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Jack Unterweger, de famoso escritor best seller a estrangulador de prostitutas

Las caras del mal

El asesino en serie engañó a la opinión pública con su doble vida hasta asesinar a doce mujeres con sus propias medias

Jack Unterweger, de famoso escritor best seller a estrangulador de prostitutas

LVD

Shannon accedió a marcharse con aquel hombre tan apuesto creyendo que sería un servicio más. Sin embargo, a los pocos minutos el desconocido se convirtió en su peor pesadilla. Tras agredirla sexualmente de forma salvaje, el hombre cogió un palo y la golpeó hasta dejarla inconsciente. Después, le arrancó el sujetador, la estranguló y abandonó el cuerpo.

Nadie podía imaginar que, detrás de aquel brutal crimen, se encontraba la mano de Jack Unterweger, un asesino rehabilitado y reconvertido en reportero y famoso escritor best seller, que jamás había dejado de matar. El apodado estrangulador de Viena llevaba tal doble vida, que incluso se atrevió a escribir sobre alguno de los asesinatos para un periódico local.

Rogando clemencia

Johann Unterweger, más conocido como Jack, nació el 16 de agosto de 1950 en la localidad austríaca de Judenburg, en una familia desestructurada y sin cariño. Su padre era un soldado norteamericano que abandonó a su madre en cuanto esta se quedó embarazada, y la mujer se vio abocada a la prostitución para sobrevivir.

Sin embargo, ante la imposibilidad de mantener al pequeño, la madre envió a Jack con su abuelo materno. Pero la cosa no fue a mejor. El niño creció en la más absoluta pobreza, sin prácticamente alimento que llevarse a la boca y sin posibilidad alguna de acudir a la escuela o de aprender a leer y escribir.

Johann Unterweger

Getty

Además, Jack fue víctima de malos tratos -el abuelo prefería darle una paliza a un abrazo-, y vio en la prostitución la mejor forma de relacionarse con mujeres. Tanto es así que su abuelo no solo frecuentaba lupanares a diario, sino que también llevaba a las meretrices a casa.

Aquella amalgama llevó a Jack a pasar más tiempo en la calle y a preferir cualquier ambiente malsano y delincuencial, que el de su propio hogar. Así fue cómo el pequeño empezó a cometer sus primeros delitos, desde robos y hurtos a asaltos a prostitutas, y a pisar por primera vez la cárcel, aunque solo por pocos días.

Johann Unterweger, 'el estrangulador de Viena'

Getty

Hasta que en 1974 cometió su primer asesinato. Tenía 24 años y su víctima tan solo dieciocho. Ella era una prostituta alemana, Margaret Schäfer, a la que violó salvajemente, después golpeó con una barra de hierro hasta dejarla inconsciente, para terminar asfixiándola con sus propias medias. Su cadáver apareció desnudo y apaleado, cubierto de hojas, en medio de un bosque.

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Casi un año después, Jack fue detenido acusado del asesinato de Margaret. Desde el primer momento, el joven confesó los hechos a la policía, pidió perdón y se mostró arrepentido. Ante el tribunal, llegó a llorar desconsoladamente rogando una segunda oportunidad. Fue sentenciado a cadena perpetua.

Johann Unterweger, en una de sus conferencias

Getty

Los siguientes quince años, Jack se convirtió en un preso modelo, en un ejemplo de reinserción social: se inscribió en un programa de alfabetización, aprendió a leer y a escribir, y comenzó a publicar cuentos infantiles, poemas, novelas y obras de teatro. Acababa de convertirse en un escritor famoso.

Su autobiografía titulada Fegefeuer – eine Reise ins Zuchthaus (Purgatorio – Un viaje a la cárcel) se metió en la lista de los más vendidos de Europa y le compraron los derechos para hacer una serie de televisión. Su fama fue creciendo a medida que también lo hacían las entrevistas en medios de comunicación. De hecho, Jack siempre imploraba una nueva oportunidad para demostrar lo que había cambiado. Esta le llegó el 23 de mayo de 1990.

Jack Unterweger, en 1990

Getty

Gracias a su popularidad, pero también a la presión ejercida por escritores, políticos, artistas e intelectuales como la escritora Elfriede Jelinek (ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2004), el gobierno austríaco le concedió el indulto. Jack Unterweger era el símbolo de la verdadera reinserción social. Pero, en realidad, jamás fue así.

Mientras el escritor se dedicaba a trabajar como reportero en algún periódico y a participar en conferencias y congresos sobre la rehabilitación de los presos, compaginaba esta faceta pública de redención con la de asesino. Porque durante años llevó una doble vida y volvió a matar. Lo hizo hasta en doce ocasiones en Estados Unidos, República Checa y Suiza.

Doble vida

Su segundo crimen lo perpetró a los cuatro meses de quedar en libertad y, tal y como hizo con su primer asesinato, llevó a cabo el mismo modus operandi. Jack seleccionaba prostitutas de los barrios rojos de las ciudades que visitaba, las agredía sexualmente de forma salvaje, luego las apaleaba e incluso apuñalaba, para culminar su atroz obra con una estrangulación. En todos los asesinatos, su objeto fetiche fue el sujetador de las meretrices porque le permitió asfixiarlas rápidamente.

En 1991, Jack fue contratado por una revista austríaca para viajar a Los Ángeles y hacer un estudio sobre las diferencias entre la prostitución norteamericana y la europea. Durante su estancia en la ciudad angelina, el escritor mató a tres mujeres: Shannon Exley, Irene Rodríguez y Sherri Ann Long.

Algunas de las víctimas de Johann Unterweger

Archivo

Durante la investigación de los crímenes, la policía descubrió que Jack había frecuentado el mismo lugar que las víctimas, supuestamente para entrevistarlas. Jack fue interrogado, pero este puso a su novia como coartada. Cuando los investigadores descubrieron el engaño, el escritor ya había cogido un avión de vuelta a Viena.

Entre las pruebas incriminatorias, había una bufanda roja cuyas fibras coincidían con las halladas en el cuello de una de las víctimas, además de movimientos bancarios en las mismas fechas y lugares donde se habían cometido los asesinatos.

Prueba incriminatoria contra Johann Unterweger

Getty

Al tiempo que el FBI trataba de localizarlo, Jack mató a nueve mujeres más en Viena y Praga. De hecho, los medios de comunicación advirtieron a las autoridades de que los crímenes eran obra de un asesino en serie, al que bautizaron como el estrangulador de Viena, pero la policía creyó que eran hechos aislados y sin conexión alguna.

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Gracias al olfato policial de un investigador retirado, August Schenner, el caso del estrangulador de Viena logró resolverse. El agente recordó el primer asesinato de Jack Unterweger y su modus operandi y dio parte a sus compañeros en activo. Tan pronto como buscaron al escritor, saltó la alerta del FBI y se procedió a una búsqueda conjunta.

Johann Unterweger, una vez detenido

Getty

Todos los esfuerzos dieron resultado el 27 de febrero de 1992: el escritor cometió el error de entrar nuevamente y de forma clandestina a Estados Unidos a través de Canadá y le dieron caza. Las autoridades norteamericanas procedieron a su extradición a Austria tras el requerimiento de las autoridades competentes europeas.

Una vez en Viena y mientras esperaba el inicio del juicio, Jack no dudó en conceder entrevistas alardeando de su inocencia. “¿Sería tan estúpido y loco para que, durante la mejor etapa de mi vida, en la que escribo en varios medios… hago obras de teatro… actúo… hago giras y tengo muchas amigas maravillosas, me pusiera a matar a alguien cada semana?”, declaró en televisión.

Johann Unterweger, ante los medios de comunicación durante el juicio

Getty

A mediados de abril de 1994 comenzó el juicio contra el escritor por doce asesinatos y una petición de cadena perpetua por parte de la Fiscalía. Esta vez Jack no mostró arrepentimiento alguno, ni pidió perdón por los crímenes, ni tampoco lloró ni rogó clemencia. Sabía que no habría más oportunidades.

Tras escuchar el veredicto, el asesino tan solo atisbó a decir un: “No volveré a pasar años en la cárcel, no podré”. Y lo cumplió. Seis horas después, cogió los cordones de sus zapatos y su cinturón, los anudó a los barrotes de la ventana de su celda y se ahorcó. Era el 29 de junio de 1994. 

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