Los vestuarios masculinos

Dios creó el deporte para hacernos felices, longevos y virtuosos, pero el hombre dispuso los vestuarios, condenando así a la humanidad a compartir espacios donde uno escucha intimidades que no le interesan, se impregna del desodorante del vecino de taquilla y se dice que en mala hora inventaron el pádel.

SEVILLA. 05/05/2024. - Bea González (i) y Delfi Brea (2i), y Alejandro Galán (d) y Federico Chingotto (2d) con sus trofeos tras ganar en las finales de la Premier Padel Tour 2024 y el P2 de Sevilla. EFE/ Raúl Caro

 

Raúl Caro/Efe

Todos los clubs, gimnasios y aun el All England Lawn Tennis and Croquet Club cuentan con vestuarios. Las instalaciones pueden ser esplendorosas, pero los vestuarios, ay, siempre resultan pequeños y gobernados por una ley no escrita: aunque parezcan vacíos, hay un desconocido en la taquilla vecina. Precisamente allí.

Dios creó el deporte para hacernos mejores, y el hombre, los vestuarios y el pádel

Yo no puedo opinar sobre los vestuarios femeninos, pero algo me dicen que no son un cafarnaum, sino un pedazo de paraíso, pulcro, perfumado y la mar de vistoso. Los vestuarios masculinos, en cambio, son extrovertidos, ruidosos y multiusos porque siempre hay quien se afeita la barba y deja el testimonio de algunos pelillos, pelillos que no van a la mar, sino que se quedan en el lavabo...

Quizás sea una mala racha, pero encadeno dos días en los que algún consocio agarra un desodorante en spray, extiende un brazo en alto y con la mano del otro se rocía desde una distancia inverosímil, muy alejada del sobaquillo –a lo Curro Romero con los bichos inciertos–, de tal manera que los efluvios alcanzan a los allí presentes. ¿Acaso nos está llamando guarros a los que ni usamos desodorante ni nos dedicamos a perfumar al consocio anónimo?

La palma dicharachera en los vestuarios del siglo XXI se la llevan los practicantes de pádel y sus torneos insignes. ¡Qué perra con ganar a la pareja Graupera-Tobarra a tal día y a tal hora, como si les fuese la vida en ello! Y anda que no les gusta criticar a los ausentes...

Deporte idóneo para cuatro, irrumpen en el vestuario con jovialidad. Les gusta explicar sus lesiones, las molestias físicas –del bazo, ni idea, pero lo que son los músculos isquiotibiales– y esas aventuras sexuales que hacen bueno aquello de que “de la misa, la mitad”. No me extraña que no los dejen participar en los JJ.OO.

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