El mundo ha cambiado con la pandemia. Las formas de trabajo ya no son las mismas y los hábitos tampoco. El hogar y los espacios han cobrado una importancia que antes no tenían. Cada vez pasamos más tiempo en casa y son muchos quienes teletrabajan. La atención que antes iba hacia afuera, se vuelca ahora en el hogar, convirtiéndose en cálido refugio.
Históricamente han sido los artistas y bohemios quienes hicieron de sus estudios o talleres una expresión de su obra y personalidad. Simbolistas y decadentes como Gustave Moreau envueltos entre alfombras y texturas, Jackson Pollock y los característicos ladrillos de los amplios lofts neoyorquinos o nuestro vanguardista Joan Brossa, en un piso repleto de papeles y periódicos por los suelos.
Con la pandemia, el entorno cotidiano ha cobrado mayor importancia. La atención que antes se dirigía hacia afuera, se vuelca ahora hacia el hogar
A lo largo de la vida, tendemos a acumular, siguiendo ese síndrome de Diógenes que nos asola. Hasta que un día descubrimos la magia del orden de Marie Kondo. Es bueno, vaciar y renovar nuestros espacios, en una relación acorde con nuestro momento vital o el momento del año. Ya no es sólo una cuestión del cambio de ropa de armario, sino de dar vida y un sentido orgánico a nuestras viviendas. El espacio que habitamos no debería ser un museo ni algo inmutable, sino un lugar en el que sentirnos confortables y poder respirar.
Si el espacio, ya sea de coworking, oficina o vivienda, se vincula con nosotros, nos sentimos más cómodos
Durante mucho tiempo ha prevalecido la funcionabilidad, lo práctico y la filosofía estética de la Bauhaus, actualizada por esos muebles nórdicos que han copado el mercado. La serialización de los interiores es práctica y económica, pero no debería estar reñida con la personalización de los espacios.
Crear una atmósfera propia, tanto en el ámbito de coworking, oficina u hogar, mejora nuestra creatividad e incide en nuestro rendimiento. Si el espacio se vincula con nosotros, nos sentimos más cómodos.
5 reglas para crear un espacio personal
1Armonía. La integración de las partes y el equilibrio entre ellas es básico para crear una atmósfera visualmente agradable. Si los sentidos descansan, lo hace la mente. En armonía nuestro rendimiento mejora, las tensiones desaparecen y sentimos una sensación de placer. Esto es válido tanto para el ámbito doméstico como laboral.
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La magia del orden. Cuando existe orden, la mirada reposa. No hay nada peor para atascar la mente que atiborrar los espacios. En la saturación de objetos y enseres, surge la ansiedad y el estancamiento. Cuando vaciamos y liberamos los espacios de lo superfluo, surge la inspiración. Renueva tu espacio, evitando que las cosas se apoderen de ti.
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El toque personal. Un espacio debe crear vínculo con la persona que eres. Si se trata de un hogar, esto se amplia a la familia. En el trabajo, cada día los espacios, tanto de coworking como en oficinas, son más personales y laxos en permitir que posean cierta personalidad.En ocasiones, un simple objeto personal, con una significación especial es suficiente.
4Vivir el espacio. Por muy importante que sea la estética, el espacio que habitamos no debe ser un museo, sino un espacio vivo y en permanente cambio. Flores o plantas que entran y salen para aportar vida, y dinamismo en una decoración cambiante, acorde con las estaciones del año o nuestro estado de ánimo. En un espacio vivo, podemos intuir el tipo de persona que lo habita sin que esté presente.
5Luz. La luz natural es la mejor de todas siempre que sea posible. El sol directo todo el día puede ser molesto, pero disfrutar de él unas horas da vida al espacio interior. Saber dirigir la luz, filtrarla con cortinas o estores, jugar con la luz indirecta… son recursos para crear atmósfera con la iluminación. En luz artificial es bueno disponer de difusores o dimmers que permiten regular la intensidad lumínica. Hoy, también es importante una buena elección de la temperatura de color de la luz cuando elegimos bombillas de bajo consumo o leds. Normalmente es más agradable la luz cálida, aunque todo depende del espacio. La regla es no mezclar aleatoriamente..
Los interiores que nos acogen inciden en nuestros sentidos y modifican la conducta neuronal. Nuestro estado de ánimo no es el mismo bajo deprimentes fluorescentes, entre intensas luces de escaparate o en la luz de la penumbra. Quienes interiorizan y crean en intimidad componen espacios lúgubres, misteriosos, y normalmente arropados por libros. Los que exteriorizan su vida en las redes, los hacen claros, diáfanos y minimalistas. No hay una regla establecida, más allá de comprender la trascendencia que tiene el espacio que habitamos.
Quienes crean en intimidad componen espacios lúgubres y normalmente arropados por libros. Los que exteriorizan su vida en las redes los hacen diáfanos y minimalistas
Junichiro Tanizaki, consideraba que “la belleza pierde su existencia si se suprimen los efectos de la sombra.” Su obra El elogio de la sombra (1933) sigue siendo un referente del minimalismo zen más refinado. Frank Lloyd Wright decía: “Si inviertes en belleza, permanecerá contigo toda la vida.”
Considerar el espacio que habitamos es importante porque determina quien somos y nuestro estado emocional. Los espacios bellos pulsan los sentidos y templan la mente.
Lloyd Wright y Mies van der Rohe
Espacio y arquitectura
1 – Organicismo
Dotar a un espacio de un sentido orgánico significa darle vida, movimiento y cierto dinamismo, para que no parezca un sólido bloque pétreo o de hormigón. Esta tendencia, opuesta al racionalismo matemático busca inspirarse en la naturaleza para construir los espacios. Puede ser recargado como el modernismo de Gaudí o más minimalista y depurado como en Lloyd Wright.
2 – Materiales naturales
Aunque son más costosos, los materiales naturales dan mayor calidez. Substituir madera por aglomerado, la piedra por hormigón, la terracota por el pladur son soluciones modernas para abaratar costes. Dado que muchos espacios que habitamos están construidos de esta última manera, es bueno aportar una mesa en madera natural y otros muebles o detalles que compensen la ausencia de materias naturales.
3 – Menos es más
Less is more, la regla de oro de Mies van der Rohe, nos recuerda la importancia de la pureza formal. Si un espacio ya es bello y armonioso, no hace falta vestirlo. El adorno manierista y superfluo aporta poco. Como también se aplica en la arquitectura zen japonesa, es mejor destacar sólo un elemento decorativo en el espacio e irlo cambiando de vez en cuando.
4 – La geometría que ordena
Los cuerpos geométricos ordenan la vista, y aunque un exceso de aristas o frialdad constructiva puede hacernos sentir que habitamos una caja de zapatos, la geometría es buena para equilibrarnos. Proporción y simetría son conceptos vinculados a la matemática del espacio que buscan adecuar las medidas a nuestra escala humana.
5 – El plan arquitectónico
El arquitecto siempre defiende la importancia de la planta. Cómo es el espacio depende su composición sobre el terreno. La mayoría de espacios son plantas cuadradas o rectangulares, pero pueden encontrarse espacios circulares, vertebrados y modulares, entre otros. Desde la depuración del “menos es más”, la arquitectura busca dar el protagonismo a la concepción del espacio y no tanto al ornamento o detalles que lo llenan cuando es habitado.
Esto es algo a tener en cuenta como un ideal pero dado que no vivimos en museos o maquetas vivientes, el plan arquitectónico debe integrarse con la vida de sus habitantes.
Breve ejercicio para diseñar tu espacio
Redacta en un folio la descripción del espacio que es más importante para ti y en el que pasas más horas.
Observa cómo este espacio te define y dice cosas de ti.
Si esto no sucede, inventa elementos a aportar al espacio, para que pueda describirte y relacionarse contigo. Debes poder definirte y describirte, sólo dando una explicación detallada, del espacio. Finalmente comparte el escrito con algunas personas que te conozcan y escucha sus comentarios.Puedes hacer un croquis definitivo y modificar tu espacio para que posea esa atmósfera personal que te hace sentir bien.