Y volvió ‘Gran Hermano’

FUTUROS IMPERFECTOS

Y volvió ‘Gran Hermano’

Nicholas Carr tiene 65 años y estudió Literatura en la Universidad de Harvard. Fue en su juventud un voraz lector. Luego, como todos los de su generación, descubrió el ordenador, internet y Google. Navegaba mañana y tarde, pero además dedicaba buena parte de su vida a valerse de los servicios online. Pronto se convirtió en un experto en las tecnologías de la comunicación, sobre las que escribió en prestigiosas publicaciones. Pero un día se dio cuenta de que había dejado de ser un buen lector: su concentración se disipaba a las primeras páginas y perdía el hilo de las historias. Preocupado, tomó una decisión radical, hace quince años. Vendió su apartamento ultramoderno en Boston y se fue a vivir con su esposa a una cabaña en las montañas de Colorado, donde no había telefonía e internet funciona mal. Entonces escribió un libro que lo hizo famoso sobre cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes y nuestra privacidad.

Jorge Javier revela en una sorprendente escena la identidad de la primera concursante anónima de 'Gran Hermano'

  

X (ghoficial)

La historia se la leí a Mario Vargas Llosa y veo que el tipo mantiene su discurso, pero mantiene su conexión con la tecnología aunque solo sea para criticarla, poder escribir libros y dar conferencias. No se ha vuelto un anacoreta, si bien ha aprendido a proteger su intimidad y a reservar tiempo para releer a los clásicos.

La intimidad ha dejado de ser un derecho para convertirse en un negocio

Me he acordado de la historia de Carr, viendo que Telecinco ha recuperado el programa Gran Hermano del baúl de la televisión. Se estrenó coincidiendo con el cambio de siglo y resultó una revolución ver secretamente la intimidad cotidiana de 16 concursantes encerrados en una casa. Es la gran apuesta de Mediaset, pero me temo que la tecnología ya se ha apoderado de la intimidad sin recurrir a ningún premio. En TikTok o Instagram uno puede seguir la vida de famosos o desconocidos, que intentan monetizar sus miserias diarias. La privacidad ha dejado de ser un derecho para convertirse en un negocio. Gran Hermano suena a producto vintage, cuando todo el mundo está dispuesto a mostrarlo todo y donde pocos se rebelan como Carr. Talleyrand escribió en el siglo XVIII que “la vida privada debe ser como un recinto amurallado”. No sabía que los ciudadanos que derribaban los muros de las urbes, un día iban a hacer lo propio con sus vidas.

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