Victoria Kent, la feminista que se opuso al voto femenino
En femenino
En España hubo que esperar a los años treinta para acceder al sufragio femenino. En el debate parlamentario previo, una feminista se opuso a él. ¿Por qué?
La prensa aprovechó para lanzar sus más afiladas ironías. En el Congreso de los Diputados solo dos mujeres ocupaban un escaño en octubre de 1931, pero no estaban de acuerdo en el debate crucial sobre la implantación del voto femenino. Si esta discrepancia se producía con tan pocas, ¿cómo iba a ser posible que todas se pusieran de acuerdo?
Una, Victoria Kent (1898-1987), del Partido Radical-Socialista, abogaba por aplazar el cambio. Creía que no era el momento oportuno y declaró en el hemiciclo que renunciaba, por el momento, a su ideal. ¿A qué se debía esta paradoja por parte de una luchadora feminista? La misma persona que lamentaba el escaso protagonismo de las mujeres en la vida pública, la misma política que deploraba el machismo de la cultura imperante, se negaba a la concesión a sus congéneres de un derecho fundamental.
En esos momentos, la Cámara discutía lo que iba a ser el artículo 36 de la Constitución, por el que se reconocería el sufragio a las españolas. Para Kent, esa medida iba a provocar un desastre. Porque, en su opinión, las mujeres se hallaban bajo el dominio del clero.
Es decir, que votarían en masa a las fuerzas conservadoras, de forma que sería imposible desarrollar las reformas progresistas que necesitaba el país. Había que esperar a que la República estuviera consolidada para que apreciaran y abrazaran sus beneficios. En ese momento, facilitar su acceso a las urnas era prematuro, porque su conciencia no era libre. Estaba secuestrada por los padres, los maridos o los sacerdotes.
La apuesta por el sí
La de Kent no fue una postura aislada. Otras importantes mujeres de izquierdas, como Margarita Nelken o Hildegart Rodríguez, se manifestaron en similares términos. Sin embargo, Clara Campoamor, diputada por el Partido Republicano Radical, expuso la opinión contraria. Según Campoamor, no se podía decir a las mujeres que se les concedería el voto cuando fueran republicanas, porque ellas habían luchado igual que los hombres para hacer realidad la República.
Sugirió que solo pudieran votar en unas elecciones generales tras haberlo hecho en dos municipales
Puesto que sufrían las consecuencias de las leyes y pagaban impuestos, no era justo que se las dejara en un estado de subordinación. Clara Campoamor era la líder más representativa de un incipiente movimiento sufragista, con dos décadas ya de historia, aunque sin la influencia que había llegado a alcanzar en los países anglosajones.
El Congreso, finalmente, convirtió a las mujeres en electoras por 161 votos a favor y 121 en contra. Victoria Kent, derrotada, intentó una maniobra para desactivar parcialmente la reforma. Sugirió que las mujeres solo pudieran votar en unas elecciones generales tras haberlo hecho en dos comicios municipales consecutivos.
Miguel Ángel Villena, su biógrafo, señala que si esta enmienda hubiera prosperado, las mujeres aún habrían tenido que aguardar cerca de un decenio para optar a elegir al presidente del Estado. La victoria electoral de la conservadora CEDA, en 1933, pareció dar la razón a los peores presagios. Las mujeres habían sido, supuestamente, las artífices del triunfo de la derecha. Este es un tópico que llega hasta nuestros días, sin desaparecer del todo.
En realidad, no existió ningún sesgo de género en las elecciones. Apenas tres años después, también con voto femenino, fue la izquierda del Frente Popular la que venció. La historiadora Mercedes Vilanova señaló hace tiempo que la orientación del sufragio dependió de la clase social, sin que se apreciaran diferencias entre mujeres y hombres.
Transcurrido medio siglo, ya durante la democracia, Victoria Kent intentó justificar su postura. En una entrevista afirmó que sus ideas de los años treinta sobre el tema no eran tan cerradas como parecían desde el presente. Dijo también que, en el momento de sus declaraciones, las circunstancias eran por completo distintas: “Hoy la situación ha cambiado radicalmente, y la mujer se merece el voto porque ha luchado y está capacitada para él”.
Este artículo se publicó en el número 600 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.