¿Por qué el algoritmo premia la guerra de sexos más rancia?

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Maridos inútiles, matemáticas de chicas y hombres que piensan en la Antigua Roma: la dialéctica ‘Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus’ tiene mucha vida digital en 2023

“Lo que empezó siendo un ejercicio de reivindicación de lo femenino ha acabado apuntalando la versión más estúpida de los estereotipos que, se supone, queremos destruir”, apunta la periodista Bu Arena

Los actores Ryan Gosling y Margot Robbie en una escena de 'Barbie', que reforzó este verano la idea de ser una película para chicas en contraste con otras como 'Oppenheimer', para chicos

Los actores Ryan Gosling y Margot Robbie en una escena de 'Barbie', que reforzó este verano la idea de ser una película para chicas en contraste con otras como 'Oppenheimer', para chicos

AP / La Presse

La usuaria de Tik Tok Jenna Christie (@fiancefinancial) probablemente sabía que iba a conseguir buen engagement con el material que posteó a mediados de julio. Aunque quizá no sabía de qué tipo. Era un vídeo en el que contaba su parto y, en concreto, listaba todas las cosas “estúpidas” que hizo su marido ese día. Christie rompió aguas a las dos de la tarde. Hacia las seis, cuando las contracciones ya eran notables, su marido le preguntó que qué había para cenar. Más tarde, cuando ella tenía náuseas, él le trajo la escudilla del perro para vomitar. Cuando fueron al hospital, se equivocó de camino y tomó la ruta más larga, mientras ella sufría terribles dolores de parto. Y, por último, envió fotos del cuerpo de ella en sus momentos más vulnerables a todo un grupo de familia y amigos. Cuando ya estaban listos para volver a casa con el bebé, esa misma madrugada, ella estaba hambrienta –hay que factorizar el sistema sanitario estadounidense, en la que un día más de hospital, con comidas, podría subir decenas de miles de dólares– y entre los dos solo tenían una barrita de proteínas. Él le dijo: ¿podemos partírnosla? Tengo hambre”.

Lo que ocurrió es que otra tiktoker, que “traduce” vídeos problemáticos, lo repescó y Christie se vio inundada de comentarios que le recomendaban el divorcio y salir huyendo rápidamente de semejante espécimen. Jenna Christie se vio obligada a hacer otro vídeo diciendo que sí, que su marido es un desastre, pero tampoco tanto.

Tópicos sociales

Hay un humor que alimenta cientos de miles de Tik Toks, reels y memes a diario y que se basa en las diferencias de géneros y que refleja un mundo heterosexual de parejas mal avenidas

Quizá no calibró bien el nivel de inutilidad de su pareja pero Christie pensó en buena lógica que estaba contribuyendo a un género que prácticamente domina el humor en Internet y que se alimenta a diario de cientos de miles de Tik Toks, reels y memes, un humor basado en las diferencias entre los géneros, que parte de la base de que todo el mundo es heterosexual y vive en pareja. En concreto, una pareja mal avenida.

No deja de sorprender que lo que triunfe en redes en 2023 sea una versión apenas actualizada de las 'Matrimoniadas' que emitía Televisión Española a principios de este siglo . Los ejemplos son múltiples y son guiones que de hecho se copian y se replican: sé que mi marido no me sería infiel porque tendría que organizarle yo el plan y recordárselo 17 veces. Le cojo la mano a mi esposa en el supermercado. Ella cree que es romántico. En realidad lo hago para que no gaste. Cuando estás enferma pero tu marido no tiene remedio (le pide la cena). El contenido de este tipo es interminable y se agrupa en Tik Tok en etiquetas como “vida de casados”, “humor de maridos”, “humor de esposas” y similares.

Tienen, además, mucha transversalidad territorial. Es fácil encontrar un vídeo protagonizado por una pareja heterosexual de Bangladesh o de Pakistán con un guion muy similar al de una pareja de Wisconsin. Ella decora bien el piso, él lo estropea con sus pantallas de ordenador y su costumbre de dejarlo todo tirado. Él no sabe usar bien el retrete. Ella ve demasiados realities en televisión y gasta demasiado en compras online. Él explica un Excel que ha creado con todos sus gastos e ingresos, mientras en el cerebro de ella varios animales bailan la conga.

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Cuando la pareja se rompe, los hijos se reparten en un 45,5% de los casos. En el 3,5% se quedan a cargo del padre y en el 50,6% con la madre.

“Esos vídeos son un reflejo de la sensibilidad mayoritaria. Quizá el error fue pensar que Internet nos llevaría a algo mejor”, reflexiona, algo desilusionado Carlo Padial, cómico y creador de series como Doctor Portuondo, que ha dirigido el departamento de vídeo nativo para varios grupos mediáticos y conoce bien cómo se pulsan las teclas de la comedia en el entorno digital. “Vivo con bastante desánimo que aquella gran cosa que parecía tan potente con la llegada del vídeo en 4G, en 2012 o 2013, que íbamos a poder descentralizar la cultura audiovisual, no tener que pasar por la aprobación de productores y demás barreras, toda la explosión creativa que se generó con Snapchat y el primer YouTube ha quedado arrasado. La realidad es que en cuanto ese boom se estabiliza llegamos al escenario actual, en el que las plataformas, los medios y las agencias de publicidad han dado lugar a eso. La mayoría de la gente quiere ver este costumbrismo humorístico. El youtuber más importante, Mr. Beast, está haciendo concursos que no son tan distintos de El Grand Prix. Se ha reinventado la tele para dejarlo todo más o menos como estaba.

El fenómeno 'Barbenheimer', que se estudiará en las escuelas de negocios y en las clases de marketing por muchos motivos –cómo un fenómeno independiente impulsado por fans terminó por tener efectos económicos muy tangibles, después de que los estudios y las marcas se sumaran al carro– también tuvo algo de ese componente, de mujeres jóvenes produciendo vídeos con distintos grados de ironía (a veces poca) en los que se decían incapaces de entender un biopic de un científico que dedica varias escenas a cuestiones de física nuclear y se abundaba en la idea de Barbie para las chicas y Oppenheimer para los chicos. Obviando que en realidad ambas son cine de autor muy comercial con hechuras no tan distintas. Tras esa explosión de creatividad, ingenio, pero también de clichés artesanalmente producidos por usuarios de las redes que fue el 'Barbenheimer' llegó lo que ya se está conceptualizando como el verano de las Girl Trends en Internet.

Algunas ya venían de lejos pero todas fueron eclosionando una detrás de la otra: las Matemáticas de chicas (hacer cálculos arteros para poder permitirse más compras), las Cenas de Chicas (juntar varios alimentos, casi siempre sin cocinar, en un plato bonito y montar una composición estéticamente agradable), las Caminatas de Chicas Guapas (andar rápido), las Chicas Salvajes, las Chicas Rata…la periodista Rebecca Jennings trató de catalogarlas a todas (¿Chicas Coco?, ¿Chicas Fresa?) en un exhaustivo artículo en Vox.

Costumbrismo

No deja de sorprender que lo que triunfe en redes en 2023 sea una versión apenas actualizada de las 'Matrimoniadas' que emitía TVE a principios de este siglo y se agrupe en Tik Tok en etiquetas como “vida de casados”, “humor de maridos”, “humor de esposas” y similares

“Lo que empezó siendo un ejercicio de reivindicación de lo femenino ha acabado apuntalando la versión más estúpida de los estereotipos que, se supone, queremos destruir”, apunta Bu Arena, que suele reflexionar sobre estos temas en sus muy seguidas cuentas de X e Instagram y en sus artículos en Vogue. “El lenguaje memético es divertidísimo, pero hay que tener cuidado con que la performance internetera no sea como nuestra identidad”, alerta. “La progresiva simplificación del discurso beneficia al mercado. De hecho, me pregunto si no es el marketing de productos como Barbie el que está no solo acelerando, sino propiciando esta deriva”, concluye y advierte que tampoco es necesario o quizá no del todo sano someter los discursos online “a perpetuo examen”.

Jennings dice algo similar en su artículo. Que estos neologismos (Girl Math, Hot Girl Walks) son tontos pero inofensivos y que la mayor parte de la gente que participa de esta conversación son mujeres jóvenes etiquetándose a sí mismas voluntariamente. Lo que ocurre, dice la periodista, es que ni siquiera son tendencias reales (a veces provienen de un solo vídeo viral que salta a los medios mainstream) sino campañas de marketing, ya que ahora ya no son solo los periodistas y los profesionales de la comunicación corporativa quienes pueden bautizar fenómenos sociológicos más o menos prefabricados.

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Así que el verano que empezó con los vestidos rosas para ver Barbie en grupo y las “chicas cervatillo” (mujeres cuyos rostros se parecen a un ciervo) de Tik Tok terminó entrando en el otoño con otra guerra de sexos muy comentada, la de los hombres que piensan en el Imperio Romano, mientras las mujeres piensan en ¿manicuras? ¿Qué pondrán en su girl dinner? Aunque el fenómeno también tuvo sus lecturas irónicas y legó al menos por un tiempo al léxico de Internet la expresión “ser mi Imperio Romano” (una obsesión permanente, algo en lo que no se deja de pensar), también dejó grandes dosis de esencialismo de género.

Porque en la era del contenido, nadie puede quedarse muy lejos del tema del día.  El New York Times encargó a un redactor que preguntase a mujeres de todo tipo (escritoras, jugadoras de baloncesto) en qué piensan ellas mucho y se encontró con la sorpresa de que, ¡quién lo hubiera dicho!, cada una piensa en una cosa distinta: si Taylor Swift realmente tuvo una aventura con Karlie Kloss, los pecados coloniales de América, la Princesa Diana, la maternidad o una antigua mejor amiga –esta última tuvo mucho consenso en X–. Para algunas, como la historiadora Mary Beard, su Imperio Romano es el Imperio Romano. Al respecto de la última tendencia, la profesora emérita dijo que “el Imperio romano es un lugar seguro para las fantasías 'masculinistas', es dónde los hombres pueden hacer ver que son macho men”.

Ni de Marte ni de Venus

Tik Tok entró en el otoño con otra guerra de sexos muy comentada, la de los hombres que piensan en el Imperio Romano, mientras las mujeres piensan en ¿manicuras? ¿Qué pondrán en su girl dinner?

Hace ya 31 años que se publicó el best seller Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus, escrito por el terapeuta de relaciones John Gray. El título tuvo un gran impacto, sobre todo en Estados Unidos, y se ha dicho que fue el ensayo más vendido de los noventa. Dio lugar a una sitcom y una obra de Broadway, además de varias secuelas y dejó fijadas ideas que ya flotaban en el acervo popular en varias culturas, como el hecho de que los hombres necesitan retirarse a “su cueva” si algo va mal, mientras que las mujeres buscan comunicarse con sus iguales.

Tres décadas más tarde, varias revoluciones sexuales y de género mediante, incontables refutaciones de este tipo de teorías, como las que firma la neurocientífica Gina Rippon, que lleva décadas señalando cómo los mitos y leyendas sobre el “cerebro femenino” (y el masculino) siempre encuentran maneras de perpetuarse, el algoritmo parece a veces añorar lo sencillos que parecían esos días y decide premiar todo chiste, vídeo, teoría que confirma el esencialismo de género con una exposición no merecida. Quizá porque no hay idea que caiga tan bien que una que confirma lo que ya pensamos.

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