Sílvia Martínez reconoce que era realmente escéptica respecto a la posibilidad de recobrar el olfato y el gusto con un programa de rehabilitación. Como a tantas personas, la covid le arrebató estos sentidos a finales del 2022. “No era capaz de oler nada ni de sentir ningún tipo de sabor. Todo me sabía igual, fue un poco estresante”, rememora.
El escepticismo se ha transformado en satisfacción. Esta vecina de Sabadell, de 47 años, ha podido recuperar la nariz, y con ello la calidad de vida, gracias a una iniciativa de la corporación sanitaria Parc Taulí. Ocho sesiones de terapia olfativa, cuatro colectivas y cuatro individuales, y mucho trabajo en casa durante dos meses y Sílvia Martínez vuelve a sentirse completa y sin angustia. “Al principio pensé que era un palo, pero después, cuando ves que vas mejorando, me parece que todavía ha durado poco”, celebra.
El olfato es uno de los sentidos más relacionados con la capacidad de evocar recuerdos y emociones"
No te das cuenta de la importancia que tiene el olfato en la calidad de vida hasta que te falta, coinciden quienes han pasado por la experiencia de la anosmia (pérdida completa del olfato) o la hiposmia (pérdida parcial, en diferentes grados). De hecho, hasta que la covid, especialmente con las primeras cepas del 2020 y el 2021, disparó estos problemas no se les prestó la atención necesaria, explica la otorrinolaringóloga Alda Cardesín, al frente del programa del hospital de Sabadell.
Superada la pandemia, gran parte de los casos de anosmia se han recuperado espontáneamente. Otros, como el de Martínez, persistían, pero la incidencia va retornando a los niveles prepandémicos. Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología, un 0,5% de la población española sufriría anosmia y un 17%, hiposmia.
No es un problema banal. El sentido del olfato es esencial para diferenciar los sabores de los alimentos dentro de la boca. “Es súper preocupante. Comes por comer, no le encuentras ningún significado y acabas angustiándote”, señala Martínez. Preocupada por fallar con el punto de sal o de la cocción en las comidas de la familia, o por dejar el gas de la cocina abierto, o por el olor corporal….
Según Cardesín, con veinte años de dedicación al olfato, este sentido está muy relacionado con el día a día y es “uno de los más relacionados con la capacidad de evocar recuerdos y emociones, muchas cosas que afectan a la calidad de vida”. Las causas de su pérdida son múltiples, desde parkinson a alzheimer, pasando por traumatismos, problemas hormonales, gripe y, por supuesto, la covid. La pandemia hizo muy visible el problema, y en el se ha invertido más tiempo, recursos y artículos científicos que nunca.
Especialistas y pacientes advierten de que no es un problema banal: afecta negativamente a la calidad de vida
Recursos como el del hospital de Sabadell. Antes de comenzar el programa de rehabilitación los pacientes se someten a pruebas de olfatometría y gustometría para determinar el grado de afectación y adecuar los ejercicios a las necesidades específicas de cada paciente.
“Personalizamos los olores que a aquella persona le irán mejor o peor para rehabilitarse”, explica Elios Yuste, enfermero experto en rehabilitación sensorial. En las sesiones individualizadas se practican tests olfativos (con los ojos tapados) y emocionales para saber cómo afecta esta carencia, En las sesiones grupales se comparten experiencias y se ofrecen recursos para adaptarse al día a día. Aparte, los pacientes se ejercitan en casa en sesiones de mañana, tarde y noche.
Se utilizan 24 olores representativos, escogidos científicamente, fraccionados en tres niveles según su intensidad. El de rosa o el de vainilla, por ejemplo, serían olores flojos; el vinagre o el amoníaco, fuertes. Sílvia Martínez no podía percibirlos. “Cuando empiezas a percibir un olor no sabes de qué es. Primero empiezas a sentirlo y después le pones nombre. A base de repetición, al cerebro tienes que volver a darle el mensaje de que lo que hueles es tal cosa o tal otra. Es posible que, por ejemplo, el olor a fresa que percibías antes sea diferente ahora, pero lo identificas como fresa en todos los casos”, apunta Martínez.
Además de rehabilitación, los pacientes reciben consejos como eliminar las estufas o los fogones de gas porque no podrían detectar un escape. Que no apuren la fecha de caducidad de los alimentos, porque no pueden estimar su mal estado. “Algún paciente nos ha explicado que como no detectaba su olor corporal se duchaba excesivamente por miedo a oler a sudor, un exceso de higiene que le ocasionó problemas dermatológicos” explica Cardesín: “Pierdes una parte muy importante de la seguridad del día a día”.
Con diferentes resultados, la terapia funciona, según la doctora. Unos se recuperan completamente, otros en parte y otros aprenden a vivir sin olfato agudizando otros sentidos y haciendo las cosas de otra manera. “Es muy satisfactorio ver que están muy contentos y te explican lo que han llegado a cambiar. ‘He vuelto a ponerme colonia, he vuelto a cocinar’. Se ve el cambio de calidad de vida”, celebra la otorrinolaringóloga.