Loading...

Estella, la otra capital de España

Con historia

Reyes, gobierno e instituciones del carlismo adoptaron la ciudad navarra como sede durante el siglo XIX.

Estella o Lizarra, Navarra

Juan-Enrique / Getty Images/iStockphoto

Serán simplezas mías, pero el aire huele a pólvora. Lo percibo incluso aquí, dentro del palacio del Gobernador, donde visito el Museo del Carlismo. La ciudad de Estella (Lizarra en euskera) ha vivido tantos bombardeos, tantas descargas de fusilería, tantas hazañas y tantas atrocidades, que un runrún de batallas campales flota aún en el ambiente. Entiéndanme, esta es una ciudad maravillosa: bonita, cuidada, monumental, moderna, segura, hospitalaria... Además, se come y bebe de rechupete. Pero su historia consterna. Recapacito al respecto mientras visito el museo, que divulga los orígenes del carlismo, sus ideas, los conflictos bélicos en los que participó, la propaganda... La instalación expone carteles, armas, banderas, uniformes, documentos o fotografías. Buena parte de sus fondos proceden de un préstamo que el Partido Carlista hizo al Gobierno de Navarra en el año 2000.

El origen del carlismo

Formalmente, el carlismo surgió como consecuencia de la muerte del rey Fernando VII sin hijos varones. Poco antes de fallecer, el perverso soberano ratificó y derogó varias veces la ley de Sucesión Fundamental. Esa norma regulaba que las mujeres podrían heredar el trono únicamente si no había varones en las líneas de sucesión principal (hijos) o lateral (hermanos y sobrinos) de la Corona. El vaivén fernandino propició que la hija de Fernando, la futura reina Isabel II, postulara su derecho al trono, y que topase con las pretensiones del infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano del difunto monarca.

El conflicto prendió en 1833, y alimentó tres guerras y varios alzamientos hasta 1900, afectó a varias generaciones y causó cientos de miles de muertos. Discurrió en un momento de profundos cambios sociales, vinculados a la revolución industrial, al abandono masivo del campo, a la concentración del poder político y económico en las grandes ciudades, a la emergencia de una nueva clase social dominante, la burguesía, a la propagación de un racionalismo científico y tecnológico que cuestionaba dogmas religiosos... Muchos beneficiados por los cambios se alinearon junto a Isabel II y sus sucesores. Los damnificados y los refractarios tomaron partido por el pretendiente Carlos V y sus descendientes. Su lema fue “Dios, patria, rey”.

Primera guerra Carlista del pinto Francesc de Paula Van Halen

Via Wikimedia Commons

El 8 de octubre de 1833, la primera guerra Carlista llegó a Navarra: los primeros disparos estallaron en Noveleta, un barrio exterior de Estella. Las tropas gubernamentales se enfrentaron a una partida carlista al mando de Santos Ladrón de Cegama, a quien fusilaron tres días después. La ejecución provocó el levantamiento generalizado de la región a favor del pretendiente tradicionalista.

Estella fue rápidamente sometida por los carlistas. El protagonismo de la ciudad fue notable a partir de entonces. El 14 de noviembre de 1833, Tomás de Zumalacárregui fue nombrado comandante general de Navarra en el estellés parque de los Llanos, lugar de paradas militares y centro de entrenamiento carlista. El 15 de mayo de 1835, el carismático general trasladó su cuartel general a la ciudad. Y, por fin, el 31 de julio de 1835, Carlos V instaló su corte en Estella, que se convirtió así en capital de la España bajo autoridad carlista. El 14 de mayo de 1837, Carlos V abandonó Estella al frente de un ejército. Su objetivo era la conquista de Madrid. Llegaron a las puertas, pero no pasaron de ahí.

Basílica de Nuestra Señora del Puy en Estella, Navarra

venemama / Getty Images/iStockphoto

La basílica de Nuestra Señora del Puy se alza sobre una colina dentro de Estella, al nordeste. Fue el escenario de un hecho doloroso para la historia del carlismo: el fusilamiento de varios mandos. Lo ordenó el general Rafael Maroto como represalia por el amotinamiento de la tropa en reclamación de su soldada. Populista, Maroto ordenó el pago de los atrasos, y aún repartió vino y alpargatas entre la soldadesca para asegurarse su obediencia. Luego prendió a los cabecillas y los ejecutó sin derecho a defensa. Carlos V, escandalizado, declaró a Maroto ‘traidor’, pero el carisma del militar entre la tropa obligó al monarca a desdecirse, a doblegarse. Poco después, el 31 de agosto de 1839, Maroto firmó un armisticio en Vergara sin el consentimiento de su ninguneado rey.

La tercera guerra Carlista discurrió entre 1872 y 1876, y su desencadenante fue la proclamación de Amadeo I como rey de España, la irrupción de la Casa de Saboya en nuestro país en detrimento de los borbones. El pretendiente carlista de la época era Carlos María de Borbón, aceptado por sus seguidores como Carlos VII.

Convento de Santa Clara, Estella, Navarra

De Zarateman via Wikimedia Commons

Muy cerca del Museo del Carlismo está el actual puente de la Cárcel. La guarnición liberal de Estella voló el original en 1873 para dificultar la conquista de la ciudad por los carlistas. Estos ocuparon Estella el 18 de agosto. Los últimos soldados gubernamentales se atrincheraron en el convento de San Francisco, cuyo solar ocupa hoy el Ayuntamiento. Allí resistieron seis días de bombardeos por unas baterías instaladas en el convento de Santa Clara. En cuanto entregaron las armas, Carlos VII entró en la ciudad y fijó su corte en ella. El soberano adoptó una casa particular como residencia, enfrente de la iglesia de San Juan; una placa recuerda su paso.

Estella fue la sede de diversos ministerios de la España carlista —Guerra, Gracia y Justicia, Negocios Extranjeros, Estado, Hacienda...— y del Tribunal Supremo de Justicia. También albergó una universidad, se acuñó moneda... La corte permaneció en Estella hasta el 19 de febrero de 1876, cuando las tropas gubernamentales al mando de Fernando Primo de Rivera tomaron la ciudad. Poco después, el pretendiente carlista atravesó la frontera pirenaica camino del exilio.

Guerras Carlistas

La corte permaneció en Estella hasta el 19 de febrero de 1876

Acabo mi recorrido estellés en el cementerio local. Muy cerca de la entrada está el Panteón de los Generales Carlistas, que acoge los restos de diversos militares de altísima graduación. Cuatro leones de piedra les rinden honores. Entre sus patas sostienen los escudos de Navarra, Guipuzkoa, Bizkaia y Álava. El pedestal está rodeado de cañones, donde se grabaron los nombres de batallas ganadas. Una inscripción recuerda: “Un Dios, una fe, un rey, una ley”. Pese a su ampulosidad, el conjunto tiene un aspecto un poco decadente debido a la humedad y la intemperie, y a la falta de mantenimiento.

El carlismo sigue vivo en el siglo XXI, aunque debilitado y dividido. Dos pretendientes reivindican sus derechos dinásticos: Carlos Javier de Borbón-Parma (Carlos Javier I) y Sixto Enrique de Borbón. Diversos partidos concurren a las elecciones en representación del ideario carlista, y algunos defienden programas progresistas. Sus resultados, no obstante, los han relegado a un papel apenas testimonial hasta ahora. El Gobierno de Navarra promociona una Ruta del Carlismo que hilvana los escenarios más significativos para ese movimiento. La ciudad de Estella tiene un protagonismo sobresaliente en ella. No podía ser de otro modo.

Estella-Lizarra desde el aire, Navarra

JackF / Getty Images/iStockphoto