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¿Tu perro te gruñe o reacciona con agresividad? Cómo perderle el miedo

Conducta animal

Algunas personas cogen miedo a su mascota porque alguna vez ha reaccionado con agresividad, y eso limita el poder compartir vivencias

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Coger miedo a tu perro, sentirse inseguro, amenazado o incluso en peligro porque el animal ha reaccionado con agresividad es una situación más común de lo que podría imaginarse cuando se sufre. La buena noticia es que tiene solución en la casi totalidad de los casos. Hay distintos tipos de miedos y diferentes formas de abordarlos y de tratarlos con buenos resultados. “Todos los casos que he conocido han tenido éxito, creándose lazos de por vida entre propietario y mascota, y obteniendo el beneficio de la compañía y de compartir vivencias comunes”, adelanta Maria Pifarré, veterinaria.

El miedo, como sentimiento personal e intransferible, tiene una amplia gradación. Como también puede variar mucho el nivel de agresividad con la que responde un perro ante una determinada situación o estímulo, desde un simple gruñido hasta llegar a la temida mordedura.

El nivel de agresividad con el que responde un perro puede ir desde un simple gruñido hasta la temida mordedura

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“Últimamente sí que es cierto que han aumentado los casos donde los propietarios muestran problemas de seguridad hacia sus perros por conductas que no se esperaban o no saben interpretar”, explica Marcos Javier Ibáñez, experto en conducta canina, CEO de Takoda Adiestramiento Natural.

La casuística es variadísima, pero pueden servir las experiencias de otros para orientarnos. Ibáñez, acostumbrado a tratar problemas de conducta y de relación entre las personas y sus perros, explica que hace unos días contactó con él una chica que buscaba ayuda después de que su perro hubiese reaccionado hacia ella con un “fuerte gruñido”. Relata, con extrañeza, que también había contactado con un veterinario experto en comportamiento animal que tras unas cuantas preguntas “le recomendó sacrificar al perro”.

Actualmente, Ibáñez está trabajando con esta propietaria y su animal. “El progreso del perro es espectacularmente bueno”, destaca. Si se hubiese seguido el criterio de aquel veterinario, “el perro ya estaría sacrificado” en base al miedo que ella había cogido después del inesperado gruñido. “La falta de competencias muchas veces son el lastre que suelen sufrir muchos propietarios”, añade este educador canino.

“Últimamente han aumentado los propietarios que muestran problemas de seguridad hacia sus perros”

Javier Ibáñez
CEO de Takoda Adiestramiento Natural

Se trata de un problema, el del miedo que sienten algunas personas hacia su perro por reacciones imprevistas del animal, que en ocasiones requiere de la intervención de especialistas en varios campos. En ocasiones hay que sumar la intervención del educador canino, el veterinario, el especialista en comportamiento animal (etólogo) y el psicólogo, para trabajar también con la persona y sus miedos. “Es un asunto multidisciplinar, una parte hay que trabajarla con el animal y otra en la persona”, destaca Sergio Tejedor, educador canino (INCANOP), colaborador del Servicio de Etología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) desde hace más de 15 años.

Primero hay que descartar que el animal sufra algún tipo de patología o enfermedad, y para esto es necesaria la participación de un veterinario. Hay que analizar si el perro tiene algún problema fisiológico que haga necesario, por ejemplo, un tratamiento farmacológico, explica Tejedor.

A veces, además de un educador canino hace falta la intervención de un psicólogo para que la persona supere sus miedos

Christian Buch / Getty Images/iStockphoto

En esta primera fase de abordaje, el siguiente paso es “ver si el peligro es real, si hay problema de conducta agresiva o si se trata de una mala interpretación y no de una conducta agresiva del animal, que solo quiere por ejemplo llamar la atención”, explica Tejedor.

En algunos casos puede ser un problema de comunicación, de no entender qué quiere expresar el perro con el gruñido. “El perro no sabe cómo solucionar una determinada situación, y recurre a señales de más intensidad, es como si estuviera gritando, pero no necesariamente es un señal de que después acabará mordiendo a la persona. En la mayoría de los casos es solo un chillido”, destaca Ibáñez.

También puede ser un gruñido funcional. “El perro aprende que cuando gruñe ha ganado cierto privilegio, y decide que va a usar el gruñido. Se sigue promoviendo que el gruñido es una ofensa para el dueño, se percibe como algo muy negativo. Es comunicación y hay que saber por qué se está produciendo”, añade este experto en conducta canina.

El miedo inducido

Una situación bastante común, descrita a partir de la experiencia de los especialistas, es lo que denominan miedo inducido. La persona piensa que el perro puede ser peligroso, actúa con miedo cuando se relaciona con el animal, y esta percepción de temor hacia el perro acaba impidiendo que la relación sea natural y satisfactoria para ambas partes. Hay que acompañar en este caso a la persona para que conozca qué es un perro, cuáles son sus motivaciones y por qué se comporta así.

Para abordar el miedo, si es un sentimiento muy intenso que puede llegar a ser paralizante o convertirse en una fobia, en ocasiones hay que consultar con un psicólogo y realizar terapia. “He conocido a lo largo de mi carrera algunas personas me han confesado que antes de tener a su mascota los animales le daban pánico. En su caso, el terapeuta optó por la técnica de la inmersión, que consiste en poner en contacto a esa persona con aquello que le da miedo”, explica Maria Pifarré.

A veces es la persona la que malinterpreta como agresividad una conducta del animal, por sus propios miedos

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Cuando una persona tiene miedo a su perro su comportamiento no es el habitual, y el animal percibe que su dueño no se está compartando de forma normal,y eso le genera intranquilidad. En caso de miedos muy fuertes, en el cuerpo humano se generan hormonas y eso al perro le genera estrés. No se trata de una situación muy habitual.

Otra situación que sí es frecuente es la mala interpretación que realiza la persona a partir del comportamiento de su perro. El dueño traduce una determinada actitud que comprende como algo negativo como una actitud agresiva hacia él y acaba cogiendo miedo a su perro. “Hay que enseñar a la persona cómo se comporta el animal, por qué reacciona de una determinada manera, que conozca a su perro para poder interpretar bien qué está pasando”, explica Tejedor.

Una vez identificado el problema, la educación canina y los veterinarios expertos en comportamiento animal (etología) suele ser el camino más habitual a recorrer para abordar el problema y encontrar una solución. El asunto puede llegar a ser complejo pero casi siempre tiene solución satisfactoria para el animal y la persona.

¿Por qué un perro puede responder con agresividad?

Si realmente hay un comportamiento agresivo del perro, el siguiente paso es ver a qué responde, llegar a saber el o los porqués de una conducta que puede incluso desencadenar una agresión del animal hacia la persona. Puede ser por varias razones, pero en la mayoría de los casos la agresividad es defensiva. El perro no controla la situación y responde con agresividad. Si esto se produce, “hay que ver a qué se debe la pérdida del control de la situación y tratarla”, explica Tejedor.

Hay que empezar a trabajar con el animal para resolver por ejemplo un problema de mala educación o de agresividad originada porque el perro quiere proteger, porque tiene miedo, porque ha recibido castigos, o su propietario realiza un mal manejo, incoherente, que genera frustración al animal porque se le permite una cosa sí y otra no, sin justificación. El perro, además, no es un animal muy seguro. “El perro vive situaciones en ocasiones muy complicadas que no sabe cómo gestionar y acaba defendiéndose, y eso termina en una conducta de agresión”, explica Ibáñez.

En la mayoría de casos la agresividad es defensiva: el animal tiene miedo, ha recibido castigos...

Habitualmente el educador canino trabaja con el dueño, que está presente en los ejercicios, aunque sin participar. “Poco a poco irá ganado confianza y empezando a intervenir”, explica Tejedor, profesor del Máster de Etología de la UAB.

El tiempo necesario para acabar con el miedo hacia el perro puede variar bastante en cada caso, aunque no necesariamente se tratará de procesos muy largos. Si se trata de un miedo muy profundo y arraigado, de una fobia, será más largo. Al contrario, si ha aparecido el miedo por una interacción mal resuelta, será mucho más rápido.

“Hay que abordarlo a través de la comunicación, no de la filosofía antigua de premios y castigos. Tenemos que entender a nuestro perro. Saber por qué lo hace. Hay que empezar a leer a los perros, a saber escucharlos”, añade Ibañez.