Jaque mate de Sánchez

Cambio en la presidencia de Telefónica

Jaque mate de Sánchez
Adjunto al director

Poco podía imaginar José María Álvarez-Pallete, al finalizar ayer por la mañana la reunión de la comisión ejecutiva de Telefónica con absoluta normalidad, que estaba agotando sus últimas horas al frente de una de las compañías emblemáticas del capitalismo español. Poco después de aquel encuentro de trabajo fue citado en Moncloa, para que Manuel de la Rocha, secretario general del Departamento de Asuntos Económicos de Presidencia del Gobierno, le comunicara que Pedro Sánchez creía que tocaba su relevo en la presidencia de la operadora de telecomunicaciones y que sería sustituido por Marc Murtra, hasta ahora al frente de Indra. El afectado, según las fuentes consultadas, asumió la insospechada novedad con flema y aceptó que los accionistas tienen el poder de decisión

Este sábado a las seis de la tarde, el consejo de administración de la compañía ejecutará el cambio y Murtra asumirá, sin solución de continuidad, la condición de nuevo consejero y presidente de una compañía en el centro de la tormenta de la batalla global por el control de las telecomunicaciones, las nuevas tecnologías, las redes sociales y también los medios de comunicación.

El Gobierno, primer accionista de Telefónica, ha ejecutado sigilosamente todos los movimientos previos para asegurarse el apoyo de los otros socios de referencia de la compañía. El jueves, Pedro Sánchez se reunió con el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, segundo accionista con el 9,9%, para anticiparle los cambios. El catalán aceptó el cambio, entendiendo que en el nuevo contexto la decisión del Gobierno era irreversible, al tiempo que aseguraba la continuidad de su vicepresidencia, en la cual lleva casi tres décadas.

Sede empresa Teléfonica, Madrid

Sede empresa Teléfonica, Madrid

Dani Duch

Este movimiento pone de manifiesto la relevancia de La Caixa, en su condición de primer inversor empresarial español, como necesario compañero de viaje de cualquier Gobierno que quiera hacer valer sus intereses y decisiones. Y el acuerdo del cual ha sido imprescindible para el actual cambio en la cúpula de Telefónica. Y pese a que Murtra forma parte del Patronato de la Fundación La Caixa, la propuesta de nombrarle presidente de Telefónica proviene directa y exclusivamente del Gobierno. Sería aventurado deducir que el grupo de la estrella ha colocado una de sus piezas al frente del grupo de telecomunicaciones. Murtra, hombre de extrema proximidad y confianza de Salvador Illa, el president de la Generalitat, representaba al ejecutivo español en Indra y acometió la rocosa labor de desmontar un equipo directivo que el anterior gobierno del PP había creado y blindado.

El equipo de Pedro Sánchez informó, aunque sin cita en Moncloa, a través de Carlos Cuerpo, ministro de Economía, a Olayan Al-Wetaid, consejero delegado del tercer accionista, el fondo saudí STC, propietario del 9,97% de la compañía. Finalmente, hubo una llamada de deferencia institucional de Cuerpo, al presidente del BBVA, Carlos Torres, que controla el 4,9% y con el cual el Ejecutivo de Sánchez mantiene relaciones frías a raíz de las circunstancias en las cuales se produjo la presentación de la opa hostil sobre el Banc Sabadell.

Pallete supo la tarde del viernes, en Moncloa, que su presidencia en la empresa llegaba a su fin

El relevo al frente de Telefónica supone, de alguna manera, un cierto retorno a la normalidad política. Todos los presidentes de la compañía, antes y después de su privatización, han sido elegidos por el Gobierno de turno; con Pallete como excepción relativa. Su antecesor, César Alierta, asumió el cargo por designación de José María Aznar, entonces presidente del Gobierno y del PP. Y sustituyó a Juan Villalonga, nombrado al frente de la operadora en su condición de colega de pupitre del entonces recién elegido presidente. Las denuncias ahora del PP suenan hueras, atendiendo a sus antecedentes en los mismos menesteres.

Alierta, que venía de Tabacalera, a cuya presidencia había accedido con el mismo sello de unción gubernamental, ocupó el cargo durante dieciséis años y además pudo escoger a su sucesor, Pallete, con lo que se aseguraba la continuidad en su línea de actuación. Nunca antes, el presidente saliente dejó como herencia a su propio sustituto. Ambas presidencias estuvieron lastradas por el pobre recorrido de la acción, especialmente durante el periodo de Alierta.

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Sánchez, ahora, ha tomado nota de la posición de fuerza que le ha brindado ser el primer accionista de la operadora y la inminencia del final del mandato de Pallete, para ejecutar un cambio que le asegura el control de la empresa, conteniendo las posibles futuras aspiraciones del fondo saudí, de momento socio plácido, pero siempre generador de inquietudes soberanas.

Al mismo tiempo, Sánchez transmite al mundo económico, con el que mantiene unas relaciones entre tempestuosas y distantes, que el gobierno será un operador muy activo en estos tiempos de batallas geopolíticas y con los intereses estratégicos de muchos países en juego. El Estado participa en cinco empresas del Ibex 35 (Telefonica, Caixabank, Enagas, Indra y Aena), aunque con influencia dispar en cada una de ellas.

Sánchez pactó con Fainé y delegó en De la Rocha y Cuerpo para hablar con los otros accionistas

Muy baja en el caso del primer banco del mercado español, Caixabank, como se ha puesto de manifiesto en las votaciones sobre las remuneraciones de sus ejecutivos, con el voto contrario o la abstención. Y sobre todo en el reciente relevo de su presidente, José Ignacio Goirigolzarri por un ejecutivo histórico del grupo La Caixa, Tomás Muniesa. No es necesario señalar que ambos cambios, el de la operadora y el del banco, no tienen ninguna relación entre sí. Influencia mucho más clara en las cuatro restantes, donde tiene la capacidad indiscutida de nombrar a los presidentes.

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