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Yayoi Kusama: de vivir en la pobreza a convertirse en la Midas del arte del siglo XXI

Homenaje

La incombustible artista japonesa, la más cotizada y popular del mundo, se confiesa : “He luchado duro para crear un nuevo futuro”

Los nuevos bolsos artísticos de Louis Vuitton que verás en todas partes

Una escultura inflable de Yayoi Kusama reina en el tejado del cuartel general de Louis Vuitton en los Campos Elíseos de París 

Edward Berthelot

Yayoi Kusama, gigante e inflable, se acomoda sobre el tejado de la sede de Louis Vuitton en los Campos Elíseos de París, y sin aplastar el edificio, pinta sus famosos topos de colores como una Godzilla adorable, un poco naïf, un poco en éxtasis, muy silenciosa y con los ojos de lechuza que nunca parpadean. 

La artista más conocida y querida del mundo va vestida de blanco con lunares, luce su peluca rojiza al viento y sujeta el pincel con mimo. Hasta al cielo plomizo de París le han salido los colores y en la calle, los transeúntes, que ya no son flâneurs, se paran un momento y esbozan una sonrisa microscópica.

Mano a mano

La artista y Louis Vuitton colaboran por segunda vez  en un momento en que Kusama sigue creando sin freno

La artista y la maison de lujo colaboran por segunda vez (la primera fue en 2012) en un momento en que Kusama (93 años) sigue creando arte sin freno, de sol a sol, como una especie de manantial perpetuo de ideas. Edificios a los que les coge un ataque de sarampión artístico. Es también el caso del edificio de Harrods' en Knightsbridge, en Londres, moteado de colores y más colores desde hace días.

De apariencia tranquila y afable, Kusama sigue siendo la enfant terrible del arte mundial por muy octogenaria que sea:  “Todo lo que he creado hasta el momento me ha salido del alma. Ahora mismo estoy trabajando con ímpetu en una serie titulada Cada día rezo por el amor”, confiesa a Magazine vía cuestionario escrito. Las palabras con ímpetu merecen un subrayado especial.

La firma Louis Vuitton ha homenajeado a la gran artista japonesa que colabora por segunda vez con la marca

Anadolu Agency

Kusama se multiplica en sus proyectos, no importa que sean sus bosques infinitos donde los espejos juegan a la admiración y el engaño, a sus calabazas anaranjada con brillantes, a sus cactus. En su colaboración con la casa parisina son sus topos de colores (sinónimo de eternidad) los que han aterrizado en la piel de sus productos.

“Para mí, todos los medios de expresión equivalen esencialmente a lo mismo, todos son importantes y siempre intento estar en la vanguardia de todos ellos”, cuenta.

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Hace unos meses después se publicó en España su autobiografía La red infinita (Sine quan non). En ella cuenta toda su trayectoria, sus Locos Años 60 en Nueva York; el regreso decepcionante a Japón donde su arte y sus ideas fueron rechazadas en medio de un ambiente muy conservador; su posterior ingreso voluntario en un sanatorio donde encontró la estabilidad para trabajar y la yayoimanía de los últimos 20 años.

Una ascensión a los cielos que no niega, pero en la que no se acomoda. “Llevo pintando, esculpiendo y escribiendo desde allá donde me alcanza la memoria, pero si he de ser sincera, no ha llegado el día en que tenga la sensación de ‘haberlo conseguido’ como artista. En lo alto hay una estrella radiante y lejana, y cuanto más me estiro para alcanzarla, más lejos se retira ella”, confiesa en su biografía.

La artista japonesa Yayoi Kusama)

Rob Kim / Getty

El trabajo y la reflexión marcan su día a día y consumen toda su energía. Kusama lo explica así: “He luchado duro para crear una nueva historia de futuro con una decidida actitud de vanguardia. Creo –añade- que ahora es un momento crucial para crear arte nuevo y estoy poniendo todo mi corazón y mi alma en mi trabajo cada día”.

Llegué a vivir en la pobreza, no tenía bastante para comer, pero es ahora cuando experimento el mejor momento”

 A la pregunta de cuándo ha sido más feliz en su vida, la artista japonesa, cuyas obras se han llegado a valorar en las subasta por diez millones de euros, responde con mucha claridad. No hay mejor momento que el ahora. “Llegué a vivir en la pobreza, no tenía bastante para comer, pero es ahora cuando experimento el mejor momento que me puedo dedicar a pintar de la mañana a la noche”.

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El reconocimiento que la artista ha podido disfrutar en los últimos años le hacen justicia, pues en demasiadas ocasiones, su arte, actitud y provocación llegaron al lugar adecuado, pero con años de antelación. Fue Warhol antes de Warhol, se adentró en el happening con cuerpos desnudos antes de que se generalizaran. Ni siquiera fue reconocida en su día por aunar moda y arte, binomio que hoy está a la orden del día.

La capilla Kusama en el museo MOCO de Ámsterdam

Isabell Janssen

Kusama recuerda a La Vanguardia que la mejor modista que la ha vestido desde hace más de 70 años es… ella misma. No es chulería, es el resultado de ir por el camino propio, riscos arriba, a través de zarzas. “He confeccionado mis prendas desde que era una adolescente. En los sesenta dirigí una empresa de moda. En aquel tiempo –rememora- el arte y la moda eran dos mundos distintos, pero no para mí. No los concibo como separados, así puedo seguir explorando nuevos campos”. Y allá va la exploradora. Aunque antes tenga que acabar de pintar los topos del edificio de los Campos Elíseos.

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