Retirar el plato del almuerzo sin aspavientos, con buenas palabras y sin la menor apariencia de enfado. Actuar con normalidad y volverlo a servir recalentado a la hora de la cena. Si la medida no cursa efecto, actuar del mismo modo al día siguiente. Hasta que el hambre cruja la voluntad del niño y se avenga a comerse la verdura. Hete aquí el atávico consejo que los abuelos de antaño ponían a disposición de los padres novatos cuando un chiquillo se rebelaba en la mesa de los mayores y había que reconvenirlo para quebrar su tozudez y rendirlo a las virtudes de una alimentación variada.
Algo por el estilo intenta hacer el PSOE con Junts, al menos de cara a la galería, tras la butifarra que los de Carles Puigdemont propinaron a la ley de Amnistía la semana pasada en el Congreso. ¡No pasa nada! ¡El niño comerá!, no han parado de decir desde entonces los mandamases del Gobierno, con Pedro Sánchez a la cabeza. Firmes en la convicción, eso afirman, de que el plato que volverá a servirse será exactamente el mismo, sin alterar siquiera el punto de sal. Pero ya con el niño juntero con la lección aprendida tras haber tomado conciencia de que las cornadas de verdad las da el hambre y no el cocinero.
Sánchez es quien saldrá menos malparado si la ley finamente descarrila
Como se hace con los pequeños, para facilitarle la deglución a Miriam Nogueras y al grupo parlamentario juntero cuando deban votar que sí a lo que votaron que no, se ha prometido algún postre especial que actúe de incentivo. La reforma de la ley de Enjuiciamiento Criminal, ahora enfriada por el poco entusiasmo que ha despertado entre los otros socios del PSOE, o cualquier otra ocurrencia que podamos ver en los próximos días vendría a ser las natillas que aguardan como premio. Siempre que el niño juntero engulla primero la amnistía acordada en su día para crecer fuerte y sano.
El chiquillo, que por supuesto no lo es, mientras tanto guarda silencio. Es listo y aprendido. Y sabe por experiencia que quienes pretenden hacerse pasar por adultos son hoy en día de una volubilidad extrema. Se acuerda de que en otros momentos le ha bastado con la amenaza de eructar en la mesa para conseguir el menú que pretendía.
Así que de momento todo sigue igual que hace una semana. Un poco más complicado, si cabe, por la revuelta de los fiscales del Tribunal Supremo, sumándose por abrumadora mayoría a la tesis de que hay que investigar por terrorismo a Puigdemont y compañía.
Sánchez es quien saldrá menos malparado si la ley de Amnistía finamente descarrila. Habrá hecho un esfuerzo notable, avalado ya por ERC, para encarar definitivamente la desjudicialización del procés . Y al mismo tiempo podrá demostrar a sus críticos, en especial a los de la propia familia socialista, que alguna línea roja, aunque de coloración más bien tenue, sigue manteniendo a la hora de negociar. Por lo demás, continuará gobernando con extrema dificultad, con presupuestos o sin ellos, hasta que el presidente considere conveniente apretar de nuevo el botón nuclear de convocatoria de elecciones. Aprobando la ley de Amnistía, el escenario se endulza, pero no hasta el punto de alterar lo sustancial: un campo de minas, con algunas explotando, desde el primer día hasta el último de la legislatura.
Para Junts el escenario es peor. Sin la amnistía vuelve a la casilla de salida. Una decisión imposible de explicar fuera y dentro del propio partido. Todo el esfuerzo que la formación viene haciendo para ordenarse ideológicamente en políticas sectoriales, el intento de captación de nuevos militantes en los entornos municipalistas con el argumento de que la formación ha regresado al pragmatismo o la reordenación del grupo parlamentario para pulirlo de excentricidades y disonancias ideológicas incluso con expulsiones –una ya ejecutada, otra en la torre de lanzamiento– se desmorona como un castillo de naipes. La narrativa que quedará fijada será que los junteros siguen sin ofrecer la mínima garantía de predictibilidad y que solo son una herramienta al servicio de Puigdemont manejada a distancia gracias a un reducidísimo número de entregados masoveros.
Mientras tanto, la amnistía sigue en el microondas. Pero vigilen con la verdura. Es el alimento más perecedero, incluso cuando ya está cocinado.