No he visto Tardes de soledad, el documental de Albert Serra sobre el toreo, un proyecto del que hablamos tiempo atrás en una cena organizada por Óscar Tusquets, amigo común. Hemos coincidido este tiempo en algunas plazas, comentado aspectos de las dificultades del rodaje pero nunca, jamás, se me ocurrió preguntarle si sería un alegato a favor o en contra. A blanco o negro ya se apuesta demasiado...
Los aficionados a los toros somos tratados con un desprecio cósmico y el simple hecho de que un artista –bien considerado por la progresía y la crítica comme il faut – trate de entender, sin apriorismos, de qué va una liturgia poderosa, estética y profunda ya nos alegra. Somos un perro apaleado: nos basta con poco...
Las reacciones son las de rigor. Un sector, representado por el Pacma, se atreve a exigir la invisibilidad de un proyecto artístico. Que ni siquiera se pueda proyectar en un festival. Y se quedan tan anchos, ufanos –digo yo– de anteponer sus convicciones a la libertad artística. Otro sector, adverso a las corridas, tiene miedo a la cinta: ¿y si resulta que me atrae algo del toreo y me invita a replantear mi postura? El juego puede funcionar a la inversa aunque el envite es menor: quien asiste a una corrida de toros sabe de qué va –sangre incluida–, quién nunca la ha visto no tiene ni idea...
Trece años hoy de la última corrida en la Monumental... y no, no están prohibidos
Escuchando a Albert Serra, intuyo que no le pillará el toro. Y celebro que alguien con autoridad se atreva a opinar que los toros no deberían ser prohibidos. Hoy se cumplen trece años de la última función en la Monumental de Barcelona. Supongo que la vida de muchos barceloneses es ahora más feliz. Yo, lo único que sé es que habiendo revocado la prohibición el Tribunal Constitucional en el 2019 no han vuelto los toros, un espectáculo que en Catalunya no recibía un euro en subvenciones. ¿Las causas? ¿Cómo va a atreverse una empresa, Balañá, a abrir la plaza si el sistema iría a fastidiarles sus otros negocios? El sistema son las administraciones, Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona, que no tienen ningún reparo en incumplir de facto la ley. Contra los toros, leña al mono...