En un partido que tuvo que ganar tres veces el Barça conquistó Dortmund y da un paso de gigante para meterse en los octavos de la Champions. En un encuentro en el que mereció vencer y venció el conjunto de Flick fue capaz de levantarse de cada golpe en forma de empate para terminar cosechando una victoria sensacional. Los goles de Raphinha, que se retiró tocado, y del revulsivo Ferran Torres, que vio puerta por partida doble, valieron oro para los blaugrana. Sí, el equipo barcelonista todavía comete pecados de juventud, pero tras su quinta victoria seguida en el torneo se ha catapultado entre los grandes y es segundo en la clasificación.
Jugó el Barcelona, más parecido a su mejor versión que últimamente, para imponerse con solvencia pero el Dortmund igualó sus dos primeras ventajas. Con la tercera ya no pudo y el Barça acaricia los cruces. De justicia es aplaudir a Flick, que no dudó en meter cambios en la última media hora y en retirar a pesos pesados para que Fermín y, sobre todo, Ferran fueran capitales. El resultado le da la razón.
Desde el principio se vio a un Barcelona entero. Porque a pesar de que el Dortmund forzó un córner en apenas un puñado de segundos, el equipo blaugrana entró muy metido en el encuentro. Con una mezcla de fiebre vertical y control inteligente el equipo de Flick mordía sin balón y combinaba con precisión. Con el esférico ocupaba bien los espacios, con Olmo distribuyendo juego en la mediapunta, con Balde y Koundé subiendo la banda con alegría, con Lamine filtrando pases y finalizando jugadas y con un Pedri aplicando la pausa.
Los primeros veinte minutos del Barcelona resultaron muy halagüeños. Se mascaba el gol pero no llegaba. No lo hizo en un centro de Balde que no alcanzaron a desviar por un pelo ni Olmo ni Lewandowski. Ni en un servicio de Lamine Yamal que Raphinha no pudo rematar. Ni en una ocasión clarísima del brasileño, que mandó fuera una asistencia L2 de Lamine con el exterior. Ni en tres intentonas del extremo de Rocafonda, que se topó en la más cristalina con el portero. Ni siquiera en un remate furtivo de Koundé, desmelenado en ataque.
El Barça lo había hecho casi todo para avanzarse, menos lo más importante, dar en la diana. Eso sí en su área Iñaki Peña apenas tenía que intervenir con las manos porque el Borussia no generaba mucho y caía en el fuera de juego. Solo Duranville causaba problemas a Balde por el costado derecho del ataque alemán. Un centro suyo lo envió arriba Sabitzer con casi todo a favor. El mejor de los de la cuenca del Rühr, por poner alguno, estaba siendo el buen portero Kobel y eso decía mucho sobre el juego colectivo del Barça, empujado por 3.500 aficionados que también se hacían escuchar.
Tras la escenografía y coreografía del muro amarillo, la conocida y repleta grada del Signal Iduna Park, había llegado la sinfonía inacabada de un Barça que se desanimó un tanto al no obtener el premio del gol y que llegó al descanso más desdibujado aunque sin agobios.
El Barça da el último zarpazo tras ver como el Dortmund iguala sus dos primeras rentas
El plan de Flick de apostar por el once de gala, es decir los mismos que estuvieron de entrada en el Villamarín, había recuperado por momentos el Barça intenso y sincronizado de su semana grande ante el Bayern y el Real Madrid pero restaba por saber si el haber perdonado le iba después a pasar factura. En una competición tan traidora como la Champions, y más a domicilio, desaprovechar tus momentos puede pagarse muy caro. No lo hizo. Tuvo que sufrir pero lo sacó adelante el Barcelona.
Porque a la par que se intensificaba el frío y cuando el Borussia parecía emerger, con más balón e ideas, Olmo conectó en profundidad con Raphinha para que el brasileño se plantara solo ante Kobel y lo batiera de tiro cruzado. Nuevamente el capitán Raphinha decisivo, tras burlar por milímetros el fuera de juego. Se adelantaba el conjunto de Flick. Se silenciaba por segundos el muro amarillo. Celebraba la parroquia blaugrana. Pero la alegría duraría poquito porque vendría el empate. Lo hizo de forma estúpida. Cubarsí cometió un penalti absurdo al poner la mano en la espalda a Guirassy. El mismo delantero lo transformaría, en el primer tiro entre palos del Dortmund en todo el encuentro.
A Flick no le tiembla el pulso para retirar a pesos pesados y los revulsivos le responden
Resucitaba el estadio, se crecía el Borussia. Momento para demostrar temple y madurez para el Barça, visto que en los partidos anteriores también había dejado escapar ventajas en el marcador. Exprimido el once inicial Flick entendió que se necesitaban piernas frescas y no le tembló el pulso. De nuevo Lewandowski, el más flojo del equipo, y Olmo fuera, como en Sevilla. Antes de irse el de Terrassa desperdició una ocasión buenísima en la que se topó con Kobel. También se marchó Raphinha, en este caso por los referidos problemas físicos.
Esta vez los suplentes le respondieron a Flick porque su Barça se volvió a avanzar con los relevos como protagonistas. Centró Koundé, remató en el corazón del área Fermín y el rechace del portero lo cazó Ferran Torres para embocar. El andaluz y el valenciano recién habían entrado, como De Jong.
Pero nuevamente el Barça no sería capaz de conservar la renta. El ex del Girona Couto activó a Gross, que entró desde la segunda línea y sirvió el gol en bandeja para el doblete de Guirassy. El Borussia había repetido la fórmula del Celta y el Betis para romper el fuera de juego.
Pintaban bastos pero el conjunto de Sahin se creció tanto que el Barça le propinó el tercer mandoble en una contra letal pilotada por Pedri y continuada por un Lamine genial que dejó solo frente al portero a Ferran. El delantero, con tiempo y calidad, cruzó el remate a las mallas en su segundo gol de la noche. ¿Conseguiría el Barça en esta ocasión mantener la victoria? La respuesta fue que sí. El equipo barcelonista ya vislumbra los octavos. Qué noche.