Guerra de la Independencia española: la historia del camino que llevó hasta ella
España y Napoleón
Tras el desencuentro inicial, la España absolutista hizo frente común con la Francia revolucionaria. Los planes de Napoleón lo cambiaron todo y desembocaron en la guerra de la Independencia
Los desastres de la guerra de la Independencia española
La guerra de la Independencia rompió abruptamente la larga alianza entre Francia y España. La colaboración entre los dos países se remontaba a principios del siglo XVIII, cuando Felipe V pasó a ocupar el trono hispano. A partir de entonces, los Borbones de ambos lados de los Pirineos unirían esfuerzos contra Gran Bretaña, el enemigo común.
Mientras París trataba de neutralizar al rival que le disputaba la hegemonía europea, Madrid buscaba defender su imperio americano de las ambiciones inglesas. Los conocidos como Pactos de Familia concretaron una cooperación no exenta de desconfianzas.
La Revolución Francesa iba a perturbar de forma radical este sistema de relaciones. Francia pasaría a ser una república liberal, enemiga por definición de las monarquías absolutas. España, una de ellas, debía, supuestamente, movilizarse contra las nuevas ideas. Sin embargo, la geopolítica apuntaba a la continuidad de los pactos con Francia. Varios estadistas españoles, en una demostración de pragmatismo, se pronunciaron en este sentido. Comenzaba así una política titubeante que, con la llegada de Napoleón al poder, desembocaría en la guerra de la Independencia.
1 | La alianza que salió mal
Tras un breve y desastroso conflicto contra los revolucionarios en el Rosellón, España firmó el Tratado de San Ildefonso, que le valió a Manuel Godoy, el favorito de Carlos IV, el título de Príncipe de la Paz. En esos momentos, Europa vivía un turbulento enfrentamiento entre Francia y Gran Bretaña que se iba a prolongar hasta 1815, con la derrota de Napoleón Bonaparte en Waterloo. Para nuestro país, la neutralidad habría sido lo idóneo, pero las circunstancias forzaron a tomar partido en favor de Francia.
2 | Contra el enemigo común
Los aliados franco-españoles se enfrentaron en repetidas ocasiones contra el enemigo común. La marina española sufrió sucesivas derrotas ante los británicos, que culminaron con el desastre de Trafalgar. La crisis naval vino acompañada de la económica, al obstaculizarse las rutas con América: el bloqueo de los barcos ingleses supuso un serio descalabro para el comercio ultramarino.
Inglaterra, por su parte, no dejaba de presionar en ultramar. En 1806 y 1807, sus invasiones del virreinato del Río de la Plata fracasaron, pero no tanto por la oposición de las autoridades locales como por la resistencia popular.
3 | Las promesas de Napoleón
El reino lusitano sería castigado así por su negativa a secundar el bloqueo continental contra los británicos. Una parte de su territorio se destinaría a la infanta María Luisa de Borbón en compensación por la pérdida de Etruria, reino italiano que Napoleón había suprimido. El tercio sur del país vecino –el Algarve y el Alentejo– pasaría a constituir un reino cuyo monarca sería el propio Godoy.
Pero las verdaderas intenciones de Bonaparte no eran las recogidas en el Tratado de Fontainebleau. Buscaba la incorporación de España a la constelación de territorios regidos por su familia. Había explotado las ambiciones de Godoy, ofreciéndole una corona, para invadir España de forma subrepticia.
4 | Invasión a la troyana
Antes de que estuviera cerrado el acuerdo que permitía a sus tropas cruzar los Pirineos como aliados de la monarquía española, las primeras unidades francesas ya atravesaban el Bidasoa. El número de soldados imperiales sobrepasaba con mucho los señalados en el tratado. A ello se añadió, a comienzos de 1808, la entrada de fuerzas galas por la frontera con Catalunya. Era una invasión en toda regla, pero la monarquía española no reaccionó.
El ejército napoleónico ocupó rápidamente las vías de comunicación y las plazas más importantes de la mitad norte peninsular. Los militares españoles permanecieron pasivos, con algún episodio de resistencia aislado, como el ocurrido en el castillo de Pamplona, que los franceses tuvieron que tomar a la fuerza.
5 | El rechazo a Godoy
Las intrigas de los partidarios de Fernando, príncipe de Asturias y cabeza de la oposición Godoy, habían convertido el aire de la corte en irrespirable. Al rechazo de la nobleza hacia el valido, un advenedizo que había alcanzado la grandeza, se sumaba la inquina popular, que le tenía por un aprovechado con escasas dotes de gobierno, preocupado en exclusiva por extender su poder y sus riquezas.
La animadversión del pueblo no era ajena a la actitud de una parte del clero, que veía en ciertas medidas reformistas un ataque a sus privilegios estamentales.
6 | El motín de Aranjuez
En medio del hervidero de rumores en que se había convertido Madrid, la familia real viajó a Aranjuez, donde los adeptos al príncipe Fernando orquestaron un motín con el propósito de provocar la destitución del valido. Pero los acontecimientos se precipitaron, y con la caída de Godoy se produjo también la abdicación de un Carlos IV aterrorizado por el escenario. Ello representaba la proclamación como rey del príncipe de Asturias.
Ante los fastos para recibir al nuevo monarca, la presencia de tropas extranjeras pasó casi desapercibida. Todavía en el mes de abril, los franceses eran considerados aliados en los círculos oficiales.
Sin embargo, entre las clases populares y en algunos sectores del Ejército tomaba cuerpo un sentimiento de indignación cada vez mayor hacia quienes empezaban a contemplar como invasores. A lo largo de ese mes, los altercados entre hispanos y galos abonaron el terreno para el estallido de la sublevación madrileña del 2 de mayo contra los franceses.
7 | Los planes del emperador
Pese a los sucesos de Aranjuez, la estrategia gala de ocupación de la península seguía en pie. La proclamación de Fernando VII alteró los planes de Napoleón para anexionarse la península. El emperador convocó en la ciudad francesa de Bayona a Fernando VII y a sus padres decidido a conseguir la Corona de España para su hermano José.
En Bayona, Napoleón les hizo saber que sus planes para España pasaban por el cambio de dinastía: los Bonaparte sustituirían a los Borbones en el trono. En el castillo de Marracq tuvo lugar una de las páginas más negras de la monarquía española, con dos de sus reyes, padre e hijo, acusándose mutuamente ante un soberano extranjero. Finalmente, ambos renunciaron a sus derechos, por lo que José Bonaparte pudo convertirse en José I de España. Sin embargo, la mayoría de sus súbditos le consideraron un monarca impuesto, un intruso. Para los españoles, Fernando VII era el legítimo rey. De ahí que se dispusieran a tomar las armas por él.
Este texto se basa en un artículo publicado en el número 552 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.