Las claves para regalar a los niños de forma responsable
Guía para padres
Abrumar a los pequeños con una montaña de obsequios puede ser contraproducente
El derecho perdido al juego: el déficit de actividades lúdicas entre los niños
Llega la Navidad y el consumo se dispara.Unos 238 € gastará de media cada español únicamente en regalos, según un estudio desarrollado por la consultora Deloitte. Y gran parte de ese presupuesto irá dedicado a los protagonistas del momento: los niños. Regalar es casi una obligación en estas fechas, pero en el caso de los más pequeños este acto se ha sobredimensionado.
“Los niños reciben más regalos de los que necesitan. Un mayor número de juguetes no aumenta la felicidad. No existe ningún estudio que correlacione la cantidad de cosas materiales que tenemos con el estado de ánimo”, explica la doctora en psicología clínica y de la salud Silvia Álava. De hecho, el derroche tiene consecuencias. Una de las más importantes es que lo que reciben pierde su valor. “Al final, terminan abriendo paquetes sin ser conscientes de lo que tienen entre las manos”, añade.
Pero existe una forma responsable de aproximarse a los regalos que incluso promueve valores, si se encuentran los juguetes adecuados. “Si detrás del acto hay una intención ética, moral y una coherencia, regalar no tiene nada de malo. De hecho, es una manera preciosa de demostrar el amor que sientes hacia el otro, que piensas en él, que te importa su felicidad…”, explica la psicóloga infantil Isabel Ballesteros.
¿Cuántos regalos?
Abrumar al niño con una montaña de obsequios puede ser contraproducente, ya que el acto incluso pierde sus valores positivos. Aunque no existe un número exacto que determine cuántos son adecuados, el sentido común puede ser una buena guía. “Es importante que no se amontonen. Si el niño se encuentra con diez regalos todos a la vez, no dispondrá de tiempo de disfrutar del objeto nuevo, y dará las gracias cuando todavía está toda su atención en lo que tiene entre sus manos. No tiene sentido saturar y sobreestimular al pequeño”, comparte Ballesteros.
De hecho, es imprescindible el papel de los progenitores como catalizadores de su entorno. “Es bueno que los padres sean los que guíen a la familia, para que no se junten con un número tan alto de juguetes que haga que no los valoren”, advierte Álava.
En este punto coincide Ballesteros, que propone buscar soluciones creativas, como que toda la familia regale una parte de un juego más grande. O pequeños regalos de la misma temática, llegando entre todos a completar un juego de varias partes. “Pongo el ejemplo de una niña interesada por los vehículos. Unos pueden regalar las vías del tren, otros los puentes y accesorios, otros la locomotora, etcétera. Toda la familia pasará un buen rato viendo como entre todos montan la estructura, y la niña, al final del día, habrá vivido una experiencia enriquecedora y no solo se llevará un juguete nuevo a casa”, continúa.
¿Cómo elegir?
Para acertar hay que dejarse guiar por los gustos de los pequeños y poner atención al momento de aprendizaje en el que se encuentran. “Es importante observar al niño, conocer de verdad sus centros de interés y saber en qué nivel socio afectivo, cognitivo y físico se mueve”, indica Ballesteros. “Dedicar una tarde a ver cómo actúa, se mueve, siente y piensa nos puede dar una idea más acertada de con qué juguete va a disfrutar y a desarrollar su potencial. Además, le estaremos dando tiempo de presencia, que es el mayor regalo que le podemos hacer”.
Es necesario evitar el derroche y adaptarse a los gustos y al momento evolutivo del pequeño
Asimismo, los juguetes pueden ser un medio excelente para educar en valores. “El juego consigue fomentarlos. Pero el tipo de valores a inculcar es algo que debe decidir cada familia. Otra cosa muy interesante es que estimulen determinados procesos cognitivos como razonamiento lógico, pensamiento abstracto o el respeto normas”, expone Álava, que apunta a los juegos de mesa como un buen método para promover esto último.
La creatividad infantil es otro aspecto que se puede explorar a través del juguete adecuado. “Aquí también se puede aplicar la regla menos es más. Cuanto menos haga el objeto por sí mismo, más podrá hacer el cerebro del niño: su imaginación, su creatividad, todo su mundo emocional se despliega y fluye más fácilmente ante materiales poco estructurados. Unas telas, unos bloques de madera y unas cajas recicladas pueden tener muchas posibilidades. Sin embargo, la excavadora con doble pala y ruedas todoterreno o el brick de leche de las comiditas con sus pegatinas y su tapón, difícilmente pueden tener otro uso”, reflexiona Ballesteros.
¿Cómo mantener a raya a abuelos y demás familia?
Dentro de una familia, las visiones de lo que es apropiado para el niño son múltiples y no siempre se adaptan a la educación que los padres proponen. Pero, ¿existe una forma de sugerir algún tipo de regalo o indicar que no es el adecuado sin ofender a quien lo hace? “Se necesita mucha empatía. Lo importante es tener presente que la gente que te rodea quiere mostrar el afecto y cariño que le tiene a tu hijo. Y cada uno lo hace como sabe, como ha visto y como hicieron antes con él”, cuenta Ballesteros.
Álava coincide con ella en que la empatía es la forma de afrontar esta situación. “Hay que entender que los abuelos pertenecen a otra generación. Por ello, habría que exponer el interés de los padres incidiendo en su buena intención. Es muy importante tener en cuenta sus sentimientos y emociones”, añade la experta y sugiere fórmulas para lidiar con este tema como: Te agradezco muchísimo pero qué te parece si…. “A veces se nos olvida esta primera parte y surge el conflicto”, comenta.
Ballesteros apunta que la flexibilidad y la creatividad son factores esenciales para que todos se sientan partícipes. “Lo más importante es la estupenda oportunidad de compartir momentos de calidad con la familia. Dentro de unos años los niños no se acordarán de la mayoría de cosas que les regalaron, pero sí de las anécdotas que se van a crear en estas fiestas”, concluye.