Loading...

Epidemias que no entendieron de clases

Salud pública

Las capas sociales bajas históricamente siempre han sido más vulnerables a las plagas, pero las altas no han sido inmunes

Coronavirus: mensajes de la gripe de 1918

De la gripe española al coronavirus, historia de las cuarentenas

Las pandemias y el fantasma del miedo

Una campaña de vacunación del ejército francés contra la viruela, a finales del siglo XIX

UniversalImagesGroup / Getty

Si hay algo que ha dejado en claro el coronavirus durante las últimas semanas es que nadie escapa a los efectos de una pandemia mundial. Tanto personajes de las altas esferas de la política como del espectáculo y la cultura alrededor del mundo, han dado a conocer sus diagnósticos positivos por el virus, demostrando que, más allá de los títulos y cargos, todos estamos expuestos al contagio.

Si bien los impactos de una epidemia siempre fueron más fuertes entre los estratos más bajos de la sociedad, donde predominan las malas condiciones de vida y alimentarias que causan un sistema inmunitario más débil, el alto estatus social no vuelve a nadie impermeable a los brotes infecciosos. A lo largo de la historia, han sido muchos los grandes líderes políticos, pensadores o artistas que se han convertido en víctimas, en algunos casos mortales, de grandes epidemias.

Líderes políticos, como Pericles, o reyes, como Luis XV de Francia, murieron a causa de epidemias

En el año 431 a.C., Atenas entró en guerra con Esparta, en lo que fue la Guerra del Peloponeso. Pericles, el máximo líder de Atenas durante su época dorada, fue uno de los grandes impulsores del conflicto. A pesar de la oposición interna que surgió contra él durante la fase inicial de la guerra (tuvo que enfrentar un juicio político) y las tensiones externas, no fue la espada de un enemigo la encargada de derrotarlo, sino una terrible epidemia que arrasó con un tercio de la población, incluidos él (429 a.C.) y sus dos hijos mayores. Finalmente, esta enfermedad marcaría el principio del fin para la Edad de Oro de Atenas .

La viruela, que azotó durante unos 3.000 años a la humanidad, cuenta entre sus víctimas a varios líderes políticos. Su rastro puede encontrarse en los restos de momias egipcias, como la más antigua hallada hasta ahora, el faraón Ramsés V, que murió en 1157 a.C.

Retrato de Luis I de España (1707-1724): reinó menos de de un año

Photo 12 / Getty

En el siglo XVI, los conquistadores españoles llevaron consigo este virus a América, donde las poblaciones nativas no tenían inmunidad. Finalmente, resultó el arma más letal de estos conquistadores, ya que fue la mayor causante de muertes indígenas, incluidos muchos de sus líderes. Entre ellos, el penúltimo emperador azteca Cuitláhuac en 1520 en Tenochtitlan y el emperador inca Huayna Capac en 1524 (también su hijo y heredero Ninan Cuyuchi en 1527), lo cual desató una guerra civil.

Desde finales del siglo XVII y todo el siglo XVIII, esta enfermedad tendría un fuerte impacto en Europa, al matar a unos 60 millones de personas. Con sus sucesivos brotes, esta epidemia llegó a escalar hasta las altas esferas del poder, provocando la muerte de varios monarcas reinantes. Entre ellos, el rey Luis I de España, que tuvo un reinado de sólo 229 días, el más efímero de la historia del país, al morir en 1724 con solo 17 años.

La misma suerte les tocó a la reina María II de Inglaterra, que murió con 32 años en 1694, el rey Luis XV de Francia en 1774 y la reina Ulrika Elenora de Suecia en 1741. La viruela también acabó con la vida de otros líderes mundiales, como la del emperador José I de Austria en 1711, la del zar Pedro II de Rusia en 1730 y la de emperadores chinos de la dinastía Qing.

En pleno siglo XIX el cólera pasó factura sobre todo a las clases bajas europeas, pero también a mandatarios

Luis I no fue el único rey de España en morir a causa de una enfermedad epidémica. La del rey Alfonso XI sería la única muerte de un monarca europeo a causa de la peste negra en 1350, aunque esta epidemia también dejó su huella en otras familias reales del continente: Pedro IV de Aragón perdió a su mujer, Eduardo III a su hija Juana de Inglaterra, y el rey Luis X de Francia a su hija Juana de Navarra.

El cólera, con sus sucesivas pandemias a lo largo del siglo XIX, fue otra enfermedad que, si bien impactó con mucha más virulencia a las clases sociales más bajas, que vivían hacinadas en las ciudades, también se cobró víctimas en los estratos sociales más altos. Un ejemplo de ello fueron las muertes de Carlos X, rey de Francia y Navarra, en 1836, y de Pedro V, rey de Portugal, en 1861. También de personajes importantes de la cultura, como el escritor Alejandro Dumas en 1870, el filósofo padre del idealismo alemán Friedrich Hegel en 1831, o del compositor ruso Piotr Chaikovski en 1812.

Ya en el siglo XX, la pandemia desatada con la gripe del 1918 después de la Primera Guerra Mundial, mal llamada gripe española , mató entre 40 y 100 millones de personas en el mundo en el transcurso de un año. Entre ellas, estuvieron el reconocido pintor austríaco Gustav Klimt y el sociólogo alemán Max Weber. Además, llegó a contagiar a varios actores de la alta esfera política -aunque sin provocarles la muerte-, como fue el caso del rey de España Alfonso XII , el último emperador alemán, Guillermo II , el primer ministro británico Lloyd George, y el presidente de los EE.UU. Woodrow Wilson .

El rey Luis XV de Francia en la batala de Lauffeld, que tuvo lugar en 1747

Photo Josse/Leemage / Getty

En la década de los ochenta, la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) comenzaba a esparcirse rápidamente por el mundo, no sin estar acompañado por un fuerte estigma social. Uno de los primeros personajes famosos en comunicar abiertamente que padecía esta enfermedad fue el actor estadounidense Rock Hudson, que murió en 1985, dos meses después de hacer el anuncio.

En Francia, la primera figura pública en morir por esta causa fue el filósofo estructuralista francés Michel Foucault, en 1984. En 1991, también perdería la vida por esta enfermedad la icónica estrella de rock Freddy Mercury, solo un día después de anunciar que hacía años que la venía batallando en privado. Con ello se ponía de manifiesto algo evidente: frente a una epidemia, nadie es inmune.