El Sevilla ha desaparecido en el London Stadium, en particular en el segundo periodo y también en la prórroga, devorado por el físico del West Ham, encarnado en un coloso como Michail Antonio y en la fuerza del ucraniano Yarmolenko, el hombre que le ha acabado apuntillando.
Hace tiempo que se gripa el conjunto de Lopetegui, rey de la Europa League -seis títulos suma desde el 2006-, muy decaído en la Liga, con seis empates en los últimos ocho partidos. Ha dejado de chutar en el torneo doméstico, donde siente el aliento del renacido Barça, y ahora se ha esfumado en la Europa League.
Descompuesto en el segundo periodo, el Sevilla nunca ha comparecido.
Encogido, incapaz de amenazar el marco de Areola, a duras penas ha soportado los arreones de los ingleses, un media tabla de la Premier League cuyo sistema ofensivo se sustenta en Michail Antonio.
El británico -de origen jamaicano- es un puntal y un pivote, un agobio para las defensas rivales, que tragan codos, empellones y tarascadas cada vez que el balón ronda su zona. Uno de esos episodios abría el marcador: Michail Antonio revolvía en el área, sacaba un centro enroscado y Soucek, con la cabeza vendada, remataba a gol.
Corría el minuto 39, la eliminatoria estaba empatada (como en el 1-0 de la ida en Sevilla), y los de Lopetegui se gripaban.
Quedaba un mundo pero ya no iban a volver al partido. El asunto se había decantado del lado de los ingleses, cuyo dominio iba a intensificarse (infructuosamente) en el segundo periodo, pero iba a cobrar forma definitiva en la prórroga, con el gol de Yarmolenko (112).
Lopetegui tiene problemas, y serios.