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¿La última oportunidad de ver el Titanic?

Bajo el mar

Una compañía norteamericana lanzará una expedición turística para avistar los restos del transatlántico en un sumergible tripulado. El precio: 114.000 euros

Proa del RMS Titanic en una imagen realizada en 2004 durante una expedición

Cortesía de NOAA / Instituto de Exploración / Universidad de Rhode Island (NOAA / IFE / URI)

Pocos acontecimientos continúan despertando tanta fascinación como el hundimiento del RMS Titanic , el célebre transatlántico que desapareció bajo las aguas del Atlántico Norte, el 14 de abril de 1912, tras colisionar con un iceberg. Las circunstancias que rodean el naufragio de “la mejor máquina jamás construida por el ser humano”, como pregonaban sus constructores, siguen rodeadas por un halo de misterio, alimentadas por innumerables conjeturas y por nuevos descubrimientos de historiadores y expertos en la materia.

No fue hasta 1985 -73 años después del siniestro-, cuando pudimos contemplar las primeras fotografías de los restos del buque, localizado por una expedición científica franco-norteamericana frente a las costas de Terranova, a 3.810 metros de profundidad. Su casco, notablemente deteriorado por la acción de las bacterias que se han ido comiendo el óxido del casco, avivó el interés del imaginario colectivo.

La iniciativa, bautizada con el nombre de Titanic Survey Expeditions corre a cargo de OceanGate, una compañía con sede en Everett (EE.UU.)

Expedición turística

Sin embargo, la leyenda, ya alimentada por películas como la oscarizada Titanic , de James Cameron, novelas, exposiciones, conferencias, hoteles y tours , seguirá manteniéndose a flote cuando zarpe la primera expedición turística para avistar los restos del que fuera el transatlántico más lujoso del mundo. Tras un aplazamiento -debía partir el pasado 28 de junio-, todo indica que la primera de ellas tendrá lugar en 2020.

La iniciativa, bautizada con el nombre de Titanic Survey Expeditions corre a cargo de OceanGate, una compañía con sede en Everett (Estados Unidos). Su objetivo es descender hasta el sitio exacto en el que tuvo lugar el naufragio en un sumergible tripulado de última generación y permitir explorar en primer persona el estado del barco más famoso de la historia moderna.

El viaje empezará en San Juan de Terranova, la capital de la provincia canadiense de Terranova y Labrador, y se prolongará durante una semana. En este tiempo, y antes de proceder a la inmersión, los “especialistas de misión”, nombre con el que son denominados los participantes, recibirán la formación y el entrenamiento de seguridad necesarios para superar con éxito la operación.

Tres días de inmersiones

A partir del cuarto día y a lo largo de tres jornadas, se llevarán a cabo una serie de misiones de inspección sumergibles tripuladas en alta mar de entre seis y ocho horas, con el objetivo de recopilar imágenes y videos, realizar escaneos láser y obtener datos que contribuyan a documentar y preservar la historia sumergida. Tras las inmersiones, regresarán al buque de apoyo, donde convivirán y conversarán personalmente con expertos del Titanic.

La mera imagen de un coloso en el fondo del mar convertido en la mínima expresión y la esperanza de descubrir alguno de sus tesoros empujan a emprender una aventura que, según anuncian los promotores, deparará muchas sorpresas a los expedicionarios. Y es que el pecio del Titanic se ha convertido en un arrecife de aguas profundas, en el que especies de peces bioluminiscentes -ejemplares que brillan en la oscuridad-, nadan por pasillos y habitaciones, en una metáfora de la vida y la muerte.

Para bolsillos holgados

A estas alturas, más de uno debe preguntarse por el precio de la expedición. Como es de suponer, no se trata de una aventura al alcance de cualquiera, sino de una “misión” para bolsillos holgados. Y es que quien quiera ser testigo privilegiado de la suerte de Titanic deberá desembolsar 125.000 dólares (alrededor de 114.000 euros).

El precio incluye todos los gastos derivados del viaje: alojamiento en camarote individual, manutención en el barco de apoyo de buceo y transporte hasta el punto de partida. Seguramente el importe será considerado justo para algunos privilegiados, teniendo en cuenta que puede ser la última oportunidad de contemplar en primera persona una leyenda expuesta a la desaparición. El resto, deberemos conformarnos con seguirlo de lejos.

El pecio del Titanic se ha convertido en un arrecife de aguas profundas, en el que especies de peces bioluminiscentes nadan por pasillos y habitaciones

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