desde cala Montgó hasta la Cova de la Sal, en l´Escala. El kayak se puede alquilar en Cala Montgó desde donde hay un trayecto de 2 kilómetros de distancia hacia el sur. Es una pequeña aventura. El oleaje cerca de la costa suele ser suave debido a que es una bahía salvaguardada de la tramontana (fuertes vientos del norte). Pero ojo, antes de partir conviene comprobar las condiciones del mar y el viento, por si acaso.

Durante la travesía se puede observar el escarpado y abrupto paisaje del litoral: desde la Cala Roca de la Cadira, el Racó del Rec Fondo y la Caleta. La Cova de la Sal tiene 25 metros de altura y una profundidad de 30. El interior es un remanso de paz majestuoso. En su entrada, hay una calita de cantos rodados, donde puedes detener el kayak y dejar que el silencio se adueñe del lugar. Únicamente se escucha el rumor de un goteo.

Cala Aiguablava con una buena comida

Aiguablava, en Begur, una de las calas más populares de la Costa Brava

Maria Espinàs / Arxiu PTCBG

Existen personas a los que les gusta más los chiringuitos que la playa. Para ellos, tomar el sol es un placer, pero su objetivo prioritario es sentarse en una terraza frente al mar y plantarse frente a unos berberechos, un delicioso arroz, un pescado a la plancha o un refrescante vino blanco. El universo del chiringuito tiene muchos adeptos. Y cuanto más cerca del mar, mejor. Si puede ser con los pies descalzos sobre la arena, todavía mejor.

Si eres de chiringuito, la sugerencia sería ir a la última cala al sur de Begur: Aiguablava. Tiene mucho encanto, con sus casitas bajas, sus barcas varadas en la arena, las redes de pesca, el aroma a mar... Pero sobre todo cuenta con el chiringuito Toc al Mar (en primera línea y en la misma arena, lo que en su momento fue una barraca de pescadores), todo un descubrimiento. Es sencillo, tiene un servicio amable y extraordinarias vistas al Mediterráneo. El arroz rossejat de fideos y sepia o los pescados frescos del día a la brasa están para chuparse los dedos.

Cala Bramant para solitarios y enamorados

Cala Bramant desde el camino de ronda. Llançà

Rafael López-Monné / Arxiu PTCBG

Casi tocando la frontera con Francia, entre Llançà y Colera, asoma la última cala seleccionada de este listado. Una manera aconsejable de alcanzar la Cala Bramant es saliendo por el paseo Marítimo de Llançà para enfilar inmediatamente el camino de ronda rumbo norte. Está situada antes de llegar a Cap Ras. Es un rincón espectacular. Tiene la forma de una piscina gigante, rodeada por una pared circular de roca de unos 10 metros de altura que deja un estrecho paso al mar.

Es un lugar con un aire ciertamente bucólico, de ahí que los vecinos de Llançà la llamen “la Cala de los enamorados”. Al atardecer, cuando el sol se pone, resulta difícil no perder el sentido en esta silenciosa y magnética cala gerundense.

Este artículo es fruto de la colaboración entre La Vanguardia.com y Travelzoo, portal especializado en ofertas de viajes. Puedes acceder a Travelzoo aquí.

Las calas suelen ser más recónditas, discretas y, sobre todo, bastante menos accesibles que las playas