El edificio Chrysler, el gigante al que el Empire State hizo sombra, cumple 90 años
Nueva York
La emblemática construcción art déco fue en los años 30 del siglo pasado el edificio más alto del mundo
No es el más alto, ni el más lujoso, ni siquiera el que permite disfrutar de las mejores vistas de la Gran Manzana, sin embargo, puede presumir de ser el edificio favorito de los neoyorquinos y uno de los mejores de la ciudad, en opinión de los arquitectos. Y es que, desde su inauguración, el 27 de mayo de 1930 -hace exactamente 90 años-, su estilizada figura ha convertido al edificio Chrysler en uno de los rascacielos más emblemáticos de Nueva York.
Situado en la confluencia de las calles 42 y Lexington Avenue, en la zona este de Manhattan, junto a la estación Grand Central Terminal y a escasos 15 minutos de Times Square, el edificio es un reflejo del emergente poder automovilístico de las primeras décadas del siglo XX. El proyecto, en el que se implicó directamente Walter P. Chrysler, un magnate que logró erigir todo un imperio, fue encargado al arquitecto William van Allen, con el objetivo de que creara una obra que no dejara indiferente a nadie. Y lo consiguió.
Un gigante de casi 320 metros
En un año y medio, levantó todo un gigante de 318,9 metros de altura y 77 pisos que se convertiría en el edificio más alto del mundo, hasta que solo 11 meses después, otro icono de la ciudad, el Empire State, le arrebatara el codiciado título. Construido en ladrillo -hasta la fecha ningún otro rascacielos ha podido superarlo- y con un esqueleto interno de acero, es un claro exponente de la arquitectura art déco.
Para ponerlo en pie se utilizaron más de 21.000 toneladas de acero, 400.000 remaches y más de 3,8 millones de ladrillos colocados de forma manual con el fin de crear las paredes de carga, en medio de una pugna con otros proyectos que también perseguían alzarse por encima del cielo de Nueva York. Por sorpresa de todos ellos y, en especial, de su principal competidor, el Bank of Manhattan Trust Building -la actual torre Trump-, que estaba a punto de hacerse con el objetivo, el edificio Chrysler instalaba en la primavera de 1930 una aguja de acero e 56,38 metros que coronaba el edificio.
A partir de este momento, ya no solo era la estructura más alta del mundo, sino que se convertía en todo un referente de su estilo arquitectónico y en un edificio de oficinas particular, con una decoración exterior con claras alusiones a la automoción, inspirada en tapacubos, adornos de carrocería o guardabarros, con la que Chrysler quería popularizar su compañía. Quien lo contemple, podrá apreciarlo en diversos sitios, entre ellos en las esquinas de la planta 31, con alas alusivas a las tapas de los radiadores, o en el piso 61, cuyas gárgolas imitan las águilas del emblema de la compañía. Todos estos detalles están hechos de acero inoxidable, el mismo material con el que se construyó la aguja y la corona.
Nueve décadas después
Transcurridas nueve décadas, y tras haberse sometido a una restauración en la que se repararon partes de la fachada, los bastidores de acero de sus 3.826 ventanas y algunos de los paneles de la corona deteriorados por el paso del tiempo, el edificio Chrysler recuperó su aspecto.
Sin embargo, el año pasado, los elevados costes de mantenimiento y la escasa ocupación de su espacio -el rascacielos continúa siendo una torre de oficinas- llevaron al fondo soberano de Abu Dabi a ponerlo a la venta. Su nuevo propietario, la firma inmobiliaria RFR Holding, tiene previsto sacarle mayor provecho.
La nueva compañía tiene prevista la construcción de una plataforma de observación de cristal en las terrazas que rodean el piso 61, cerca de sus icónicas águilas plateadas
La más atractiva de las propuestas de la compañía, especialmente para los turistas, es la construcción de una plataforma de observación de cristal en las terrazas que rodean el piso 61, cerca de sus icónicas águilas plateadas. Y es que, a diferencia de los grandes rascacielos de Manhattan, el Chrysler no tiene ningún mirador abierto al público ni ofrece la posibilidad de realizar visitas guiadas.
El visitante debe conformarse contemplando su elegante vestíbulo, con sus lámparas de araña art déco, los ornamentos de acero y un gran fresco de 1.000m2 que cubre el techo, observar el edificio desde la distancia desde el Empire State, el Top of the Rock del Rockefeller Center, o el nuevo Edge de Hudson Yards.
La nueva plataforma, que según el New York Post ya ha recibido la aprobación de las autoridades, aunque no tiene fecha de apertura, no será la primera que se instale en el edificio. Durante 15 años - desde su inauguración y hasta 1945-, el edificio disponía del “Celestial”, un observatorio en la planta 71, que por 50 centavos permitía disfrutar de las vistas de la Gran Manzana desde los cuatro costados.
A pesar de la proliferación de nuevos rascacielos en los últimos años, el edificio Chrysler continúa siendo a sus 90 años uno de los diez rascacielos más altos de Manhattan y uno de los iconos de la ciudad, por lo que todo parece indicar que la iniciativa será todo un éxito. ¡Feliz cumpleaños!