Una vez que trascendió, a finales de noviembre, la decisión del PNV de apostar por el relevo, el lehendakari, Iñigo Urkullu, dio traslado a Sabin Etxea, cuartel general del PNV, de un cronograma en el que recogía los hitos que se debían suceder en la recta final de la legislatura y que debían preceder a las elecciones al Parlamento vasco. El documento incluía una intensa actividad legislativa, la aprobación de algunos proyectos estratégicos y, finalmente, la llegada de tres nuevas competencias recogidas en el Estatuto de Gernika. Con la aprobación este jueves de las tres últimas leyes del mandato y la posibilidad de que los traspasos pactados lleguen con el Gobierno en funciones, la cuenta atrás electoral se acelera y gana peso la opción de una inminente convocatoria electoral que implica la disolución del Legislativo vasco antes de final de mes y elecciones el 21 de abril.
De confirmarse esta posibilidad, las elecciones vascas tomarán el testigo de las gallegas y serán la antesala de las europeas, planteadas por el PP como una suerte de plebiscito sobre el Gobierno de Pedro Sánchez. Estas tres citas electorales en apenas cuatro meses, no obstante, pondrán también a prueba el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, que hoy se juega en Galicia su crédito al frente de los populares y que, en el caso de Euskadi, se enfrenta al difícil reto de reflotar a un PP vasco que sigue en su suelo electoral.
Los sondeos avanzan una pugna ajustada entre PNV y Bildu, un ligero ascenso del PSE y un PP en mínimos
En este momento, todos los partidos vascos trabajan con la hipótesis de comicios el 21 de abril, más si cabe después de que Urkullu haya convocado para este lunes a los líderes de PNV y PSE para hacer balance de la legislatura. La prerrogativa de fijar la fecha de las elecciones es del propio lehendakari, pero la decisión se ha dilucidado de común acuerdo con la cúpula de Sabin Etxea. De cara a fijar el momento electoral, los jeltzales vienen valorando tanto la consecución de esos hitos previos a los comicios como las necesidades ligadas a la candidatura de Imanol Pradales, todavía un desconocido para la opinión pública vasca.
Según el último Sociómetro del Gobierno vasco, apenas el 37% de los encuestados le identifica por su nombre y apellido, aunque el conocimiento sugerido aumentaría hasta el 58%, según refleja la encuesta de EiTB Focus. Se trata de una rémora con la que deberá lidiar el PNV, que con Urkullu tenía garantizado un nivel de conocimiento del 95% y unos índices de aprobación muy elevados y transversales. Los jeltzales, en todo caso, están convencidos de que esos niveles de conocimiento se dispararán según se acerque la fecha electoral y no son partidarios de estirar el mandato, si bien algunas fuentes cercanas al partido consideran que el rodaje preelectoral de Pradales se ha demorado en exceso.
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En vísperas de la convocatoria electoral, las pulsaciones de los partidos vienen marcadas por las encuestas que se han publicado en las últimas semanas y que prevén una ajustadísima pugna entre el candidato jeltzale y Pello Otxandiano, cabeza de lista de EH Bildu. Según estos sondeos, los jeltzales lograrían un mínimo de 24 y un máximo de 28 escaños (sobre un total de 75), mientras que la coalición abertzale se situaría entre los 24 y los 27 parlamentarios. Sin embargo, tres de las cinco principales encuestas publicadas en lo que va de mes dan la primera posición a la coalición abertzale, un hecho sin precedentes en elecciones al Parlamento vasco e insospechado hace solo cuatro años (el PNV tiene hoy 31 escaños y EH Bildu 21). La igualdad es absoluta, incluso en lo referente a la valoración y el conocimiento de los candidatos.
Más allá de esa pugna, el otro punto de interés es si PNV y PSE alcanzarán la mayoría absoluta (38 parlamentarios), toda vez que los socialistas han dejado clara su apuesta por mantener los pactos con los jeltzales. En este caso, dos de las cinco encuestas les otorgan esa mayoría suficiente y las otras tres les sitúan al filo de lograrlo. Los nacionalistas vascos tienen muchas opciones de seguir gobernando, pero verse superados por EH Bildu o no alcanzar la mayoría absoluta junto a los socialistas supondría un golpe importante que les lastraría en el medio plazo.
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Las encuestas, asimismo, coinciden en apuntar un ligero avance del PSE, que pasaría de 10 a 11 o 12 escaños y se vería beneficiado por la división en el espacio de Podemos y Sumar. La apuesta de estas formaciones por concurrir por separado, unida al declive electoral que ya venían mostrando, les sitúa en una posición muy comprometida: ambas formaciones se debaten entre lograr una representación exigua o, en el peor de los casos, quedar fuera de la Cámara.
La posición de partida del PP tampoco es buena. La foto del momento, avanzada por las encuestas, les otorga la misma representación que en el 2020, seis escaños, su mínimo histórico. Sin embargo, los populares temen que la pugna con EH Bildu pueda arrastrar a parte de sus votantes hacia el caladero del PNV y, en puertas de las europeas, convertir la segunda cita electoral del año en un tormento para Feijóo.
Reclaman a Podemos y Sumar un último intento
Aunque los dirigentes de Podemos y Sumar dieron carpetazo a comienzos de febrero a la posibilidad de una candidatura unitaria, un grupo de militantes y simpatizantes de estas formaciones, y también de Ezker Anitza-IU y Equo, han dado un paso al frente en las últimas horas para pedir “un nuevo intento”. Los militantes, activistas e intelectuales que impulsan la iniciativa han iniciado una recogida de firmas en la que reclaman a estas formaciones “superar las diferencias internas y trabajar para ofrecer una alternativa política fuerte y coherente a la ciudadanía vasca”. El manifiesto, bautizado como ¡Intentadlo otra vez!, pone el acento en las posibilidades ciertas de debacle electoral que conllevaría concurrir por separado y señala, asimismo, que en Euskadi existe un respaldo consolidado para el espacio que representan. “En Galicia, la división de fuerzas de la izquierda va camino de repetir el desastre electoral que dejó a la izquierda confederal fuera del Parlamento gallego, y en Euskadi, donde el espacio político ya está bien implantado, no podemos seguir el mismo camino”, señalan.