¿Qué te llevarías del palacio de un dictador? Cristalería francesa.
Ante la llegada de los rebeldes a Damasco, Bashar el Asad huyó en su jet privado y dejó atrás una decena de residencias oficiales, entre ellas el palacio presidencial, un retiro de 31.500 metros cuadrados en el monte Mezzeh con vistas a la gris capital. Probablemente, su nuevo piso en Moscú, donde ha recibido asilo, tiene mucho menos glamur que esta mole revestida de travertino y cristaleras.
Su séquito también ha desaparecido de escena, como casi todo el funcionariado que durante décadas lubricó al régimen. La imponente rotonda de acceso a la puerta principal del palacio solo está custodiada por tres milicianos uzbecos de la Organización para la Liberación del Levante (HTS, en su siglas en árabe) que toman el sol. “Llegué a Idlib hace dos años porque quería luchar por el pueblo sirio”, dice uno de ellos posando orgulloso con su fusil y la insignia de su batallón enganchada en su uniforme.
El grupo armado ha cerrado el acceso al palacio: al entrar en Damasco, irrumpió en sus salas y destrozó todos los símbolos asociados a una Siria que ya no existe. Y como en todos las rebeliones, muchos aprovecharon para llevarse un souvenir con clase. En una sala contigua al vestíbulo, de unos 20 metros de alto, los saqueadores solo dejaron un centenar de cajas rojas vacías con el logo de Baccarat ilustrado en la tapa. La marca de cristalería de lujo, fundada en Francia en 1764, decoró los salones de Luis XVIII, de numerosos jefes de Estado y de la decena de sirios que tendrán en sus casas un pedacito modesto de la fortuna de la familia El Asad.
Escenas idénticas se han reproducido en ministerios, cuarteles del ejército y residencias del antiguo rais, centro de la rabia de muchos ciudadanos eufóricos por el triunfo de la rebelión. Incluso el féretro y cadáver de Hafez el Asad, padre y predecesor del líder depuesto, fue consumido por las llamas en su mausoleo en Qardaha, su pueblo natal en Latakia.
Sin embargo, HTS ha dado por terminada la etapa del caos en las calles. La milicia, que busca consolidar su poder y legitimidad sobre la sociedad siria, patrulla ahora todos estos espacios, que llenará con las instituciones del futuro gobierno.
En ese sentido, la cúpula del grupo islamista, encabezado por Abu Mohamed el Yulani, ha prometido una “transición pacífica” y la formación de un ejecutivo de transición que mantenga la máquina siria en funcionamiento.
El director de informativos de la televisión pública de El Asad continúa en el cargo con los islamistas
“Es hora de ponernos a trabajar de nuevo”, dice Mohamed Aboallah, director de informativos de la televisión pública con Bashar y ahora con los islamistas. En el plató principal de la cadena, cuya pantalla ya muestra la nueva bandera del país –con una franja verde, color del islam, en lugar del rojo anterior– anuncia que volverán a emitir esta misma tarde: “Llevo 25 años explicando noticias para la gente, no para los líderes”.
La sede de la televisión también fue tomada por los rebeldes, que desde ayer mismo la utilizan como centro de prensa. Un miliciano, con un pañuelo beduino, titubea al teclear en un ordenador los nombres de los periodistas extranjeros que han llegado esta semana a Siria antes de expedir un sencillo papel sin sello oficial que funciona como acreditación.
La transición se inicia a pesar de la desaparición casi absoluta del cuerpo burocrático del régimen. Miles de funcionarios que, viendo el avance rapidísimo de los rebeldes, huyeron de sus puestos y eliminaron todas las pruebas que pudieron. Según explica Maazen, antiguo guía turístico oficial del régimen, muchos han huido a Líbano, donde Hizbulah, milicia afín a El Asad, supuestamente los está acogiendo. “Otros estarán todavía en sus casas esperando a ver cómo de duras serán las represalias por haber colaborado con el gobierno”, especula.
El Yulani ha prometido mano dura con aquellos involucrados en la peor cara del régimen, y ayer anunció que los responsables de la tortura de decenas de miles de sirios no serán perdonados. Una decisión, según él, tomada a raíz del descubrimiento de cárceles y centros de detención sanguinarios en toda Siria. “No concederemos amnistía a los implicados en la tortura y la eliminación de detenidos y los procesaremos en nuestro país”, y demandó a otro países la deportación de “todos los criminales que han huido para que sean llevados ante la justicia”.
Un ojo por ojo que no se ha hecho esperar: en las últimas horas se han reportado ejecuciones sumarísimas de funcionarios en todo el país, especialmente en las pequeñas poblaciones donde aún quedan remanentes del ya prácticamente extinto ejército sirio. De toda la estructura militar, utilizada por El Asad para combatir contra el Estado Islámico, HTS y los kurdos, solo quedan los pantalones de Salmán, un soldado druso desertor de las fuerzas gubernamentales que conduce un taxi y prefiere no decir su nombre real.
“Me alisté en el 2011, con 18 años, para combatir al extremismo islámico”, asegura. Una decisión “de la que me arrepentiré siempre”. Sus condiciones eran pésimas, comenta, y le obligaron a hacer “cosas que no quería hacer”. Cuando llegaron las noticias de que la rebelión había tomado Alepo, hace una semana, decidió acabar su guardia temprano, “dejar su arma en el cuartel”, y marcharse sin mirar atrás.
Detiene el coche amarillo en el mercado de abastos de Zablatani, el más grande de la capital. Es el primer día de vuelta a la actividad normal tras la rebelión y la primera vez en cinco décadas en la que los comerciantes pueden hablar con libertad. Allí, más que la presencia de HTS, se palpa la ausencia de lo anterior. “Hemos notado un gran cambio”, dice un vendedor, quien no echa de menos las “extorsiones y mordidas” que cometían oficiales del gobierno a diario. Todos, incluso Salmán, que se une a la tertulia en el mercado, son optimistas ante el futuro de Siria.
No habrá amnistía para los implicados en torturas y eliminación de presos
Pero muchos olvidan que HTS, descendiente directo de Al Nusra, rama siria de Al Qaeda, nació para hacer la guerra y no para ocupar despachos. En los próximos meses, los jóvenes milicianos, vestidos de uniforme de manufactura turca, tendrán que diseñar un nuevo Estado en las sedes ministeriales calcinadas. La sombra del Estado Islámico y el islamismo radical pesa sobre ellos.
Justo al lado de Zablatani, en el extremo opuesto al palacio presidencia de Mezzeh, se extiende la barriada de Ghouta, donde el gobierno roció de bombas y armas químicas a su propia población en el 2013. Más de una década después, sigue siendo un páramo de ruinas sin vida. Siria no puede mirar atrás. Solo puede rezar.
Para combatir a Rusia
Drones ucranianos ayudaron a los rebeldes sirios
La inteligencia militar ucraniana envió a Siria 150 pequeños drones y 20 operadores para apoyar a la Organización para la Liberación del Levante (HTS) en Idlib hace cuatro o cinco semanas, según The Washington Post. En base a una política de Kyiv de combatir a Rusia en cualquier parte, ya el pasado marzo un grupo de operaciones especiales ucraniano participó en ataques contra fuerzas rusas en el sur del país.