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Cinco pueblos de Navarra para perderte este otoño

Escapada

Te proponemos un recorrido por algunos de los rincones más bellos de la comunidad

Casco antiguo de Olite

VanderWolf-Images / Getty Images/iStockphoto

Estrenamos estación y con ella decimos adiós al calor del verano, con temperaturas agradables, días más cortos y paisajes que lentamente se transforman y cambian de color, ofreciéndonos sorprendentes estampas de tonalidades castañas, ocres, e incluso rojizas. Y es que en otoño, la naturaleza sigue su curso. Descubrirla y saborearla en tierras navarras supone un auténtico regalo para cuerpo y alma.

No resulta fácil establecer una ruta capaz de reflejar la belleza y la riqueza arquitectónica y natural de una comunidad tan rica y diversa. Sin embargo, hemos optado por recorrerla a través de cinco hermosas localidades que nos permitirán descubrir la esencia de Navarra. Partimos de Olite, un pueblo situado a unos 40 kilómetros al sur de Pamplona, y ponemos rumbo norte, hasta alcanzar Zugarramurdi, en los Pirineos, finalizando en Estella, a poca distancia de donde iniciamos nuestra andadura.

Olite

Vista del Castillo de Olite (Navarra)

César Viteri Ramírez/Creative Commons / César Viteri Ramírez/Creative Commons

Olite nos recibe con la espectacular imagen de su castillo de cuento de hadas, el palacio residencia de los monarcas del Reino de Navarra durante la edad media y, sin duda, el icono de uno de los pueblos más bonitos de la comunidad. Construido entre los siglos XIII y XIV, fue una de las edificaciones reales más hermosas de la época y en la actualidad está considerado uno de los conjuntos civiles góticos más interesantes del Viejo Continente. Ocupa una tercera parte de un casco urbano medieval salpicado de maravillas dignas de ser visitadas.

Te recomendamos pasear por sus calles y descubrir perlas como las iglesias de Santa María la Real y la de San Pedro, las galerías subterráneas, el palacio de los Teobaldos o el recinto amurallado romano. Y no olvides que Olite, a pesar de no superar los 3.500 habitantes, es la capital del vino de Navarra. Cuenta con diversas bodegas y numerosos centros en los que podrás adentrarte en el apasionante mundo de la enología, como Museo de la Viña y el Vino.

Por cierto, si te gusta el miedo y visitas la localidad en Halloween, puedes aprovechar la ocasión para acercarte hasta el parador Príncipe de Viana, que ocupa parte del palacio real. Se dice que entre sus muros vaga el espíritu de un noble encarcelado en una de sus celdas y, al caer la noche, se escuchan un sinfín de sonidos extraños...

Artajona

Artajona, Navarra

Evan Frank / Getty Images/iStockphoto

Abandonamos Olite para dirigirnos a Artajona, del que le separan escasamente 20 minutos en coche. La sorpresa a nuestra llegada adopta de nuevo forma de castillo. Y es que este pequeño pueblo que no alcanza los 1.700 habitantes cuenta con otra de las fortificaciones medievales más espectaculares de Navarra. Situado en lo alto de la loma sobre la que se asienta la población, El Cerco, como se le conoce popularmente, fue construido en el siglo XI y reconstruido posteriormente con notable acierto, por lo que 9 de sus 14 torreones y su iglesia, la de San Saturnino- que presume de tener las únicas campanas del mundo que se bandean al revés-, lucen en lo alto.

También aquí se impone perderse por sus callejuelas laberínticas, en un relajante viaje que nos llevará del medievo a la actualidad. La iglesia de San Pedro, originalmente del siglo XIII y reformada en el siglo XIX y la basílica de Nuestra Señora de Jerusalén, del siglo XVIII, ambas de estilo barroco, o la ermita de san Bartolomé no te dejarán indiferente. Aprovecha tu estancia en Artajona para hacerte con productos elaborados artesanalmente, como el turrón, los embutidos e incluso esculturas de piedra.

Ochagavía

Ochagavía es un pueblo de la comarca de Roncal-Salazar, en Navarra

By Javier Losa via Wikimeida Commons

Dejamos atrás tierras de castillos y nos disponemos a recorrer los cien kilómetros que nos separan de nuestro próximo objetivo: Ochagavía, un pueblo pintoresco de solo 850 almas, enclavado en pleno Pirineo navarro que, con frecuencia, aparece destacado entre los más hermosos.

Rodeado de un entorno envidiable de altas cumbres y espesos bosques, calles empedradas y casonas rurales cubiertas por empinados tejados de pizarra, se nos antoja un destino ideal para olvidarte del mundo y disfrutar de la naturaleza en estado puro.

La Selva de Irati (Navarra)

iStockphoto

Y es que, además de pasear a orillas del río Anduña, admirar su puente medieval y disfrutar de su sabrosa cocina de montaña, Ochagavía te abre las puertas de uno de los paisajes otoñales más bellos de la Península: la Selva de Irati. La variedad cromática de contrastes que regala este hayedo, considerado uno de los más grandes del continente, dejan literalmente sin aliento. Cálzate unas botas y adéntrate en el interior de este bosque siguiendo alguna de sus rutas circulares para descubrir y fotografiar la belleza de este bosque de 17.000 hayedos y abedules.

Zugarramurdi

Panorámica de Zugarramurdi, en el valle de Baztán

Flickr / Bart

Seguimos en el Pirineo, pero llegar a nuestro próximo destino, Zugarramurdi, nos llevará dos horas y cuarto. Elegimos el camino más corto -en tiempo y en kilómetros- y nos adentramos en el País Vasco francés. La ruta, que pasa por Roncesvalles, no es sencilla, pero se nos antoja, sin prisas, la más hermosa.

Esta aldea de alrededor de 230 habitantes del valle de Baztán está rodeada de un entono luminoso, de montes, prados verdes y cuevas, aunque ha adquirido su fama de la mano de apasionantes historias ligadas a la brujería -de ahí que sea denominado el pueblo de las brujas-. Nos remontamos al siglo XVII, cuando el Tribunal del Santo Oficio acusó a 53 mujeres de brujería y de adoración a Satanás. Sus reuniones tenían lugar en la conocida como cueva de los Aquelarres.

Cueva de Zugarramurdi, Navarra

herraez / Getty Images/iStockphoto

Lugar mágico y rodeado de atractivo, Zugarramurdi organiza numerosas actividades como la visita a las que en su día fueron las cuevas escenario de las ceremonias diabólicas, y un museo didáctico de hechicería, una oferta que hará las delicias de los aficionados a la temática.

Estella

Casco antiguo de Estella

venemama / Getty Images

Reemprendemos el camino de regreso, tras recorrer 125 kilómetros, y nos detenemos en Estella, una localidad monumental y bonita -el año pasado fue designada una de las siete maravillas rurales de España-, asentada en uno de los meandros del río Ega. Con un pasado estrechamente ligado al Camino de Santiago -se encuentra en el paso de Logroño a Pamplona- y también al carlismo , esta urbe de casi 14.000 habitantes es una visita obligada.

Un paseo hasta las iglesias de San Pedro de la Rúa, San Miguel Arcángel o del Santo Sepulcro nos proporciona una idea del enorme valor de su patrimonio religioso. No menos destacable es su arquitectura civil: imponentes casas y palacios, como el de los Reyes de Navarra, la única construcción románica civil de Navarra, o el de Justicia, de estilo barroco, así lo atestiguan.

No puedes abandonar Estella sin probar su extraordinaria gastronomía. Alrededor de la plaza Mayor y las de Santiago y los Fueros, podrás degustar algunas de sus especialidades más típicas elaboradas con productos de la tierra: espárragos, pimientos del piquillo de Lodosa, alcachofas, trufa o legumbres. No te pierdas platos tradicionales de la zona son también el gorrín asado al horno, el cordero al chilindrón, ni sus sabrosos embutidos... Llegados a este punto no nos queda más que desearte ¡buen provecho!

No resulta fácil establecer una ruta capaz de reflejar la belleza y la riqueza natural de una comunidad tan rica y diversa