Loading...

¿Estamos preparados para hacer el ridículo?

Pánico escénico

Los terapeutas alertan que un 70% de personas tienen miedo a hablar en público y que el exceso de control, la evitación o la autoexigencia derivan en pánico escénico

Hablar en público colapsa a un gran número de personas

Propias

“He puesto todo de mi parte por superar un miedo escénico que apareció en mi vida el 8 de marzo de este año, lo creí superado pero anoche de nuevo en Málaga, ante un público al que le debo tanto y una tierra que siento mía, me fallaron las fuerzas de nuevo afectando esta vez incluso a mi garganta…No puedo más que agradecer vuestro cariño y comprensión y deciros que ya no me quedan fuerzas para seguir…”. Con este comunicado colgado en su página de Facebook la cantante Pastora Soler , con más de veinte años de carrera profesional y con una dilatada discografía, ponía punto y a parte a su profesión a consecuencia de un pánico escénico que, como ella misma reconoce, no ha logrado superar. De hecho, el miedo escénico es un trastorno muy común entre los profesionales que basan su carrera en la exposición pública, hasta el punto que muchos de ellos se ven obligados a acudir a consultas de terapeutas para poder seguir adelante con sus trabajos. Es una de las caras más desconocidas del mundo del espectáculo o del deporte de élite, pero que también encontramos de forma reiterada en nuestra sociedad y en perfiles de personas que no son ni mediáticas, ni basan su trabajo en mostrarse constantemente ante los demás.  

Miedo y ansiedad
El terapeuta y autor del libro Las gafas de la felicidad , Rafael Santandreu, asegura que “un 20% de las personas se colapsan totalmente a la hora de hablar en público”. Por su parte, la psicóloga estratégica y vocal de la Sección de Psicología Clínica del Col·legi Oficial de Psicología de Catalunya, Júlia Pascual, cree que esa cifra aumenta considerablemente si no se tiene en cuenta sólo a las personas que acuden a las consultas: “Me atrevería a decir que aproximadamente un 70% de personas tienen miedo a hablar en público, aunque la mayoría se construyen la vida de manera que no tengan que hacerlo”. El miedo es una de las emociones más básicas que tenemos y, para Pascual, “un miedo imaginario es mucho peor que un miedo real y sus efectos mucho más reales”. Ambos profesionales confirman que por sus consultas han pasado muchos profesionales artísticos o deportistas de élite para tratar un problema que, no por estar silenciado, es menos común en la sociedad española.

La terapeuta Júlia Pascual explica que “el pánico escénico, que en terapia breve estratégica llamamos bloqueo de la performance, puede ser originado por diferentes formas, aunque la más típica es la que aparece una crisis de ansiedad o hay un miedo a padecerla mientras una persona se está exponiendo en público”. Pascual describe este trastorno como “el miedo a perder el control de nuestro propio cuerpo por los síntomas de ansiedad y, en consecuencia, cometer un error en la actividad en público y acabar haciendo el ridículo, es decir, que la gente se pueda reír o quedar decepcionada a consecuencia de este error”. Por ejemplo, en el caso de un cantante, desafinar, olvidarse de las letras o quedarse en blanco, formarían parte de las preocupaciones más habituales a la hora de enfrentarse a ese supuesto miedo. Por su parte, Rafael Santandreu deja claro que no se debe confundir un ataque de pánico con el miedo escénico: “El pánico escénico es el miedo a hacerlo mal, a hacer el ridículo, al rechazo de los demás, mientras que el ataque de pánico es un problema derivado de experimentar un ataque de ansiedad muy fuerte en cualquier situación de la vida”. Para Santandreu la mejor estrategia para superar el miedo “no es enfrentándose a él sino pensando correctamente acerca de ellos. En el caso de Pastora, su creencia irracional es que no lo puede hacer mal en público, es decir, le está dando demasiada importancia al hecho de cantar ante la gente, cuando lo importante es amar a la vida y a los demás, y no morirse de hambre. Nada más”.

Las trampas del miedo
Gaspar Hernández publicaba con éxito este 2014 la novela La terapeuta , un libro en el que uno de los hilos conductores es, precisamente, un actor de teatro que sufre miedo escénico y que tiene que acompañarse en sus obras por su psicóloga que, en este caso, a través de una terapia cognitiva conductual, actúa sobre las creencias y el diálogo interior del protagonista: “El miedo ha tenido grandes ventajas en la especie humana, por ejemplo, sobrevivir a determinados obstáculos; el problema es cuando de ese miedo hacemos un exceso, algo que está pasando habitualmente en nuestra sociedad”. Para el autor, la autoexigencia y el perfeccionismo son dos de las palabras clave a la hora de analizar los miedos escénicos: “Cada vez se dan más casos porque la sociedad nos exige más y nosotros nos convertimos en nuestros enemigos elevando esa autoexigencia a límites excesivos”. Hernández confirma que durante la preparación de la novela pudo constatar que en el sector del teatro y de los profesionales que están de cara al público existe mucho perfeccionismo y ansiedad aunque, según él “la forma de taparla suelen ser huidas adelante como el alcohol o las drogas, algo que sólo son parches porque la procesión va por dentro hasta que el cuerpo dice basta”.

El pánico escénico puede ser común en personas que se enfrentan por primera vez y de manera grandilocuente a una exposición pública, pero también afecta a personas que llevan mucho tiempo en los escenarios, como el caso de Pastora Soler. Más allá de que el profesional pueda estar pasando un mal momento en su vida personal que le pueda influir en su trabajo, la terapeuta Júlia Pascual asegura tener detectadas en terapia “tres psicotrampas que nos ponemos a nosotros a mismos y que, repetidas durante unos tres meses, pueden inducir a que padezcamos de pánico escénico”. La primera de ellas tiene que ver con la evitación de eventos o actos: “La persona que empieza a sentir inseguridad a mostrarse en público tendrá la tentación de ir postergando apariciones para evitar enfrentarse al problema. En ese momento se siente bien y se relaja, pero a medida que pasa el tiempo, se da cuenta de que es menos capaz de afrontar esas cosas que antes sí que podía hacer o que nunca se había atrevido a llevar  acabo”. Para Pascual, “cada vez que alguien hace evitaciones, no sólo no desaparece el miedo, sino que acaba empeorando porque la gente se convence de su incapacidad”. En este sentido, la crisis económica que sufre el sector no ha ayudado: “Hoy en día hay cantantes y actores más sensibles a caer en esta psicotrampa sin su voluntad, ya que durante estos años no han tenido tantas oportunidades de mostrarse en público y tenerlo que hacer de nuevo les puede generar más angustia y ansiedad”.

Otro de los puntos que, en determinadas situaciones, puede llegar a ser nocivo para nuestra seguridad, es, según Pascual, acompañarse en exceso de los demás a la hora de pedir ayuda: “Hemos visto a través de nuestras sesiones que algunos de los cantantes que piden compartir escenario con otros artistas invitados lo hacen para sentirse más seguros y saber que tienen una escapatoria en el caso de que les suceda algo porque ya está su compañero ocupando su lugar. Esto sólo hace que empeores o mantengas el problema, pero no ayuda a solucionarlo”. Por último, la terapeuta, al igual que Hernández, señala el exceso de control como la tercera psicotrampa: “El control puede venirnos bien porque nos ayuda a hacer las cosas correctamente, pero un exceso de control puede derivar en una pérdida de control. Aquí también entrarían los preparativos, personas que se preparan en exceso ante un evento y que, paradójicamente, alimentan su inseguridad”. En el caso de los profesionales que llevan mucho tiempo ejerciendo, “el problema suele aparecer cuando ya se ha logrado el éxito y, al quererlo hacer aún mejor, caen en la trampa del exceso de control y se terminan descontrolando”, concluye Pascual.

Educación emocional en las escuelas
La ansiedad, el estrés y la depresión son la segunda causa de baja laboral en España y en Catalunya, donde, según corrobora Gaspar Hernández “ya se consumen más psicofármacos que aspirinas”. Para el autor, estos datos son suficientemente preocupantes como para no tapar la realidad, por lo que normalizando este trastorno, tal y como ha hecho Pastora Soler explicando la causa real de su baja, “se está haciendo un bien a las nuevas generaciones”. Hernández constata que “son muchos los niños que tienen pánico escénico a hablar en clase y parece que nadie sea consciente, a pesar de que pueden llegar a tener ataques de ansiedad”. El escritor cree que “la exposición en público es una asignatura pendiente en nuestra sociedad, a diferencia de lo que sí que pasa en Alemania donde sí se trabajan este tipo de cosas”. En su opinión, Júlia Pascual cree que “si hubiéramos normalizado hablar en público en las escuelas con clases más participativas no hubiéramos experimentado tanto la psicotrampa de la evitación”, aunque asegura que “cada vez hay más escuelas que utilizan más minutos a que sus alumnos pueden comunicarse con los demás”. Santandreu cree, por su parte, que “detrás de la dificultad de hablar en público hay un sistema de valores inmaduro que da importancia a cosas que no la tienen”.

Famosos con miedo
Pastora Soler no es la única cantante mediática que se ha visto afectada por los ataques de pánico y que su problema se haya hecho público. Algunos de los casos más conocidos son los de Robbie Williams o Adele, quien tuvo que recurrir a un método como la hipnosis para poder actuar en la gala de los Oscar de 2013. Los artistas de Hollywood tampoco se salvan de este trastorno: profesionales como Scarlett Johansson, Marilyn Monroe, Hugh Grant o Salma Hayek también han tenido problemas asociadas al miedo escénico. En nuestro país, el propio Antonio Orozco se sinceraba en una entrevista reciente en nuestro Chat TV y reconocía haber tenido también ataques de pánico escénico: “El pánico es la ansiedad, y cuando estás ante 2.000 personas hace que se te vaya la voz, y a veces te lleva al desmayo. El miedo a que te ocurra es lo que lleva al miedo escénico". Otros profesionales como Andreu Buenafuente, Alejandro Sanz, Maria Luisa Merlos o Roger Pera también han pasado por este estado.

Evitar la evitación, rebajar exigencias y perfeccionismos y revisar nuestro diálogo interior y el sistema de valores son tres de las estrategias claves para prevenir futuros problemas de miedo escénico. Como reza un conocido aforismo: “El miedo es lo que más miedo da” y, en la opinión de Júlia Pascual “mirar el miedo siempre a la cara se convierte en valor y en coraje, mientras que el miedo evitado siempre se acaba convirtiendo en pánico”. No es una de los problemas más graves que uno puede sufrir, pero todos los profesionales coinciden en que el miedo es muy bloqueante y puede llegar a hacernos la vida muy difícil.  

·······················

Compra el libro en Amazon.es:

Las gafas de la felicidad: Descubre tu fortaleza emocional (versión kindle) La terapeuta (versión kindle)