La ministra portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, fue premonitoria el martes cuando afirmó que no está el gobierno para hacer perder el tiempo al Congreso. Tal frivolidad, una falta de respeto al prurito democrático e institucional más básico, pretendía quitar importancia al hecho de que el gobierno no esté en condiciones de presentar y aprobar presupuestos. Lamentablemente veinticuatro horas bastaron para darle la razón. Pues de pérdida de tiempo cabe calificar la comparecencia de Pedro Sánchez ayer en sede parlamentaria para explicar los compromisos y el nuevo rumbo de España en materia de seguridad y defensa.
Vistió el presidente su mejor traje europeísta. Citas bien escogidas, un repaso a los hitos históricos de la UE y un estupendo resumen de la nueva situación geoestratégica ideal como introducción a las relaciones internacionales en cualquier facultad de Ciencias Políticas. Poco más, si descontamos las buenas intenciones y las promesas sin concreción alguna. De facto, la comparecencia sirvió para reiterar lo sabido –vamos a gastar más en defensa– y para continuar en babia sobre el cómo, cuándo y en qué. El compromiso presidencial refirió al mundo de las musas: España no elegirá entre gasto social y en defensa.
El camino se estrecha todavía más para Pedro Sánchez
Vamos pues a endeudarnos más, aunque desconozcamos el cuanto y tengamos para ello el permiso de la UE. Y tampoco hay que descartar más impuestos. Sobre esto último, la portavoz de Sumar, Verónica Martínez, enseñó la patita. Dio por bueno que las partidas de seguridad y defensa alcancen el 2% del PIB siempre que eso se haga a través de un incremento de la presión fiscal.
El presidente cuidó a Sumar en su discurso. “Europa deberá protegerse pero sin tocar un céntimo de gasto social”, dijo. Pero este masaje al socio de ejecutivo, imprescindible para que el gobierno no adquiera la apariencia de una olla de grillos (cuatro ministros votaron la semana pasada a favor de salir de la OTAN) no bastará. Tampoco será suficiente la responsabilidad impostada y trufada de comparaciones desafortunadas de Gabriel Rufián en nombre de ERC, ni la de Junts anclada en un keynesianismo productivo que sueña con un resurgir de la industria catalana gracias a la inversión armamentística. O la del PNB, con Aitor Esteban despidiéndose del Congreso con abrazos al sanchismo. No alcanza.

Ione Belarra
Hay deserciones irreversibles en la mayoría de la investidura ante la cuestión del rearme. La podemita Ione Belarra lo volvió a dejar claro: no es no. Traiga los presupuestos y verá cuanto apoyo tiene en el Congreso, advirtió. Para luego añadir que Sánchez se ha convertido en una “vergüenza”. Junto a Belarra, menos agresivo, se posicionó también Néstor Rego del BNG.
¿Solución? Seguir esquivando al Congreso. Prorrogar presupuestos y limitar las votaciones a las cuestiones que no permitan el uso de la picaresca normativa para rehuir el debate parlamentario. O sea, darle la razón a Pilar Alegría y manejarse como si el Congreso fuera no más que un estorbo salvable.
El camino se estrecha todavía más para Sánchez. Los incentivos de Alberto Núñez Feijoo para ceder al chantaje de la responsabilidad cuando llegue el momento son de lo más limitados. Una parte de su electorado no lo entendería. La amenaza rusa, como ha certificado el último Eurobarómetro publicado esta semana, no se vive en España con la intensidad de otras partes de Europa. Eso da margen suficiente al líder popular para negar apoyos en nombre del interés de estado si no es a cambio de elecciones.
Sánchez es ahora un líder que se sienta en Europa en la mesa de los mayores y que ya no come nuggets de pollo con los niños, en palabras del ministro de la presidencia, Félix Bolaños. Pero ese reconocimiento internacional que hay que reconocer tiene los pies de barro, si no cuenta con una mayoría parlamentaria en su país que avale los compromisos que adopta fuera de España. Y esta, no otra, es la foto del momento A la espera de darle la vuelta al calcetín, como escribía acertadamente Iván Redondo el lunes, lo que está claro es que la legislatura no es viable con los que ahora lleva puestos el presidente. Y no hay recambio alguno en el cajón de la consola del dormitorio.