Loading...

Ivan Milat, el ‘asesino de mochileros’ que secuestraba y degollaba a turistas

Las caras del mal

Tras torturar y violar a sus víctimas las abandonaba en el bosque

Mató a siete personas y fue condenado a siete cadenas perpetuas

Ivan Milat, el ‘asesino de mochileros’ que secuestraba y degollaba a turistas

AP

El fuerte olor que desprendía aquella zona del barranco parecía indicar que se trataba de un animal muerto. Pero cuando los dos excursionistas se aproximaron, se toparon con los restos de un cadáver humano. Aterrorizados vieron lo que parecía ser un codo y el pelo de la parte posterior de la cabeza. Era septiembre de 1992 y acababan de hallar los primeros cuerpos del bautizado como el ‘asesino de mochileros’.

La investigación posterior en el Bosque Estatal Belanglo (Australia) destapó siete asesinatos y todos obra de la misma persona: Ivan Milat. Este trabajador de la construcción, con antecedentes por violación, secuestraba a los turistas que acudían a esta zona del país para torturarlos y degollarlos. Pese a las pruebas recogidas en su contra y a ser condenado a cadena perpetua, Milat siempre negó ser el auto de dichos crímenes hasta el día de su muerte.

Amante de la caza

Ivan Robert Marko Milat nació el 27 de diciembre de 1945 en Guildford, Nueva Gales del Sur (Australia), en el seno de una familia numerosa con catorce hermanos. Él era el quinto. Su padre, inmigrante croata, emigró tras la Primera Guerra Mundial y conoció a su futura esposa. Primero comenzó trabajando en los muelles de Sydney, para después, crear su propia plantación de tomates donde sus hijos lo ayudaban. Era un hombre estricto, disciplinario y según uno de los hermanos de Ivan, “gobernaba con puño de hierro”.

El muchacho acudió a la escuela local Patrician Brothers donde destacó en matemáticas y artes. Lo consideraban un alumno brillante y hasta fue monaguillo. Nadie tenía problemas con él, según recordaba la madre. Pero comenzó a faltar a clase y a desarrollar una actitud rebelde, así que sus padres le pusieron a trabajar en la construcción.

Ivan Milat, el 'asesino de mochileros'

AP

De nada sirvió ese cambio de aires porque con diecisiete años se convirtió en un delincuente. Empezó con pequeños robos, pero tras un breve período cometió sendos allanamientos de morada, lo que le llevó a pasar varios meses en una institución juvenil. A medida que cumplía años, sus delitos fueron in crecendo hasta perpetrar su primera violación.

Fue en 1970 cuando lo juzgaron por agredir sexualmente a una joven de 18 años. Sin embargo, lo absolvieron por falta de pruebas. No fue el único Milat que tuvo problemas con la justicia: diez de los hermanos llegaron a tener antecedentes penales. A esto se sumaba la familiaridad con la que este clan se relacionaba con las armas. Desde muy pequeños, el padre los enseñaba a disparar y les inculcaba su pasión por la caza. Pese a que Ivan nunca ocultó aquella fascinación por la violencia, ninguno de sus amigos vislumbró que se estaba convirtiendo en un asesino en serie en potencia.

Ivan Milat portando un arma

YouTube

A mediados de 1985 se casó con Karen, cuyo matrimonio no duró mucho. Ivan nunca estaba en casa (trabajaba como camionero y como peón en la construcción de carreteras) y además, las peleas eran un continuo. El traumático divorcio precipitó los asesinatos. Seis meses después de firmarlo, Ivan comenzó su particular cacería humana.

Desde diciembre de 1989 y hasta abril de 1992, Milat se dedicó a recorrer las carreteras que rodeaban el Bosque Estatal Belanglo en busca de víctimas. Las primeras fueron Deborah Everist y James Gibson, de 19 años, que desaparecieron en extrañas circunstancias el 30 de diciembre. Se dirigían hacia Albury, cerca de la frontera de Nueva Gales del Sur y Victoria, donde habían quedado con unos amigos, pero jamás se presentaron. Pese a la denuncia de sus familiares, la Policía no se ocupó de la desaparición de inmediato.

Acechando a turistas

La siguiente en la lista de desaparecidos fue Simone Schmidl, una alemana de 21 años que el 20 de enero de 1991 se dirigía de Sidney a Melbourne. Tenía que encontrarse con su madre en el aeropuerto, pero nunca llegó a la cita. Lo mismo ocurrió con Gabor Neugebauer, de 21 años, y Anja Habschied, de 20, que salieron de Sydney el 26 de diciembre de 1991. La pareja iba a realizar un viaje de 4.000 kilómetros a Darwin, pero se les perdió la pista tras permanecer en un albergue de Kings Cross.

En esa misma zona y en abril de 1992, Caroline Clarke, de 21 años, y Joanne Walters, de 22, se encontraban haciendo autostop para llegar hasta la ciudad de Mildura y proseguir rumbo a Tasmania, cuando nunca más se supo de ellas. Gracias al empeño de sus familiares que alertaron a los medios de comunicación de lo que estaba pasando, salió a relucir el posible vínculo entre estas y otras desapariciones. Pero las autoridades seguían dando palos de ciego. Hasta que en el mes de septiembre,

Ivan Milat como trabajador de la construcción

Getty

Gracias al fuerte hedor que despedía una zona del barranco, estos dos turistas se acercaron a una especie de roca y localizaron los cuerpos de Caroline y Joanne. Las jóvenes habían sido brutalmente violadas y asesinadas. La primera recibió veintiuna puñaladas en la espalda y catorce en el pecho, y la segunda, diez disparos en la cabeza y una cuchillada en el corazón.

A partir de entonces, se hallaron los cuerpos de los otros cinco desaparecidos en circunstancias similares. Todos habían sido asesinados con gran sadismo y perversidad: atados y amordazados, torturados, violados, disparados o apuñalados, degollados y, una vez ejecutados, abandonados en el bosque. Además, presentaban una misma lesión en la parte superior de la espalda que les dejaba indefensos: un corte en la médula espinal.

Caroline y Joanne, víctimas de Ivan Milat

YouTube

Los expertos forenses que analizaron las escenas de los crímenes y, posteriormente, los cadáveres, aseguraban que aquello era propio de un estilo de “ejecución ceremonial”; y los familiares de las víctimas señalaban a una “mente malvada” como la única responsable de tales atrocidades. Entretanto, la Policía continuaba la investigación de los llamados ‘asesinatos de mochileros’ (The Backpacker Murders) reduciendo cada vez más la lista de sospechosos. La pista definitiva llegó de la mano del británico Paul Onions, su testimonio proporcionó la clave para encontrar al homicida.

Este joven también estuvo a punto de terminar bajo tierra de no ser por su pericia a la hora de escapar del asesino. Según relató a los investigadores, tras hacer autostop en Canberra, Onions se subió al coche de un hombre con bigote que se hacía llamar Bill. Todo parecía ir bien hasta que el desconocido empezó a hacerle extrañas preguntas: ¿Sabía alguien dónde se dirigía? ¿Le esperaban en su destino? ¿Tenía adiestramiento militar? Aquello hizo desconfiar al joven.

Paul Onions sobrevivió al asalto de Ivan Milat

Reuters

El asalto frustrado

En cuanto el coche llegó hasta el bosque de Belanglo, Bill paró con el pretexto de coger algo del maletero. Repentinamente, sacó una pistola. “¡Esto es un robo!”, le espetó portando una cuerda en la mano. El turista se defendió con tal fiereza que logró escapar e interponer una denuncia. Aquello quedó en el olvido hasta que Onions vio el caso en televisión y decidió ponerse en contacto con las autoridades a quienes dio una descripción detallada del individuo. Aquel boceto y el apodo de ‘Bill’ los llevó directamente a un antiguo agresor sexual, Ivan Milat, al que Onions terminó identificando gracias a una foto.

Con esta información, el 22 de mayo de 1994 se desplegó un dispositivo con más de cincuenta agentes para dar caza al ‘asesino de mochileros’. Se encaramaron en el exterior de la propiedad de Milat y lo atraparon cuando aún estaba en la cama con su novia.

Ivan Milat con una escopeta

nine

Durante el registro de la vivienda, encontraron armas de fuego (también un silenciador) utilizadas en los asesinatos, así como una espada empleada en las decapitaciones, tiendas de campaña, sacos de dormir, botella de agua y cámara de fotos Olympus de algunas de las víctimas, un mapa del Bosque Estatal de Belanglo, monedas extranjeras y una fotografía de su novia, Chalinder, llevando el mismo top verde y blanco que portaba Caroline Clarke en Australia.

Ante tales abrumadoras pruebas, principalmente por el armamento encontrado, los detectives llegaron a la conclusión de que Milat usaba los cráneos de sus víctimas para “práctica de tiro” una vez muertas. De ahí las múltiples heridas en la cabeza.

Momento en que la Policía detiene a Ivan Milat

Getty

Tras su detención, Ivan Milat fue acusado de siete asesinatos y del asalto a Paul Onions, unos delitos que negó y de los que se declaró inocente. De hecho, llegado el juicio en marzo de 1996, sus declaraciones no cambiaron. El asesino ni se arrepintió de los hechos ni reconoció haberlos cometido. “La defensa básica en mi juicio fue que no fui yo. No sé quién lo hizo. Depende de ellos demostrar mi culpabilidad, no de mí demostrar mi inocencia”, dijo días antes de la audiencia ante el tribunal.

Durante los cuatro meses que duró la vista, el fiscal Mark Tedeschi relató cómo Milat perpetró los homicidios por pura “satisfacción psicológica”. “Los mochileros fueron asesinados en ataques feroces y sostenidos durante los cuales se usó mucha más fuerza de la necesaria para matarlos. Estos asesinatos fueron por el bien de matar”, explicó el letrado. Y recalcó que el acusado quería dejar una especie de “huella digital en el bosque debido a la increíble coincidencia de todos los elementos que están vinculados a él”.

Ivan Milat comparece ante el juez

Reuters

El 27 de julio los miembros del jurado condenaron a Ivan Milat por los siete asesinatos y el juez David Hunt lo sentenció a siete cadenas perpetuas. En el veredicto, el magistrado escribió que “estos siete jóvenes estaban en el umbral de sus vidas, con todo por delante: viajes, carrera, felicidad, amor, familia e incluso la vejez. Es evidente que fueron sometidos a un comportamiento que, por su cruel indiferencia ante el sufrimiento y su total desprecio por la humanidad, es casi increíble. Obviamente habrían estado absolutamente aterrorizados, y es poco probable que la muerte haya sido aplicada rápidamente”.

Además, remarcó la “insensible indiferencia hacia el sufrimiento” del condenado por sus víctimas. Tras esto, Milat fue recluido en la prisión de máxima seguridad en Goulburn Supermax. Allí permaneció hasta que le diagnosticaron cáncer terminal de esófago y de estómago.

Ivan Milat acude al hospital enfermo de cáncer

AP

Durante su estancia entre rejas, el prisionero trató de quitarse la vida en varias ocasiones tragando objetos afilados (hojas de afeitar, grapas), haciendo huelgas de hambre… Incluso amenazando con escapar a la menor oportunidad. Mientras tanto, la justicia seguía investigando. Aún faltaban seis desapariciones por resolver, aunque llegó a hablarse de un total de 37 crímenes.

Pero los investigadores no llegaron a tiempo para demostrarlo, porque el 26 de octubre de 2019 Ivan Milat moría de cáncer a sus 74 años. Antes de su muerte, el ‘asesino de mochileros’ trató de aprovecharse del sistema pidiendo que fuese el estado quien abonase los gastos de su funeral. Se lo denegaron y, finalmente, la incineración tuvo que pagarla de su bolsillo. Ni siquiera hubo ceremonia.