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Adiós a la década prodigiosa de El Barri

Al día

Diez años es lo que ha durado este grupo, con el exitosísimo Tickets como buque insignia y con la variedad de cocinas fruto del talento apabullante de Albert Adrià

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El exitosos Tickets ha sido el buqye insignia del grupo 

Xavier Cervera

Que nada es estático ya lo sabíamos y es lo único que cada día vemos con mayor nitidez. Pero ni la más intuitiva de las personas amantes de la alta cocina en Catalunya hubiera podido imaginar, hace diez años, que todo cambiaría tanto y que iríamos de despedida en despedida. 

En febrero de hace justo una década moría de un infarto Santi Santamaria y con él desaparecía uno de los grandes restaurantes triestrellados, Can Fabes, y un imperio gastronómico en plena expansión internacional. Aquel mismo verano de 2011 cerraba El Bulli y nacía El Bulli Foundation, desde el que se cuece a fuego lento el despertar en la Cala Montjoi. Y la vida da tantas vueltas que una ya no descarta la posibilidad de volver a comer allí algún día. 

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En octubre de hace tres años Carme Ruscalleda y Toni Balam cerraban las puertas del Sant Pau de Sant Pol de Mar para seguir pendientes del de Tokio y del Moments del Mandarin Oriental con  Raül Balam Ruscalleda al frente de los fogones. El jardín del añorado triestrellado del Maresme acoge hoy un agradable gastrobar a cargo de Mercè Balam Ruscalleda y su pareja, Albert Rovira, donde sirven ricos bocadillos.

Una década es lo que ha durado el grupo El Barri, con el exitosísimo Tickets como buque insignia y con la variedad de cocinas fruto del talento apabullante de Albert Adrià, como uno de los principales atractivos para el turismo gastronómico de la ciudad. Algo irrepetible que necesitaba de un turismo que hoy no está y que Barcelona lamentará haber perdido.

Muchos sentían que sin el foco puesto sobre El Barri nada sería lo mismo, como no lo hubiera sido sin El Bulli

“Diez años no está nada mal”, decía este chef, pensando no en lo que la ciudad le debe, sino en lo que a él le ha dado El Barri. “Ha sido brutal, he compartido momentos increíbles con mucha gente y me quedan recuerdos imborrables”. Pero aquel sueño irrepetible de crear cinco restaurantes diferentes capitaneados por él en un barrio como el Paral.lel al que ha inyectado de nuevo vida, confiesa, “ya está cumplido y eso no volverá”.

Habría que hacer un máster en “barrilogía” para entender cómo están organizadas las distintas sociedades que agrupan este fenómeno de la restauración que ahora desaparece (del que Adrià no es accionista) y que ha aportado tanto a la capital catalana. Tanto, que su desaparición deja un poco huérfanos a muchos otros restaurantes que se sentían parte de algo importante y que reconocían que sin el foco puesto sobre aquellos cinco restaurantes nada sería lo mismo, como nada hubiera sido lo mismo sin El Bulli.

Tras este año terrible y después de algún que otro batacazo económico (en los desaparecidos Bellavista del Jardín del Norte o Bobo Pulpín) los hermanos Iglesias, que un día decidieron emprender esta ambiciosa aventura junto al menor de los Adrià, no han visto otra opción que presentar concurso de acreedores. La semana que viene se reunirán unos y otro para repartirse las cartas y para pensar en el futuro, pero ya no como El Barri. Estaremos atentos para ver qué pasa con esos locales que, como explica Juan Carlos Iglesias, estaban tocados por la magia de Adrià.

Restaurante Pakta, del grupo El Barri 

Propias

¿Hay alguna posibilidad de que el Tickets vuelva a ser el Tickets? Esta es la pregunta que mucha gente se hace. El local sigue ahí, con el cartel de cierre provisional colgado al inicio de la pandemia y fuera, las sombrillas bajadas y al pie de una de ellas una colchón y unas telas con las que alguien sin otro techo se ha construido una cabaña. El nombre y el concepto del más exitoso de los restaurantes del grupo es del chef, quien asegura que todavía ha de ver lo que pasa, hablar y pensar. Enigma está cerrado al igual que el resto del grupo. “Sólo subir la persiana me supone un coste de 60.000 euros. “¿Y abrirlo cómo? ¿Con qué modelo de negocio ahora mismo?”, se pregunta en voz alta.

Hablar con Albert Adrià y hacerlo con Juan Carlos Iglesias es escuchar palabras de respeto hacia la otra parte. “Lo más importante es la amistad”, decía el primero. “Esta aventura es lo mejor que me ha pasado en mi carrera profesional”, afirmaba Iglesias. El mayor de estos hermanos que mamaron la cultura del esfuerzo en el Rías de Galicia, que sus padres abrieron en 1986, nos recuerda que está vivo de milagro a causa de la covid. “Cuando te has sentido morir y has visto morir a tanta gente a tu lado, en el hospital, las prioridades en la vida te cambian. Y la mía es la familia”. Ellos quisieran que el concurso de acreedores fuera continuista, pero no saben qué pasará. “Si lo peor es que salgamos arruinados de ésta, tampoco es para tanto. Cualquiera de las personas que han perdido la vida o a algunos de sus familiares en esta pandemia hubieran cambiado su destino por tener que empezar de cero. Y  lo más importante es que nuestro padre está orgulloso de nosotros”. Para él, como para los tres hijos, nada es imposible. Porque no les da pereza trabajar y saben que hay vida incluso cuando la década prodigiosa llega a su fin.

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