San José, puerta a las mejores playas de Cabo de Gata
Paraísos cercanos
La localidad más icónica del parque natural supone el perfecto oasis de relax antes de lanzarse a descubrir las mejores playas de la costa almeriense
Tras atravesar el famoso mar de plástico formado por tantos invernaderos, el coche deambula por carreteras viejas. A un lado queda una parada por la que no pasará ningún autobús, una casa a lo lejos está cubierta por una nube de buganvilla, una curva, una ermita solitaria asomada a una rambla de chumberas, otra curva y el mundo se vuelve más blanco y azul.
Como un espejismo en los lindes del desierto de Almería, San José es un pueblo hinchado de nostalgia, como un marinero anciano que ha sanado las heridas y vive una segunda juventud tras tiempos difíciles. “Aquel pueblo triste azotado por el viento” al que describió Juan Goytisolo en su ensayo de viajes Campos de Níjar es hoy un patio estival donde el mejor plan consiste en dejarse llevar entre casitas blancas, terrazas de pescaíto frito y el mar espiando en cada rincón antes de invitarte a conocer las mejores playas del parque natural de Cabo de Gata.
Lugar de conquistas árabes, motines berberiscos, depresión minera y relatos de pescadores, la suma de hitos históricos regala un manojo de secretos custodiados por el viento y el salitre mientras todo el mundo hace cosquillas al viejo y luminoso pueblo de San José, en esta ocasión fotografiado por el almeriense Javier Lozano.
San José: el lugar de todos los ‘veranillos’
En el aire flotan palabras como chinorro, regomello, puilla y garbeo. En la pared de un bar hay escrita una lista casi infinita de tipos de tostadas, los niños juegan en la plaza, otra copa en El Duende y la cortina de una casa encalada que habla con el viento. El pueblo de San José rezuma joie de vivre, el encanto de esos veranos de la infancia y la libertad de deambular en pareo sin que nadie sospeche del pasado tatuado en tantas callejuelas y calas secretas.
El pueblo de San José nació en torno a un castillo con su mismo nombre
San José nació en alerta, en torno a un castillo del mismo nombre construido para vigilar las bahías de los genoveses, el Sollarete y cala Higuera, de los piratas berberiscos. Tras un ataque que llevó a todo el pueblo a revelarse, Carlos III mandó construir una batería de torres de vigilancia desde Cartagena a Málaga que también incluiría a San José.
Fue así como, poco a poco, mineros y pescadores se concentraron en torno al antiguo fuerte hasta erigir un núcleo desnudo ante un paisaje de pitas solitarias y cortijos siniestros: ahí tenemos el suceso acontecido en el cercano Cortijo de los Frailes en 1928, el llamado crimen de Níjar que inspiraría Bodas de sangre de Lorca; la crisis económica a causa del cierre de las minas de Rodalquilar, y la falta de comunicaciones que arrojó a San José al olvido. Hasta que llegaron los años 70.
Con el auge del turismo y la venta masiva de terrenos por parte de los habitantes, San José comenzó a adquirir esa condición de pueblo soñado en el silencioso paisaje cabogatero, además de convertirse en umbral a las mejores playas de la zona.
No nos engañemos: en San José no encontrarás una lista de 10 monumentos, pero sí 10 momentos, como mínimo: desde tomar una cerveza en el puerto deportivo inaugurado en 1984 hasta leer un libro en una terraza encalada mientras un vecino tiende la ropa, pasando por una visita a los cercanos pueblecitos de la Isleta del Moro o Las Negras.
En San José no encontrarás una lista de 10 monumentos, pero sí 10 momentos, como mínimo
Aquí la filosofía consiste en descansar, brindar frente a los atardeceres, quedarse en el mítico hostal Doña Pakyta, recorrer calles donde los colores de los flotadores y la buganvilla compiten entre sí o planificar el mejor descanso en playas legendarias.
Playas de San José: ¿Cuántos azules quieres?
Uno de los principales atractivos de San José reside en la cercanía a playas de postal. Si te inclinas hacia la izquierda de la playa urbana, puedes disfrutar de una jornada de kayak a través de acantilados, calas como La Higuera o la reserva marina de Punta de Loma Quemada, ideal para admirar ejemplos de coral que florecen en este pedacito de Mediterráneo.
Pero si salimos del pueblo, a tres kilómetros nos espera la playa de los Genoveses, un arenal dorado y franqueado por chumberas y pitas, ideal para disfrutar de un día en familia frente a un azul superlativo. Si continúas, encontrarás Barronal, un paraíso volcánico para los amantes del naturismo donde el mejor plan consiste en desplegar la toalla y lanzarte al mar en cueros. Quizás, incluso husmear entre los acantilados, o seguir hasta Mónsul –lugar de rodaje de Indiana Jones y la Última Cruzada– y Media Luna, o la idea más cercana de una playa espacial, con el azul infinito lamiendo un desierto libre de motores.
La Delegación Territorial de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul de la Junta de Andalucía en Almería vuelve a aplicar, como todos los veranos, su normativa de limitación de vehículos para las playas. En el caso de este 2024, la entrada de vehículos a Barronal, Mónsul o Media Luna; entre otras calas y playas, estará prohibida. En su lugar, se establece una barrera que dará acceso a un parking con acceso limitado a 399 plazas y que registró en 2023 un acceso medio de 495 vehículos diarios.
Como cada verano, se limita el acceso de vehículos a las playas y calas de la zona
Y es que Cabo de Gata aún puede presumir de ser un lugar donde hoteles-ogros como El Algarrobico nunca llegaron a hacerse realidad y el respeto por el entorno nos libera de nuevas amenazas. La mejor excusa para dejarse llevar por los azules, no hacer nada mientras la brisa juega con tu pelo o recorrer los secretos entre los acantilados hasta descubrir playas cuya ubicación aún muchos protegemos. Porque quizás San José evoque ese verano por todos conocido, pero aún sabe cómo custodiar muchos de sus secretos.
La mejor elección
Restaurante Mediterráneo
En San José encontrarás un amplio plantel de opciones para comer: desde los arroces de 4 Nudos hasta las pizzas de La Góndola, pasando por restaurantes hindúes, hamburgueserías y, especialmente, marisco. Restaurante Mediterráneo es un buen ejemplo. Ubicado cerca del puerto deportivo, este icono de sillas azules y paredes encaladas ofrece diversas raciones de pescado fresco de la zona como gallineta, rodaballo o atún rojo o bandejas de pescado para dos personas que incluyen gamba roja, cigalas, calamar, almejas o media dorada, entre otras propuestas.