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Por qué nunca deberías dejar una lata abierta en la nevera

Materia prima 

Al abrir las latas, los alimentos reciben oxígeno y eso los deja a merced de que se desarrollen bacterias y otros microorganismos peligrosos para la salud

¿Beber el agua de los berberechos perjudica la salud?

Lata de anchoas 

Getty Images/iStockphoto

Mantener las conservas que no se han consumido en su propia lata no es, en principio, peligroso para la salud. Tampoco lo más sano.

Todos podemos tener en mente qué ocurre con una lata de atún que no se ha terminado y se deja tan cual en la nevera para otro momento. Si el aceite no cubre del todo el pescado, la parte más expuesta al aire se reseca y cambia tanto su color como el sabor.

Algo parecido ocurre con la capa superior de una salsa de tomate o unas lentejas de bote, que se endurecen y oscurecen. Así pues, de entrada, una conservación deficiente afecta a las cualidades organolépticas de un alimento, es decir a su sabor, olor, aspecto y textura.

Sardinas en lata 

Getty

Además, dado que el frigorífico es hermético, se pueden transferir los aromas que desprende la comida de la lata a otros alimentos guardados. Aunque, evidentemente, no es lo más grave que puede ocurrir. Los productos envasados se someten a un proceso de esterilización que, entre otras cosas, evita que estén en contacto con el aire y por lo tanto expuestos a ser contaminados.

Al abrir las latas, los alimentos reciben oxígeno y eso los deja a merced de que se desarrollen bacterias y otros microorganismos peligrosos para la salud. Por eso, la primera regla para mantener un alimento en las mejores condiciones posibles es taparlo, incluso si se decide mantenerlo en su propio envase y no pasarlo a otro, que es lo que aconsejan los expertos. La segunda es no dejarlos olvidados demasiado tiempo para evitar su descomposición.

El óxido no mata, pero es preferible evitarlo

Algo que preocupa bastante más son los componentes de la propia lata susceptibles de contaminar los productos que contienen. Si se trata de una tradicional desprenderá partículas de metales, mientras que si es de las que tienen recubrimiento de plástico en su interior, el peligro está en el Bisfenol-A, más conocido por las siglas BPA.

Aunque lo cierto es que esa liberación de partículas se produce también durante el tiempo que el alimento está en la lata herméticamente cerrada. En el caso de las metálicas, no ocurre así porque la oxidación solo se produce cuando está en contacto con el aire.

Una lata de tomate abierta 

Getty Images/iStockphoto

Todos hemos visto alguna vez un bote de conservas con algún punto oxidado, sobre todo en los bordes, y, aunque no estemos seguros de sus efectos sobre nuestra salud, preferimos desechar los alimentos que contiene.

Esta oxidación hace que se liberen diminutas partículas de metal, que puede ser latón, aluminio y otros, y pasen a los alimentos. Los expertos afirman que es poco probable que vayan a perjudicar la salud de manera significativa, ya que se ha comprobado que un alimento debería estar mucho tiempo en contacto con el óxido para que resultara peligroso.

Claro que no afecta de la misma manera a todos. Los más susceptibles de estropearse son los que contienen algún tipo de ácido, como tomates o determinadas frutas como la piña, porque pueden corroer con mayor facilidad los metales. También los que se conservan líquidos están por delante de los que no lo tienen o que son muy densos, como por ejemplo la leche condensada.

Lata de sardinas 

Otras Fuentes

En cualquier caso, es mejor sacarlos de la lata una vez abierta y conservarlos en otro contenedor, tan hermético como sea posible. Sea de plástico (sin BPA, claro) o de vidrio.

Pero si no, como mínimo hay que tener la precaución de taparlos bien, con una lámina de plástico o papel de aluminio para que el alimento no entre en contacto con el oxígeno del aire. En el caso de productos que se conservan en aceite, como el atún, las anchoas o sardinas, se recomienda añadirles más para cubrirlos por completo.

Latas de riesgo por el BPA

En el interior de los botes de conserva es poco frecuente encontrar oxidación, porque desde hace ya años suelen recubrirse de un plástico que la evita.

Pero aquí valdría aquello de “peor el remedio que la enfermedad”, porque a menudo ese recubrimiento se hace con Bisfenol-A, o BPA, muy cuestionado y objeto de estudio desde hace tiempo por sus potenciales peligros para la salud. Se cree que desprende partículas que van a la comida y de ahí al organismo de las personas.

El problema con este componente, y así se afirmaba en un estudio publicado en 2015 que corroboraban otros trabajos posteriores, es que puede contribuir al “desarrollo y progresión del cáncer”.

Fecha de caducidad en una lata de conserva 

Getty Images/iStockphoto

Lo que se sabe es que imita el estrógeno, que es una hormona esteroide, lo que aumenta el riesgo creciente de contraer diversas enfermedades. Los científicos están especialmente preocupados por sus posibles efectos en el desarrollo del cerebro de niños y bebés.

La agencia estadounidense para el medicamento (FDA) afirma que el BPA en los alimentos no es peligroso, y de hecho se han detectado cantidades muy pequeñas en los análisis realizados en humanos, aunque reconoce que se trata de un asunto sobre el que hay que estar atentos y seguir controlando sus efectos.

Pero ya son muchos los industriales que están empezando a prescindir de ese químico en los envases que producen y también numerosos los consumidores que optan por las latas y contenedores de plástico que no lo incluyen en su fabricación.