Cada vez más, las mujeres encargadas de preparar las comidas de Navidad, Sant Esteve y Fin de Año se están rebelando contra este tipo de imposición de género y dicen basta a seguir cocinando.
Y hablamos de mujeres porque según un gran estudio hecho en la Unión Europea son ellas las que más sufren un estrés pronunciado durante estas fiestas. En muchos casos los empieza el trabajo a mediados de diciembre y se les acaba después del roscón de Reyes. Ha hablado el Versió RAC1 del Toni Clapés.
Tampoco podemos generalizar, pero los estudios y nuestra propia experiencia nos dicen que sobre todo son las abuelas y las mares les que empiezan a cocinar el día de Navidad y ya no acaban hasta después de Reyes.
Llegados a este punto podríamos decir que hay un movimiento de madres y abuelas, pero también de mujeres jóvenes que se han plantado y ya no cocinarán más para la familia.
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Un 71% de las mujeres sufren una sobrecarga mental en Navidad
Lo leíamos hace unos días a La Vanguardia también con datos: un 71% de las mujeres sufren una sobrecarga mental durante estas fiestas en contra de los hombres que se quedan en un 12%.
Es el caso de dos conocidas ilustradoras catalanas que ejemplarizan esta historia: Roser Capdevila y Pilarín Bayés. Capdevila no se ha mordido la lengua: “Me he plantado. Les he dicho a mis hijas que las amo mucho, pero hace 56 años haciendo el caldo. O el feudo vosotros o llevo el tetrabrik”.
“Me he plantado. Hace 56 años que hago el caldo”
Las comidas de Navidad son una tradición que se pasa de madres a hijas y donde los hombres parece que no se han querido sumar: “Los hombres de la familia no fastidian nada. Como máximo te ayudan a poner la mesa, si se los dices”.
La esperanza de la ilustradora es que la tradición se mantenga, pero si algún día las hijas deciden comprar toda la comida “tampoco me preocuparé porque ya estaré muerta”.
En esta misma línea también se expresa Pilarín Bayés, que no acaba de entender que las mujeres se tengan que pasar horas en la cocina preparando todas las comidas de Navidad. Pero con una diferencia importante.
“A mí me salva que no sé cocinar. Se tiene que tener demasiada paciencia”
“Yo me cuidé mucho tiempo, pero a mí me salva una cosa. Y es que yo no sé cocinar. Me gusta más más poner la mesa”. Y se hace una pregunta: “Por qué se tiene que tener tanta paciencia si lo puedes solucionar con el tetrabric?”.
Este artículo fue publicado originalmente por RAC1.